Libre elección en situación de igualdad. Día Internacional contra la Explotación de la Prostitución Ajena y otras Formas de Explotación Sexual.
Teresa Ulloa Ziáurriz
Es ya conocido el debate entre la postura de la abolición o la de la reglamentación de la prostitución en fechas como este 23 de septiembre, Día Internacional contra la Explotación de la Prostitución Ajena y otras Formas de Explotación Sexual. Lo que es un hecho, es que dicha conmemoración es una conmemoración abolicionista.
Esta
conmemoración es producto de una larga lucha abolicionista y feminista,
que nació en 1866 y fue iniciada en Inglaterra por Josephine Butler
quien consideraba que el sistema de la prostitución constituía una
forma contemporánea de esclavitud que oprimía a las mujeres y que
atentaba contra la humanidad en su conjunto. Este hecho sucedió
mientras la esclavitud acababa de ser abolida en la mayor parte de los
países europeos.
Josephine Butler comenzó lo que ella denominó
“la gran cruzada” para poner fin al sistema de reglamentación de la
prostitución. En 1869 redactó un manifiesto que fue firmado por 1,220
personalidades humanistas de la época y un grupo de médicos con quienes
lanzó una campaña contra la reglamentación de la prostitución.
Los
textos de Josephine Butler ponen el acento en la responsabilidad de los
hombres y en su rol como proveedores y compradores de la prostitución.
En
este mismo periodo, grandes asociaciones de defensa de los derechos
humanos, como la Liga de Derechos Humanos se adhirieron a las
abolicionistas.
Después de la primera guerra mundial, la
Sociedad de Naciones creó en 1919 un comité de seguimiento sobre todas
las cuestiones relativas a los derechos de las mujeres y a la trata con
fines de explotación sexual.
Fue hasta el 2 de diciembre de 1949
cuando la lucha de Josephine Buttler se vio coronada a través de la
aprobación por la Asamblea General de las Naciones Unidas del Convenio
para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la
Prostitución Ajena o Convención del 49. Primer instrumento
internacional de derechos humanos que exigió a los Estados que se
persiguiera la trata de personas y la explotación de la prostitución
ajena.
Así, la conmemoración del 23 de septiembre, Día
Internacional contra la Explotación de la Prostitución Ajena y otras
Formas de Explotación Sexual fue declarado en Daka-Bangladesh en 1999,
en el evento Organizándonos Globalmente contra la Explotación Sexual,
Conferencia Mundial de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres
(CATW-Internacional).
Se eligió esta fecha por que el 23 de
septiembre de 1913, en Argentina, fue sancionada la Ley 9143 conocida
como “Ley Palacios”, primer instrumento jurídico en el continente
americano que penalizó la explotación de la prostitución de mujeres y
niñas y se le otorgó este nombre en honor al Diputado Socialista que la
propuso e impulsó.
¿Qué hay de la reglamentación?
El
sistema de reglamentación de la prostitución erigido por Napoleón III
en Francia, pronto denominado “el sistema francés”, fue implantado en
un buen número de países europeos utilizando el pretexto higienista de
luchar contra las enfermedades venéreas y en nombre de la salud
pública. El médico francés Parent-Duchatelet, defensor del higienismo y
de la reglamentación en el siglo XIX, consideraba la prostitución como
un “mecanismo de desagüe” y asimilaba la eyaculación a una “evacuación
orgánica”.
En realidad, el sistema reglamentarista estaba
fundado en una visión de la sociedad y de la sexualidad humana donde
las mujeres quedaban reducidas a meros instrumentos del placer sexual
masculino. No solamente los proxenetas y traficantes podían desarrollar
sus negocios con toda impunidad, sino que también los municipios podían
enriquecerse gracias a los impuestos con que se gravaba a los burdeles.
Las mujeres prostituidas estaban sometidas a vejaciones, servidumbres y
a controles sanitarios descritos como auténticas torturas sexuales.
En
la actualidad, las reglamentaristas han tomado los argumentos de la
defensa de los derechos humanos de las mujeres para seguir
fortaleciendo el sistema patriarcal. Su defensa la justifican con la
“libre elección” de las mujeres a utilizar su cuerpo, sin tomar en
cuenta que la libertad está limitada por los derechos de las otras. Sin
duda, malinterpretan la postura de Simone de Beauvoir, quien en su
libro “El segundo sexo”, símbolo de la lucha feminista, manifestaba que
las mujeres que ejercían la prostitución se liberaban. Al analizar sus
textos, debemos analizar el contexto y el motivo por el cual lo decía.
Su pareja, el también escritor Jean Paul Sartre, asistía todas las
noches a los burdeles en donde tenía diversos encuentros sexuales,
encuentros que no sostenía con ella y que ella anhelaba.
La lucha sigue
En
1979, la Convención por la eliminación de todas las formas de
discriminación contra las mujeres (CEDAW) marcó una etapa esencial en
el reconocimiento de los derechos de las mujeres a vivir libres de
trata y explotación de la prostitución. Este mismo año, Kathleen Barry
retomó la lucha abolicionista feminista cuando publicó Female Sexual
Slavery.
En 1988 fundó, con Dorchen Leidholdt, la Coalición
Contra el Tráfico de Mujeres (CATW). Durante los años 1980 y 1990,
algunas sobrevivientes de la prostitución comenzaron a hablar y a
denunciar el sistema de la prostitución. No solamente estas fuertes
voces permitieron sacar a la luz los efectos devastadores que la
prostitución ocasiona a las mujeres y toda la violencia a la que las
somete, sino que también se puso de relieve el rol del “comprador” como
creador de la demanda de la prostitución y como parte integrante del
sistema prostitucional.
Por eso, la postura abolicionista es
feminista y en ningún modo es puritana, como lo han difundido un sin
número de personajes liberales desde la academia o el periodismo. O,
quienes abusando de la buena fe de mujeres en situación de prostitución
y sus historias para sus tesis o para ascender en el Sistema Nacional
de Investigadores, vienen sacando provecho de una sociedad proxeneta y
patriarcal.
El sistema abolicionista no está en contra de la
libre elección de las mujeres, sino como forma de sobrevivencia cuando
no existe una condición de igualdad entre mujeres y hombres.
Este
sistema no juzga a las mujeres en situación de prostitución, por el
contrario, trabaja por sus derechos humanos. Lo que propone es que se
persiga a los tratantes, proxenetas y todos aquellos eslabones de la
cadena prostitucional.
Por el contrario, la legalización o
reglamentación de la prostitución pone en riesgo a las mujeres y niñas
que por diversas condiciones de desigualdad, pobreza o falta de
oportunidades se someten o son sometidas a la explotación sexual.
También, a las que no están en la prostitución, porque perpetúa
estereotipos de género y culturales, de sometimiento y mercantilización
de sus cuerpos en un sistema económico donde todo se vende, se compra o
se alquila.
@CATWLACDIR
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