Miguel Concha
El pasado 10 de
septiembre el Centro de Atención y Capacitación para Empleadas del Hogar
cumplió 15 años de lucha en favor de la dignificación de esta actividad
laboral. Acompañadas de la Federación Internacional de Trabajadores del
Hogar, para reivindicarla, registraron ante la Junta Local de
Conciliación y Arbitraje en el Distrito Federal la creación del
Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar
(Sinacttraho). El registro fue respaldado por 36 constancias de trabajo
de personas del Distrito Federal, estado de México, Colima, Puebla y
Chiapas, trabajadoras en este sector. Por ahora están esperando la toma
de nota, que legaliza el registro de su sindicato. De acuerdo con cifras
de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del 2012, en México hacen
esta labor alrededor de 2 millones de personas, en su mayoría mujeres,
por lo que el sindicato estaría fortaleciendo su lucha para su acceso a
derechos plenos, como gozar de aguinaldo, vacaciones, seguridad social y
respeto ante diversas instancias.
Llegar hasta este punto no ha sido fácil. Niñas, niños, mujeres y
hombres alrededor del territorio nacional, desde Tapachula hasta
Tijuana, han tenido que vivir y soportar abusos a sus derechos básicos,
con prácticas lesivas, como la falta de un contrato escrito; jornadas
laborales extensas; violencia física, sexual y sicológica hacia ellos y
sus familias, sobre todo sus hijas e hijos menores de edad; salarios no
remunerados y/o condicionados a factores, como la experiencia laboral,
su nacionalidad, condición migratoria, sexo, origen étnico, edad, nivel
educativo e inclusive el otorgamiento de un lugar para dormir y la
ingesta de alimentos en el espacio de trabajo, así como nulas
prestaciones laborales, como aguinaldo, respaldo en caso de accidente,
vejez y/o cesantía. Estas situaciones, que ponen en riesgo su integridad
física y sicológica, son invisibles en miles de hogares en el país, y
son además aceptadas y justificadas socialmente.
Los sindicatos conformados en distintas partes del mundo son el
resultado de diversas luchas y reivindicaciones políticas frente a los
abusos de poder de personas empleadoras y de violaciones a derechos
humanos por gobiernos, bien sea por acción, omisión y/o aquiescencia.
Son por ello la expresión y el ejercicio de uno de los derechos humanos
en el ámbito laboral, proclamado en el Pacto Internacional de Derechos
Económicos Sociales y Culturales (1976), que es el derecho que tienen
todas las personas trabajadoras a fundar y afiliarse a sindicatos de su
elección. Aludiendo al principio de interdependencia de los derechos
humanos, este ejercicio está vinculado a otros derechos, como el de
asociación, libertad de expresión, derecho a la información, e inclusive
el derecho a la consulta; por ejemplo para la participación en la
creación y/o modificación de políticas públicas y programas sociales.
Los sindicatos son también instrumentos de incidencia política nacional e
internacional, para exigirle por ejemplo al gobierno mexicano que de
una buena vez por todas ratifique el Convenio 189 de la Organización
Internacional del Trabajo. Es importante recalcar que el hecho de que
hombres y mujeres trabajadoras del hogar logren sindicalizarse no
significa buscar que se les otorguen privilegios, sino que se están
reconociendo sus derechos humanos laborales como a cualquier otro
trabajador.
De acuerdo con un estudio realizado por la OIT sobre Buenas prácticas y desafíos en función del Convenio 189,
en el que se recogen distintas experiencias organizativas y sindicales
en Europa y América Latina, las condiciones que se estarían esperando
para un sindicato independiente como el Sinacttraho son:
a) acceso a
cargos de dirección,
b) participación en mesas de negociación,
c)
mecanismos para incorporar sus propuestas en las agendas y prácticas
sindicales,
d) tomar en cuenta su percepción y evaluación de los
mecanismos de diálogo social,
e) incorporar sus demandas como
trabajadoras del hogar, con el propósito de elaborar recomendaciones que
faciliten el diálogo social tripartito entre personas trabajadoras del
hogar, personas empleadoras y gobierno,
f) mejora de sus condiciones de
trabajo y
g) su proceso de formalización.
Algunos retos y pasos a seguir
en México son:
1) armonización legislativa para que los derechos de
personas trabajadoras del hogar sean derechos plenos; es decir, es
imperante que se reconozcan todos los derechos laborales, incluyendo los
relacionados con la seguridad social, tomando en cuenta factores como
el sexo, la edad, la nacionalidad, la condición migratoria y el origen
étnico, entre otros;
2) establecimiento de mecanismos apropiados para la
revisión de lugares de trabajo por parte de las instancias
correspondientes, que en este caso es la Secretaría de Trabajo y
Previsión Social y
3) cambio de actitudes de la sociedad en general,
empezando con el uso de un lenguaje incluyente y respetuoso, en el que
términos como
sirvientassean eliminados, ya que además de aludir a épocas como el feudalismo, son discriminatorios e invisibilizan sus derechos, no sólo laborales, sino inclusive civiles y políticos, como son los de su identidad.
Pero, sobre todo, como sociedad es indispensable que se reconozcan el
valor y aporte de hombres y mujeres que realizan su trabajo en hogares,
y que gracias a esta labor muchas personas empleadoras pueden tener un
crecimiento personal y profesional. Que inclusive con su trabajo son de
alguna manera coadyuvantes para la armonización en las tareas de sus
hogares. De acuerdo con algunas reflexiones de personas trabajadoras del
hogar, se teme que la creación de este sindicato podría resultar en el
despido injustificado de algunas; sin embargo, ellas y ellos valiente e
injustamente asumirán este costo. Por ello es importante crear los
mecanismos para la denuncia de este tipo de actos, y que exista respaldo
político y social de la sociedad en su conjunto.
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