La Jornada
Para explicar el origen
del conflicto magisterial en curso, la fuerza de la disidencia de los
docentes democráticos en el país y los problemas educativos en curso, el
poder inventó un cuento de hadas. Según su relato, todo comenzó en
Oaxaca en 1992, cuando el gobernador Heladio Ramírez López entregó a los
maestros el control de la educación en la entidad.
De acuerdo con la fantasía oficial, una Minuta de 16 puntos, firmada
por el mandatario oaxaqueño (en papel de Caperucita Roja) y el profesor
Erangelio Mendoza (en función de Lobo Feroz), en nombre de la sección 22
del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE),
proporcionó a los maestros sindicalizados el control absoluto del
Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) y recursos
ilimitados.
Este control –continúa el cuento gubernamental– es la base de poder
de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), no
sólo en Oaxaca sino en el resto del país. Según esta ficción, basta con
derogar la Minuta de 1992 para acabar de una vez por todas con la fuerza
del malvado lobo feroz y permitir al pobre Estado-caperucita roja
librarse del villano y recuperar la rectoría de la educación.
Han pasado ya más de cinco meses desde que el gobierno abrogó
unilateralmente la famosa Minuta y militarizó el IEEPO. No conforme con
eso, metió a la cárcel a cuatro maestros y levantó denuncias penales
contra muchos más; amenazó con despidos; trasladó a efectivos militares y
de la Policía Federal por todo el país, y congeló ilegalmente cuentas
bancarias de dirigentes, mientras en Chiapas era asesinado el profesor
David Gemayel Ruiz. Pero, a pesar de ello, la quimera oficial se ha
estrellado con la realidad: lejos de disminuir, la fuerza de la CNTE
creció.
Y es que el cuento de hadas... es un cuento de hadas. La sección 22
nunca nombró ni a los directores ni a los principales directivos del
IEEPO. Todos y cada uno fueron designados por el gobernador en turno.
Tampoco controló sus recursos. Su incidencia en la institución fue mucho
más limitada que lo que las mentiras oficiales han difundido. La fuerza
de los maestros oaxaqueños nunca ha dependido del supuesto control que
ejercen en la dependencia. De hecho, la famosa Minuta se firmó 12 años
después de surgido del movimiento. Entre 1980 y 1992 los profesores
democráticos fueron insistentemente acosados por el SNTE y las
autoridades educativas, y a pesar de ello mostraron músculo y capacidad
de convocatoria en numerosas ocasiones.
El cuento de hadas gubernamental al uso responsabilizó de la firma de
la Minuta a Heladio Ramírez. Pero resulta que en aquel entonces era
secretario de Gobernación Fernando Gutiérrez Barrios, y titular de
Educación Pública Ernesto Zedillo Ponce de León. ¿Algún analista o
político en su sano juicio cree que el gobernador de Oaxaca pactó el
acuerdo con el magisterio oaxaqueño sin la aprobación de estos dos
funcionarios? ¿Algún iluso puede afirmar que esos políticos eran
blandosa la hora de negociar con la disidencia magisterial?
Como sucede ahora, la ilusión de acabar con la CNTE siempre ha
estado presente en las élites gubernamentales. Pero nunca han podido
desaparecerla. De distintas maneras y por diferentes vías, la
Coordinadora ha terminado negociando con los gobiernos en turno a lo
largo de sus 36 años de vida. La lista de los funcionarios con que ha
tratado es enorme. Entre muchos otros, además de don Fernando y del ex
presidente Zedillo, están Jesús Reyes Heroles, Patrocino González
Garrido, Manuel Bartlett, Fernando Solana, Manuel Camacho, Patrocinio
González Garrido, Jorge Carpizo, Carlos Abascal y muchos otros. Si
varios de estos políticos tuvieron que tratar con la Coordinadora no fue
porque quisieran; la realidad los obligó a hacerlo.
En su momento, a su manera, muchos de ellos inventaron también su
cuento de hadas acerca de la naturaleza de la insurgencia magisterial y
sobre cómo era posible derrotarla. Por ejemplo, en 1983, mientras los charros del SNTE gritaban a los maestros democráticos
¡Hijos de Reyes Heroles!, el entonces secretario de Educación desautorizaba a la Normal Superior de México impartir cursos foráneos, descentralizaba las especialidades hacia cuatro centros fuera del DF y destituía al cuerpo directivo de la institución. Se decía entonces que, como la Normal Superior era la base de operaciones de la CNTE, al estrangularla se iba a asfixiar a la disidencia. Pero eso no pasó. La Coordinadora asimiló el golpe y siguió adelante.
También la actual administración ha negociado con la CNTE. En su
comparecencia en la cámara, el subsecretario de Gobernación Luis Enrique
Miranda informó que el gobierno federal había firmado con la disidencia
19 minutas; la última el pasado 4 de junio. Se guardó de decir que el
gobierno ha incumplido muchos de esos compromisos.
Ahora, a pesar de ello, el secretario de Educación, Aurelio Nuño, se
niega a negociar con la CNTE. No sólo eso. Busca, a como dé lugar, la
rendición de los maestros insumisos; para aplastarlos ha echado a
caminar en su contra una brutal ofensiva policiaca. Y, aunque ha sido
arropado por el aplauso fácil de las cámaras patronales, su esfuerzo ha
sido absolutamente fallido. La fuerza de la CNTE no ha hecho más que
aumentar en casi todo el país, de la mano de la inconformidad
magisterial, presente en más de 28 entidades federativas.
Es hora de abandonar los cuentos de hadas. Para resolver el conflicto
magisterial el gobierno federal no tiene más salida racional que
sentarse a negociar. No se trata de partir de cero. El acuerdo del 4 de
junio contiene los elementos centrales para salir del embrollo.
Twitter: @lhan55
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