Ernesto Villanueva
Las instalaciones de TV Azteca, al sur de la ciudad de México. Foto: Benjamin Flores |
MÉXICO,
DF (Proceso).- Los medios de comunicación con cargo al erario deben
tener características distintas a los comerciales para justificar su
existencia en un Estado democrático de derecho. Irónicamente, en la
actualidad hay mejores leyes, pero persisten prácticas tan recurrentes
como cuestionables. Veamos.
Primero. Tanto la Ley Federal de
Telecomunicaciones como la Ley del Sistema Público de Radiodifusión del
Estado Mexicano dan luces formales de lo que deben ser los medios
públicos. Otra cosa, por supuesto, es que las leyes no tengan una buena
factura debido a su concepción o a los errores de técnica legislativa.
Esto viene a cuento porque en Jalisco el Sistema Jalisciense de Radio y
Televisión (SJRT) firmó un conspicuo convenio para llenar su barra
programática con la empresa Radio Fórmula. No estoy en contra de los
medios comerciales, pues son necesarios para que haya una diversidad y
pluralidad de informaciones y opiniones. Pero cada medio debe atender a
su propia naturaleza, a sus propias audiencias, a la lógica de su
existencia y a su propósito.
Lo que ha hecho el SJRT es un
despropósito por lo siguiente: a) La razón de que existan medios
públicos es que presenten rasgos distintivos de los comerciales que
justifiquen su existencia. ¿Cuál sería la racionalidad de que los medios
públicos pagados con recursos de la sociedad y los comerciales sean
como dos gotas de agua?; y b) los medios públicos tienen la
responsabilidad de hacer de lo importante algo interesante y poner el
acento en la educación y la cultura.
Segundo. La otra noticia
reciente que puede ser de pronóstico reservado es el destino de Radio
Educación. Es verdad que al operar una Secretaría de Cultura se ponderan
de mejor manera las más amplias formas de expresión de lo que es
cultural, pero también lo es que la ausencia de perfiles idóneos en la
ley puede hacer de esta victoria legal una victoria pírrica. De entrada,
sería bueno dejar que Rafael Tovar y de Teresa termine el ciclo de
confección de esta propuesta para que haya una razonable mejora. Nadie
duda de que es posible configurar mejores perfiles, pero también de que
muchísimos más serían regresivos y tendrían numerosos adeptos en los
tomadores de decisiones.
Radio Educación –lo he dicho ya en estas
páginas– es el primer medio público de carne y hueso en el país, así
como referente nacional e internacional de contenidos propios de gran
valor educativo y cultural. Esto ha sido así por la naturaleza de su
comunidad, que es una isla de conciencia crítica (en el mejor sentido de
la expresión) en México. Los trabajadores han logrado conformar su
propia sección sindical del SNTE, aunque sus tabuladores sean bajos y
equívocos por una analogía absurda en el catálogo de puestos. De modo
que un conductor de Radio Educación tiene una plaza inferior a la de un
profesor de primaria rural. Aun así, su planta laboral es muy
comprometida porque dispone de un espacio donde hace lo que le gusta, y
lo que le gusta se ajusta al interés público.
Tercero. Existe la
expectativa de que con la nueva Secretaría de Cultura haya más capacidad
de gestión para Radio Educación, siempre restringida en lo presupuestal
por la naturaleza de sus contenidos. En efecto, paradójicamente, el
problema de Radio Educación ha sido su independencia editorial y el
hecho de dar cabida a las más diversas expresiones sociales. Si
estuviera en Suecia o en Alemania, proyectos como Radio Educación
proliferarían. Pero aquí la emisora es percibida como germen de peligro
para el statu quo por quienes deciden, y su condena ha sido la
marginalidad. Es de esperar, por el bien de todos, que esta
circunstancia sea eliminada. También sería muy pertinente y justo que se
cambien las nomenclaturas de las plazas para que correspondan con las
tareas y con sus respectivos tabuladores. El problema es que los días de
la actual versión del sindicato de Radio Educación están contados.
Evidentemente, resulta complejo pensar que se mantenga una sección
sindical de la SEP en una nueva secretaría.
Lo que no debería
pasar es que desaparezca la figura sindical en Radio Educación, pues en
este caso concreto la emisora ha sido una aliada de la libertad de
expresión y del derecho a la información. Sé que las relaciones entre la
autoridad y el sindicato no siempre se han distinguido por ser las más
tersas. Pero precisamente esta existencia de pesos y contrapesos –sobre
todo cuando hay inteligencia y buena voluntad, como sucede ahora–
explica por qué Radio Educación es lo que es. Resulta importante para el
país que la estación mantenga intacta su identidad (por cierto,
actualmente la ley la obliga a ser lo que siempre ha sido).
Y
estoy en contra de que a la emisora se le otorgue una concesión de FM;
deben ser varias en diversos puntos del país, además del DF y la zona
metropolitana, para que la alfabetización mediática, que hoy por hoy es
una obligación legal, tenga sentido y pueda aprovecharse esa vocación
educativa, cultural y artística de esta emblemática comunidad para bien
del pueblo.
ernestovillanueva@hushmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario