Carlos Bonfil
Persistencias. Del 11 de agosto al 4
de septiembre, y con motivo de la celebración simultánea en México y
Alemania del Año Dual, el Instituto Goethe ha venido presentando en la
Cineteca Nacional y en salas comerciales su 15 Semana de Cine Alemán con
una muestra muy ambiciosa de la producción fílmica reciente, acompañada
de una retrospectiva de Rainer Werner Fassbinder, con 14 títulos que el
público más joven aprecia por vez primera en pantalla grande en copias
de calidad excelente.
Desde hace más de una década, la promoción del cine alemán
contemporáneo ha sido una constante en nuestro país, no sólo gracias a
las instituciones culturales encargadas de dicha tarea, sino a su
continua difusión a través del video digital, tanto en el mercado formal
como en el informal, más accesible el segundo, económicamente, para
muchos cinéfilos. Las generaciones anteriores conocieron de modo muy
oportuno el auge del llamado Nuevo Cine alemán durante los años 70, y
pudieron así seguir, de modo puntual, el desarrollo de las trayectorias
artísticas de autores como Wim Wenders, Werner Herzog, RW Fassbinder,
Margarethe von Trotta, Volker Schlöndorff, entre los más populares; o de
Jean Marie Straub, Alexander Kluge o Werner Schroeter, entre los
apreciados por un público más restringido.
Uno de los aspectos más notables en la difusión de este cine alemán
ha sido poder constatar hasta qué punto las cuestiones de identidad y
memoria histórica han sido una obsesión para muchos de los autores
mencionados, haciendo de Alemania el país en Europa que con mayor celo y
persistencia ha combatido la amnesia colectiva que en ocasiones sigue
aquejando a otras naciones con un pasado reciente ligado al
totalitarismo fascista. Al respecto, la cinta de Lars Kraume Agenda secreta, el Estado contra Fritz Bauer
(2015) registra, en una propuesta comercial y poco innovadora
formalmente, el tema del esfuerzo de un fiscal (judío y homosexual) por
llevar hasta los juzgados alemanes, y no sólo a Israel, a Adolf
Eichmann, criminal de guerra escondido en un país sudamericano. La
popularidad de estas confrontaciones mediáticas con un pasado incómodo
era casi impensable en la Alemania retratada por JM Straub, Helma
Sanders o Fassbinder en sus respectivas cintas No reconciliados, Alemania, madre lívida y La tercera generación.
Algo parecido puede decirse de temas como la homosexualidad y
la liberación con perspectiva de género que podían parecer transgresoras
en el cine de Rosa von Praunheim, Doris Dörrie o, de nuevo, en el
Fassbinder de La ley del más fuerte y Las amargas lágrimas de Petra von Kant, y que pocas décadas después se tratarán con un desenfado singular en alguna cinta del muy popular Tom Tykwer (Tres, 2010) o con una enorme franqueza, al hablar del aborto, en 24 semanas, la pertubadora cinta de Anne Zohra Berrachea, uno de los momentos más intensos de la 15 Semana de Cine Alemán.
En cuanto a temas tabú como el deseo sexual en las personas mayores, tan incómodo para algunos espectadores, de Todos los demás se llaman Alí (Fassbinder,1974) basta ver la manera en que un cineasta tan interesante como Andreas Dresen lo aborda en Cloud 9
(2008), de modo muy explícito, al hablar del erotismo de una mujer que a
los 67 años, y luego de tres décadas de casada, inicia una relación con
otro hombre mayor que ella. Películas más recientes como Calle meteoro (Aline Fisher, 2015) o En el Kölnberg
(Laurentia Genske y Robin Humboldt, 2014) señalan la tentación
totalitaria y la conducta marginal como forma de resistencia cultural en
una Alemania cada vez más permeable al discurso político de la extrema
derecha.
Lo que algunos grandes autores del cine alemán prefiguraban como una
crisis de identidad producto de la gran derrota bélica (Wenders, Straub,
Sanders), se agudizó todavía más luego de una reunificación territorial
que no ha conseguido limar las asperezas y las contradicciones
sociales, y mucho menos desterrar la exclusión y el racismo. El cine de
autor, tal como se concebía en Alemania, y como aún se cultiva y realiza
en Francia, ha cedido el lugar a un acercamiento más concreto,
aterrizado y directo a una compleja realidad contemporánea. Tal vez por
ello, algunas propuestas del cine alemán reciente parecen abiertamente
comerciales, cuando en realidad muchas procuran hacer llegar a públicos
más amplios los cuestionamientos críticos y el mismo combate contra la
desmemoria histórica que tanto interesó y apasionó al cine alemán de los
años 70 y a sus múltiples seguidores.
Twitter: CarlosBonfi1
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