CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Un entorno externo desfavorable, una
economía mexicana que se desacelera, reformas estructurales que aún no
pintan y una política fiscal –responsabilidad de la Secretaría de
Hacienda– que no se aplica en mantener finanzas públicas sanas que
lleven a un marco macroeconómico realmente sólido, obligaron al Banco de
México (Banxico) a bajar, por enésima vez, sus proyecciones de
crecimiento económico para éste y el próximo año.
Al presentar este miércoles el informe trimestral de inflación,
correspondiente al periodo abril-junio, el gobernador del banco central,
Agustín Carstens, informó que la institución bajaba a un intervalo de
1.7% a 2.5% el crecimiento del PIB para 2016, desde un previo de entre
2% y 3%, y para 2017 a uno de 2% y 3%, desde el 2.3% a 3.3% anterior.
La nueva cifra es una reducción dramática desde que el Banco de
México empezó a hacer estimaciones para 2016. En efecto, la primera vez
que hizo una proyección de crecimiento económico para este año fue en el
informe de julio-septiembre de 2014, ocasión en que consideró que la
economía podría crecer en 2016 a un ritmo de entre 3.2% y 4.2%.
Eran los tiempos en que las reformas estructurales se presentaban
oficialmente como la gran panacea para hacer de México un país fuerte,
sólido, con crecimientos altos y sostenidos.
Es decir, que de un promedio de crecimiento estimado en esa fecha, de
3.7% pasó a uno de 2.1% ahora. Eso significa que el organismo ha
reducido sus estimaciones de crecimiento económico para este año en un
43.2%. O, de otra forma: si se concretara la estimación actual del
banco, la economía habrá crecido este año, un 43.2% menos respecto del
estimado inicial.
No es una buena noticia.
Y el propio Banco de México se encargó de decir, en su informe, que
en adelante las cosas no estarán mejor, y más si la Secretaría de
Hacienda, que comanda un devaluado Luis Videgaray Caso, no hace bien su
tarea.
“En efecto, no es posible descartar futuros eventos externos y/o
internos adversos que pudieran afectar a la economía y la inflación, por
lo cual es indispensable apuntalar la fortaleza del marco
macroeconómico del país por medio de políticas monetaria y fiscal
apropiadas.
“En este entorno, después del crecimiento observado en el trimestre
previo, la economía mexicana registró una contracción en el segundo
trimestre del año. En efecto, diversos indicadores sugieren que se
observó una desaceleración del consumo privado, a la vez que persistió
la debilidad de la demanda externa y de la inversión”, dijo.
Tal comportamiento “contribuyó a que, al estancamiento que ya venía
mostrando el sector industrial desde principios de 2015, se sumara un
freno al dinamismo de los servicios”, explicó.
Entorno adverso
En su informe, el banco central insistió en que “la economía mexicana
ha continuado enfrentando un entorno externo complejo, y que se ha
tornado más adverso.
“Además de que ha seguido el estancamiento del comercio mundial y la
debilidad del sector industrial estadunidense, diversos acontecimientos
geopolíticos han acentuado la incertidumbre respecto a las perspectivas
de crecimiento mundial.
“Si bien se continúa previendo una recuperación de la producción
industrial estadounidense que contribuya a impulsar las exportaciones
mexicanas en los siguientes trimestres, se espera que dicho empuje sea
menor al anticipado en el Informe previo.
“Adicionalmente, si bien en el Informe previo ya se anticipaba una
desaceleración de la economía en el segundo trimestre del año, esta fue
más pronunciada de lo previsto”, agregó.
Y las cosas no se ven bien en el futuro inmediato.
El Banco de México considera como riesgos para que la economía
mexicana siga su tendencia descendente, los siguientes factores
textuales:
La posibilidad de que persista la atonía de las exportaciones
mexicanas y que el panorama político y económico prevaleciente en
Estados Unidos pueda afectar el crecimiento de México, al reducir la
inversión en nuestro país.
En este contexto, es necesario seguir tomando medidas que refuercen y den solidez a los fundamentos macroeconómicos de México.
Y de manera elíptica, como siempre lo hace, insistió en sus reclamos
al gobierno federal, en particular a la Secretaría de Hacienda.
Dijo que era una “obligación permanente” el adoptar medidas que “en
el mediano y largo plazos fortalezcan las fuentes internas de
crecimiento para mejorar el bienestar de la población”.
Es decir, que el gobierno no debe esperar de brazos cruzados a que
las condiciones económicas del exterior mejoren. Y que, justamente, el
fomento de las fuentes internas de la economía mexicana es
indispensable, la única forma, para enfrentar con éxito los retos que
vienen del exterior.
Bajo ese panorama, el Banxico hizo un llamado al gobierno federal
para “continuar con la correcta implementación de las reformas
estructurales, ya que estas promoverán una mayor productividad y
competitividad del país”.
Es crucial, pues, que el gobierno se aplique más con las reformas
estructurales, pero también –como lo ha reiterado en los informes
anteriores– “es fundamental también contar con un estado de derecho
sólido y garantizar la seguridad jurídica.
“Modificar el marco institucional en esta dirección no sólo redundará
en condiciones de mayor certidumbre que permitan una mayor inversión en
el país y en que las reformas estructurales alcancen todo su potencial,
sino que permitirá alinear los incentivos de los agentes económicos de
manera que disminuya la búsqueda de rentas y se impulsen actividades que
impliquen una mayor creación de valor”.
Ese ha sido un llamado reiterado del Banco de México. Pero parece que el gobierno no escucha.
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