Nunca he visto a ningún mexicano pidiendo limosna en Estados Unidos
Alejandro González Iñárritu muestra en un artículo para EL PAÍS su profunda decepción con Peña Nieto por recibir a Trump
Ayer por la tarde leí incrédulo la noticia sobre la pantalla de mi
teléfono móvil. Viajaba en tren de Solana Beach hacia Los Ángeles.
Paradójicamente, a través de las ventanas, y en simultáneo, desfilaban
innumerables puntitos de colores esparcidos sobre los inmensos campos de
jitomate que se extienden por la costa del Pacífico. Los alegres
vestuarios de miles de campesinos mexicanos y centroamericanos brillaban
bajo el sol contrastando con la dura y extenuante labor que realizaban.
Sentí una profunda tristeza, indignación y vergüenza.
La invitación de Enrique Peña Nieto a Donald Trump es una traición.
Es avalar y oficializar a quien nos ha insultado, escupido y amenazado por más de un año ante el mundo entero.
Es carecer de dignidad y fortalecer así una campaña política de odio
hacia nosotros, hacia media humanidad y hacia las minorías más
vulnerables del planeta.Es poner en riesgo el futuro y la vida de 16 millones de mexicanos.El 40% de los inmigrantes mexicanos y centroamericanos, más que indocumentados, son refugiados. El 40% de los inmigrantes mexicanos y centroamericanos, más que
indocumentados, son refugiados. Niños y niñas huyendo del hambre,
violaciones, miseria extrema y amenazas contra su vida por parte de
bandas criminales en países que como el nuestro, les han negado un
trabajo y una vida segura y digna.Más que un problema de seguridad y terrorismo, esta es una crisis humanitaria.
Sin embargo, nunca he visto en toda mi vida a un mexicano pidiendo
limosna en una calle en los Estados Unidos. Estos trabajan dura y
honradamente contribuyendo y beneficiando imprescindiblemente la
economía de ambos países. Pero por conveniencia mutua, seguirán siendo
una comunidad de 11 millones de invisibles.
Trump debió ser nombrado desde hace mucho tiempo por nuestro Gobierno
“persona non grata". Por exaltar el odio y la división en su país y
distorsionar esta realidad sin compasión alguna, cadenas televisivas
norteamericanas, corporaciones internacionales, jefes de Estado e
innumerables miembros de su propio partido han roto relaciones,
contratos y todo tipo de asociación con este individuo que con
aterradores brotes sociópatas y fascistas, que ha contaminado al mundo y
herido los valores fundamentales de los que se enorgullecen los
norteamericanos. Sin embargo e inesperadamente, nuestro presidente lo ha
invitado a visitar nuestro país dándole una oportunidad y plataforma
que este ha aprovechado para repuntar y coronarse en Arizona,
prometiéndole a sus seguidores burlonamente, que el “amigo" que acababa
de abrirle las puertas de su casa, no sabía aún que iba a pagar un muro y
le enviaría de regreso a sus millones de mugrosos y criminales.
Nuestro señor presidente, con su inseparable e insustancial lenguaje
leguleyo, no articuló ni exigió nada en concreto. Trump ha tenido el
honor, sin precedentes, de ser el primer candidato norteamericano en
visitar nuestro país manchando para siempre la memoria y la historia de
nuestra nación. Hace 168 años, Antonio López de Santa Ana entregó casi
la mitad de nuestro territorio. Ayer, el presidente Peña Nieto entregó
lo poco que quedaba ya de dignidad.
Tras este acto y como ciudadano mexicano, Enrique Peña Nieto no me
representa más. No puedo aceptar como representante a un gobernante que
en lugar de defender y dignificar a sus compatriotas, sea el mismo quien
los denigra y pone en riesgo al invitar a alguien que como él, no es
digno de representar a ningún país.En estos difíciles momentos, vale la pena recordar la sabia cita del
maestro Martin Luther King Jr.: “Nada en el mundo es más peligroso que
la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda.”
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