El pasado 17 de abril cientos de personas
marcharon de la Estela de Luz hacia las instalaciones de la Comisión
Federal de Electricidad (CFE), en Paseo de la Reforma 164. La marcha
concluyó con un plantón que continúa con carácter indefinido a las
afueras de dicha sede. Quienes realizaron esas acciones fueron mujeres,
hombres, personas jóvenes, adultas y adultas mayores, principalmente de
la ciudad y el estado de México, pertenecientes a la Asamblea Nacional
de Usuarios de la Energía Eléctrica (Anuee).
Luego de que el gobierno de Felipe Calderón decretó en 2009 la
extinción de la compañía de Luz y Fuerza del Centro –que implicó el
lanzamiento al desempleo de 44 mil electricistas y que la CFE asumiera
sus tareas y la prestación del servicio–, miles de mexicanas y mexicanos
vieron que sus recibos de luz empezaron a llegarles con saldos
realmente absurdos, elevadísimos e impagables, sin relación alguna con
su consumo. Fueron los llamados cobros locos. Esta situación se
agravó con la privatización del sector energético puesta en práctica en
la contrarreforma de agosto de 2013. Desde entonces se confirma la
errónea política energética instaurada por el gobierno federal, en la
que identificamos que no se consulta a la ciudadanía, se imponen
reformas privatizadoras y se violentan derechos humanos elementales.
Para defenderse de estos cobros excesivos nació la Anuee hace poco
más de siete años. Se trata de una organización independiente, integrada
de manera libre por ciudadanos y ciudadanas. Una de sus primeras
acciones fue promover quejas masivas contra la CFE por esos cobros
abusivos ante la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco). Sin
embargo, los agravios de la CFE contra las personas usuarias no se
limitan a los cobros excesivos y arbitrarios, pues la empresa ha
emprendido una serie de medidas encaminadas a fiscalizar, vigilar y
hostigar a las personas usuarias, tales como la instalación de medidores
de prepago sin su consentimiento y la sustitución de la red de líneas
de cobre por aluminio, llegando incluso al extremo de abrir procesos
penales contra quienes se oponen a estos actos o contra quienes se
oponen, mientras no se resuelva su queja ante la Profeco, a pagar el
servicio de energía eléctrica.
En estos años la Anuee ha avanzado no sólo en la cantidad de miembros
y organización: también ha avanzado en la compresión del problema que
busca resolver y en la construcción de soluciones. La Anuee ya no lucha
solamente contra cobros excesivos, lucha también por el reconocimiento
de la energía eléctrica como derecho humano. Para que el derecho humano a
la energía eléctrica sea elevado en el artículo cuarto de nuestra Carta
Magna a rango constitucional, su planteamiento a la sociedad y al
Estado pone de nuevo en el centro del debate que los bienes y recursos
de nuestro territorio deben ser para bien de los pueblos y comunidades
que habitan en él. El movimiento social de la Anuee merece, pues,
reconocerse. La fuerza y la relevancia social y política que ha
construido confirma que debemos apostar a la organización social para
luchar por que nuestras necesidades básicas sean reconocidas por el
Estado como derechos humanos y no como mercancías.
La energía eléctrica por sí misma cuenta con los elementos
necesarios para ser considerada dentro de los derechos económicos,
sociales, culturales y ambientales (Desca), que se relacionan
directamente con las necesidades básicas de toda la humanidad para vivir
con dignidad. Tenemos entre ellas la alimentación, el agua, la salud,
la vivienda, la educación, el trabajo, la cultura y el medio ambiente
sano. Los Desca, como los derechos civiles y políticos, deben ser
también respetados, protegidos, promovidos y garantizados por el Estado,
según señala el artículo primero constitucional. Además, por su
naturaleza, deben contar con disponibilidad; asequibilidad, tanto física
como económica, y calidad adecuada y adaptabilidad cultural. La energía
eléctrica se ha convertido en una necesidad para la vida digna de las
personas, las familias y las comunidades. Se necesita para el estudio,
el trabajo, la conservación de alimentos y medicamentos, las
comunicaciones y la seguridad.
De ninguna manera una persona debe verse compelida a elegir entre
comer el pan de cada día o pagar la luz. De ninguna manera se debe
privar de los Desca a nadie por ninguna razón, menos por razones
económicas. La lucha de la Anuee muestra vivamente cómo se construye y
reconoce un nuevo derecho humano y confirma que los derechos humanos,
todos, son producto de las luchas de los pueblos. No se necesitan
concesiones de los de arriba. La Anuee lleva un mes en plantón y reclama
toda nuestra solidaridad a sus demandas: reconocimiento del derecho
humano a la electricidad; tarifa social justa; borrón y cuenta nueva a
los adeudos generados desde 2009; empleo digno para la Cooperativa Luz y
Fuerza del Centro; cobertura en todo el territorio nacional de manera
adecuada, asequible y respetuosa de las costumbres de comunidades y
pueblos, y, finalmente, renacionalización de la industria eléctrica.
Su lucha no es sectorial, es de todos y todas, pues todos y todas
usamos la energía eléctrica. Este artículo se escribe también en memoria
del compañero Gerardo Mata Mendoza, quien falleció la madrugada del 29
de abril en el plantón de la Anuee víctima de un paro cardiaco. Pese a
su delicada salud, pues padecía diabetes, Gerardo Mata se entregó a la
lucha con alegría y entusiasmo. Ofreció su vida para conquistar un
derecho más para el pueblo mexicano. Pongamos el hombro a la lucha de la
Anuee para que su sacrificio no sea en vano. Hoy sabemos que la lucha
de esta asamblea de usuarios y usuarias es ya un referente de defensa
colectiva de derechos humanos y un aliento para continuar en la
construcción de un país digno y en paz.
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