Por: Argentina Casanova*
“Quien no conoce su historia, está condenada a repetir sus errores”, Paul Preston
México vive hoy uno de los momentos más complejos en su historia, en la que cíclicamente se repiten eventos que parecía que ya habíamos vivido: hallazgos de fosas clandestinas, casos de feminicidio y homicidios a la alza, delitos que se cometen por esa violencia horizontal derivada de las condiciones que prevalecen en el país, además de la vertical, por omisiones o acciones de instituciones y sus representantes. Pese a ese antecedente, hoy escribimos la historia que mañana nos avergonzará.
Quizá cobrar conciencia de esa dimensión nos ayude a documentar, a registrar desde otros ojos lo que hoy día estamos viviendo en México, para al menos, contribuir a los hechos que se investigarán en el futuro como el período en el que la violencia se convirtió en sinónimo de nuestro país.
Se trata de mirar objetivamente no sólo el número de personas que son víctimas de homicidios y feminicidio, sino a quienes están buscando justicia y no la encuentran, la falta de debida diligencia por parte de algunos y algunas instancias en la investigación y en los procesos que afectan así la posibilidad de acceder a la justicia.
Hablamos de los miles de desaparecidos que hoy día forman la lista que según informes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos han contribuido a engrosar el número hasta fluctuar entre 25 y 30 mil personas de las que no se sabe su paradero, y de los que hay poca información para determinar con precisión su condición de “desaparecida”, ausente o ubicación no determinada, que al final se convierte en la retórica que rodea a las personas desaparecidas.
Paralelamente hablamos de hallazgos cada vez más constantes de fosas clandestinas en las que habría que adoptar medidas de protección a los restos para garantizar su identificación a través de estudios de ADN.
Hablamos de las personas migrantes de otros países que en medio del grave momento de violencia que se vive en México, ingresan al territorio nacional y nunca más se vuelve a saber de ellas y que son buscadas por sus familiares en sus lugares de origen, pero en el territorio mexicano en medio de la emergencia y la crisis de violencia derivada de la presencia del crimen organizado y las violaciones a los Derechos Humanos, se convierten en un montón de huesos del que nadie quiere saber nada.
Es la realidad de las y los periodistas asesinados, criminalizados, investigados, amenazados, desplazados y obligados a cambiar de lugar de residencia por el hostigamiento de grupos de poder locales.
Es lo que están viviendo quienes defienden los Derechos Humanos que son asesinadas por defender la tierra y los recursos naturales, pero la evasión suele ser el responsabilizar al crimen organizado y nadie sabe a ciencia cierta si se puede descartar la presencia de los corporativos internacionales que luchan por apropiarse de los recursos naturales en México en medio del caos y la impunidad.
El homicidio de un joven y el linchamiento público de un extranjero no hace de México un lugar de “salvajes”, las turbas se mueven en todo el mundo y se desplazan de un lugar a otro y responden al sentido más primitivo de la humanidad, pero lo que sí caracteriza a nuestro país es el hartazgo y la impunidad ante la falta de actuación por parte de las autoridades que tendrían que considerar los escenarios actuales en el territorio nacional.
Cada uno de estos eventos que hoy ocurren, que compartimos en redes, que hablamos y que socializamos, forman la historia de mañana, y lo que nos deberíamos preguntar es cómo estamos contribuyendo a que estos eventos que sin duda serán vistos como el período de violencia social con más víctimas en México, se documenten de manera responsable, honesta y humana, y de protección a las víctimas fundamentalmente.
Mucho tendríamos que aprender de la historia que México ha vivido, de los eventos que nos avergüenzan y nos llenan de indignación en el pasado y que hoy día podríamos estar repitiendo, ser parte, actores y actoras de lo que mañana será la historia de un país que se nos iba de las manos mientras perdíamos el tiempo en la selfie y en las discusiones estériles sin acción e intervención a favor de la población.
* Integrante de la Red Nacional de Periodistas y del Observatorio de Feminicidio en Campeche.
CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | Campeche, Cam .-
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