Antonio Gershenson
La Jornada
Del 9 al 15 de junio se celebró, en Bergen, Noruega, el Congreso de 2017 de la Asociación Internacional de Asociaciones de Túneles y de Espacios Subterráneos (ITA). Durante esos seis días, más de mil 500 delegados –expertos, académicos e ingenieros civiles y de túneles para ferrocarril– convivieron y trabajaron sobre los diferentes aspectos de los túneles y espacios subterráneos.
Con 340 documentos y 120 conferencias, el Congreso se mostró como el primer evento mundial de su ramo. El mercado europeo mostró que sigue un desarrollo lento pero estable, y China por sí misma fue reconocida como aproximadamente 50 por ciento del mercado mundial tratado, de túneles y espacios subterráneos.
Se vio que, con su desarrollo, el total de áreas férreas en proceso en China, India y el sudeste asiático, igualan al total europeo, y todas ellas juntas igualan a 75 por ciento del total mundial.
Nigeria ya se estaba agregando a la asociación. ¿Y México? Nada. Como es sabido, el Gobierno canceló la obra ferroviaria en perspectiva, muy pequeña en comparación con lo que hablamos, y en cambio le da continuación al nuevo y muy caro aeropuerto.
Nigeria tuvo un crecimiento promedio, de 2009 a 2015, de 5.6 por ciento, y le da importancia a los ferrocarriles. México demostró, entre 1940 y 1982, que era posible un crecimiento anual de 6 por ciento. Y ha tenido en el pasado periodos de crecimiento de los ferrocarriles. Es posible, por supuesto que sacudiendo al régimen que fue impuesto desde 1982 con De la Madrid, tanto con el PRI como con el PAN, y volver a crecer y a mejorar el nivel de vida de la mayoría de la población.
Una minoría de millonarios en México mejora, no sólo los altos funcionarios. Y el salario real de la mayoría, está bajando.
Un caso que muestra esto es el que se construyen muchos edificios, con permiso de ésta u otra autoridades. Como se requieren uno u otro permisos, se recurre a las autoridades correspondientes (a veces, ni siquiera se tienen éstos), y los dueños del dinero se lanzan a romper el suelo, o todo o parte de lo construido ahí, y se van a las diferentes etapas de la construcción. Ya cuando están en marcha, pobre del que, aunque sea involuntariamente, estorba el movimiento, no sólo de sus máquinas, sino de los billetes que van llenando sus bolsillos.
Se nota que eso es un gran negocio, si no, no veríamos tantas construcciones en proceso en tantos lados. Ni les importa cuanta gente fue desalojada, ni cuánto afectan a las otras viviendas cercanas, ni a sus trabajadores accidentados, ni a las personas que ya no podrán pasar, ni nada por el estilo. En general, que yo sepa no se trabaja sólo de noche, como se hacía en la ciudad hace años en casos importantes para no afectar tanto a terceros, como me constó de 2000 a 2007. Ahora vemos obras en curso en pleno día, hasta en avenidas como Insurgentes.
En varios sentidos, con estos gobiernos ya vemos no sólo salarios en bajada, sino a partes de ciudades en peor estado.
antonio.gershenson@gmail.com
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