Bernardo Barranco
La Jornada
Bajo el proceso de un
procedimiento sancionador, el Instituto Electoral del Estado de México
(IEEM) ha citado el 13 de julio a comparecer al sacerdote Alejandro
Solalinde, uno de los actores religiosos de origen mexiquense más
destacados, bajo supuestas violaciones electorales. El PRD mexiquense lo
acusa de cometer actos de proselitismo electoral en favor de Morena por
mensajes difundidos en redes sociales, en especial en periodo de veda.
El caso ha levantado interés y preocupación, pues se trata de un actor
relevante en la vida política del país. En algunos casos su activismo en
favor de los derechos humanos, en especial de los migrantes, lo lleva a
sacudir la conciencia social y ética del país. Su infatigable celo en
la denuncia le ha acarreado advertencias y acechantes amenazas de muerte
en diversas ocasiones. Ahora Solalinde ha pasado ser de un amigo
entrañable del PRD a un malqueriente. En primer lugar, el marco jurídico
es muy claro, el artículo 130 de la Constitución sostiene el principio
histórico de separación entre el Estado y las iglesias. En materia
política establece:
Los ministros no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna. El proselitismo es ratificado en el artículo 14 de la ley de asociaciones religiosas. A su vez, a Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, en su artículo 455, asienta:
La inducción a la abstención, a votar por un candidato o partido político, o a no hacerlo por cualquiera de ellos, en los lugares destinados al culto, en locales de uso público o en los medios de comunicación. Ningún ministro de culto debe escapar a la ley, sea conservador o progresista, sea católico o cualquier otra Iglesia. Independientemente de nuestras preferencias, sea Norberto Rivera o Raúl Vera, la ley no debe tener distingos. Es cierto que mediáticamente se les carga la mano a los conservadores cuando irrumpen en la esfera pública. Por ejemplo, Hugo Valdemar, con largos jaloneos entre Gobernación y el IFE, fue apenas apercibido por Gobernación en 2011 por haber llamado públicamente a los católicos a no votar por el PRD. Hay otro caso reciente, se trata del obispo de Aguascalientes, monseñor José María de la Torre Martín, a quien se le acreditó proselitismo durante el pasado proceso electoral de 2016 en la entidad. Por ello desde febrero pasado la sala superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ordena a la Secretaría de Gobernación proceder al respecto, es decir, sancionar, pero no ha procedido o no ha querido. ¿Quién se atreve tocar a los príncipes de la Iglesia? ¿Sigue vigente el fuero religioso? ¿Por qué frente a las constantes intromisiones del clero en los procesos electorales el Estado se achica? ¿Tienen miedo a provocar el poder social de la Iglesia?
El caso de Solalinde es diferente. Es cierto que el sacerdote en su
activismo y denuncia se sitúa en las fronteras del discurso
antisitémico. De manera regular se enfrenta al Estado, a sus
instituciones y gobiernos. Pero el caso que nos ocupa, tiene sus
particularidades. Los días en periodo de veda, antes de la jornada del 4
de junio, el padre Solalinde subió varios tuits y videos, donde llamó
al voto y a no dejar coaccionar el voto. También pidió a los obispos y
sacerdotes de la entidad promover la participación ciudadana. También
desmintió una nota falsa suministrada por el portal electorama.com
de que declaraba un apoyo a Juan Zepeda. Se desmarcó tuiteando:
“Respecto a nota falsa difundida hoy en un portal electrónico reitero
que la maestra @delfinagomeza es la única opción de cambio en #Edomex”. El 3 de junio, regresa pronunciando:
Mexiquenses, que no los sorprendan, no he dado apoyo a Juan Zepeda, ni al PRD, ni al PAN y mucho menos al PRI. La única oposición es Morena. Estos son los mensajes impugnados por el PRD. En términos de libertades, incluida la religiosa, Solalinde expresa su posición política, pero no llama a votar, ni a no votar; en favor o en contra de ningún partido. En sentido estricto no hace proselitismo, como sanciona la Constitución. Proselitismo es la acción, según el diccionario de Real Academia:
El celo por ganar prosélitos, es decir, incorporar personas para una religión o causa política.
No hay una inducción evidente a terceros de manera explícita
para votar por ningún partido. Por ello la propia Fepade ha desechado la
queja, ya que no constituye ilícito. En Twitter, el funcionario federal
Santiago Nieto escribió: ‘‘En la #Fepade hemos determinado la
abstención de investigar en la denuncia vs el @padresolalinde.
No es delito al no ser en acto de culto’’. Yo añadiría que no sólo es
el lugar sino sus dichos. Este jueves, Solalinde se meterá en la boca
del lobo, es decir visitará al IEEM. Se encarará con su secretario
ejecutivo, Javier López Corral, masón proveniente de Atlacomulco. Un
hombre frío del sistema, impuesto en 2008 por el entonces gobernador
Enrique Peña Nieto. Solalinde por ello señala que ahora se enfrenta al
PRI, el PRD como vehículo quedó atrás. Sabe bien, que tanto el IEEM como
el tribunal electoral local son territorios colonizados. La prédica
social del cura se ha focalizado en una crítica sistemática al gobierno y
al propio Peña: migrantes, Ayotzinapa, corrupción, vínculos con
narcotráfico, entre muchos temas. ¿Será la hora de resarcimientos? ¿El
grupo en el poder le cobrará tantas afrentas? No lo creo. El caso
legalmente es débil y políticamente es inconveniente. El propio proceso
poselectoral mexiquense se calentaría y se enturbiaría aún más la
asunción de Alfredo del Mazo. El mismo IEEM saldría perdiendo que ahora
se quiere lavar la cara ante el cúmulo de irregularidades electorales
fraudulentas toleradas y cometidas por el propio órgano electoral.
Habiendo tantos transgresores del proceso electoral mexiquense se cita a
un cura valiente. Teniendo a tantos funcionarios del gobierno local,
encabezados por su gobernador, como verdaderos delincuentes electorales
se procede a intimidar a un luchador social. ¿Cuántos operadores neomapaches electorales
disfrutan sus logros sin que nadie los toque? Sin duda, el PRD cometió
un error de cálculo. Pregunto al partido, ¿por qué no se inconformó con
aquella comida, a fines de marzo pasado, entre los obispos mexiquenses y
el presidente Peña, en la que, según filtraciones de Proceso,
les pidió apoyo por su candidato Del Mazo? ¿Eso no es delito electoral?
Se vale encajarse contra el cura atrevido, pero frente a los príncipes
de la Iglesia, ni quién se meta
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