Marcha Lesbo-Trans*Feminista 2 de julio del 2017, San Cristóbal de la Casas, Chiapas
Aprendimos desde la infancia a dividirnos por colores, por tamaños, por
géneros, por sexos, luego por ideas. Nos enseñaron que hay cosas que
están bien, otras que están mal y punto. Que siempre hay un lado bueno y
otro malo, que la noche no tiene nada que ver con el día y que el color
blanco nunca llegará a ser negro ni viceversa. Que quien no está de
acuerdo con nuestra postura, está en contra nuestra. Y que hay que
mantenernos lejos de quien no está de nuestro lado y no es nuestro
“igual”. También nos hicieron creer que no sabemos y no podemos
construir en conjunto, que todo se trata de competir, que con las garras
tienes que defender lo tuyo, a costa de lo que sea y de quien sea.
Con el feminismo fuimos desdibujando las líneas que separan tajantemente
los binomios del mundo. A cuestionar el género y el sexo, a ponerlo
todo en duda, todo. Y nos dimos a la tarea de empezar a desordenarnos y
de-construirnos, como un ejercicio permanente, aunque doloroso. A
reconocer la diversidad y la disidencia y reconocernos en ella.
Algo que nunca nos enseñaron fue a gestionar nuestras diferencias,
nuestros desencuentros. Al parecer no supimos mucho de comunicación
asertiva y cuidado emocional. Y desde nuestras heridas, el feminismo nos
ha enseñado que es necesario trabajar y hablar de esto. Que es
necesaria la autocrítica en nuestros movimientos. Que por más que
estamos juntas, tampoco tenemos que estar todas siempre de acuerdo, o en
desacuerdo y que se vale definir los límites de nuestras alianzas. Que
es importante tomar en cuenta nuestras discrepancias. Sin embargo, es
bien fácil que se nos asome el patriarcado, pues eso aprendimos e
interiorizamos. Y eso frecuentemente resulta en guerras campales que se
heredan generación tras generación entre feministas.
¿Cuántas veces hemos cerrado el FB al ver cómo nos estamos dando con
todo al confrontar nuestras distintas posturas? Es necesario este
ejercicio crítico, pero ¿tenemos que hacerlo tan doloroso? Creemos que
es urgente replantear nuestras formas, porqué en cada ataque que nos
damos, la embestida se la lleva el feminismo.
Del 28 de junio al 2 de julio de 2017, se llevaron a cabo las Jornadas
LesboTrans*feministas en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Espacio
convocado y construido por diversas colectividades (Colectiva Lésbica
Autónoma Chamanas, Kinal Antsetik, Afrokute, Proyecto Inmiscuir, entre
otras), con el propósito de promover la escucha, el
aprender/desaprender, para el fortalecimiento de las luchas feministas a
partir de la construcción de alianzas. ¿Cómo transformar las políticas
reaccionarias y divisorias que vienen generando conflictos entre los
diferentes feminismos que atraviesan las luchas activistas en San
Cristóbal de las Casas y en todos nuestros contextos?
Los aprendizajes de estos días para mí son incuantificables e
inexplicables. Pero quisiera destacar por ahora uno de los más
relevantes, desde mi perspectiva: estas jornadas fueron construidas
desde la apuesta política y feminista de la ternura radical
(http://hysteria.mx/ternura-radical-es-manifiesto-vivo-por-dani-demilia-y-daniel-b-chavez/).
Y en este sentido, al inicio se compartieron una serie de propuestas
como parte de una “Ética de comunicación y escucha”.
Comparto estas sugerencias que pretenden ser feministas, críticas y
tiernas a la vez, como una herramienta que podamos utilizar en aquellos
espacios donde también intentamos hacer nuestra revolución feminista.
Online - Offline. En la plaza, en la calle, en la asamblea y también en
la cama ¿por qué no?
• Los diálogos comienzan desde nuestro lugar de enunciación.
Partimos del lugar en que hablamos, tomando en cuenta tanto lo que
ofrecemos a la conversación como lo límites y/o puntos ciegos de cada
lugar.
• Desafiamos las ideas, no atacamos a las personas. Retamos
actitudes y comportamientos, no esencialismos las características de una
persona.
• Tenemos en cuenta que cada persona es un mundo. Nuestras
intersecciones identitarias, bagajes culturales, memorias corporales y
experiencias de vida son complejas y distintas.
• Mantenemos un lugar de reflexibilidad propia y estamos
dispuestas a aprender y escuchar experiencias vividas que no
compartimos, antes de llegar a conclusiones.
• No pretendemos representar a las lesbianas ni a la personas
trans. Sino hablar de nuestras experiencias en nuestros contextos.
• No participamos en fobias y discriminaciones. Cuando ocurren
comportamientos de esta índole, lidiamos inmediatamente con ellos para
no engendrar reacciones reactivas ni pasivo agresivas. Comenzamos una
conversación no con “tú me hiciste sentir esto”, sino, por ejemplo, “tus
acciones y palabras me provocaron esta emociones porque…”.
• No queremos falsas diplomacias, sino relaciones sinceras y
reales. Para tal, estamos dispuestas a momentos y energías incomodas
durante esta construcción.
• Tomamos la responsabilidad de nuestras propias emociones y lo
que necesitamos para estar bien. Democratizamos la labor emocional,
para que ninguna persona individual quede con esta carga. Aprendemos
juntas como cuidar el espacio emocional de la colectividad.
• Consideramos de manera rigurosa, perspectivas distintas
suspendiendo el yo-centrismo de las ideas, siempre dispuestas a
cuestionar y o afirmar nuestros puntos de vista.
• Ante todas las dificultades que enfrentamos, tanto en la vida
como cuando nos juntamos, queremos también gozar en el aprendizaje y la
construcción de nuestras comunidades de alianzas.
¿Esto será bueno para empezar? Apuesto por que sí. Ante un contexto cada
vez más violento que nos exige la mayor fuerza al accionar, se vuelve
urgente darnos chace de probar estas propuestas de escucha y
comunicación. No queremos alianzas irreflexivas, tampoco queremos
guerras históricas y campales que nos debiliten.
Queremos escucharnos, recocernos y, allí donde podamos coincidir, tomar
se pequeño gran pretexto para articularnos. Porque el enemigo está
afuera, es uno, nos lleva siglos de ventaja y él sí tiene cómplices bien
articulados.
*Dirce Navarrete Pérez es politóloga feminista @agateofobia_
Fotografía de Gio Leal
Por: Dirce Navarrete Pérez* Cimacnoticias | Ciudad de México.-
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