3/26/2019

Partidos ricos y reprobados


Alberto Aziz Nassif


Desde la reforma político-electoral de 1996, la que permitió tener un sistema de competencia equitativo y plural, los mecanismos de financiamiento de los partidos políticos han sido un problema. Se logró tener alternancia y autonomía, acceso a medios masivos, financiamiento público preponderante y una distribución plural del poder. Sin embargo, no se logró un sistema de financiamiento corresponsable a la representación política y contar con partidos políticos democráticos y transparentes, por eso hoy sólo tienen un nivel de confianza de 3.9% (EL UNIVERSAL, 13/III/2019). En estos días de nueva cuenta se propone ajustar el financiamiento y reducirlo a la mitad.
Se ha dicho de forma repetida que sin partidos políticos no hay democracia y que sin partidos la representación política se cancela. Con las premisas podemos estar de acuerdo, pero es conveniente añadir que con estos partidos que tenemos la calidad democrática y una buena representación son muy difíciles de obtener. Por eso se puede caracterizar a la democracia en México como una partidocracia. Se llegó a tal nivel de excesos y abusos por parte de la clase política, (corrupción, privilegios, impunidad, violencia) que se generó una crisis cuya mejor expresión son las elecciones del pasado 1º de julio, unos comicios con un realineamiento de las preferencias ciudadanas que llevaron al país —otra vez— a un formato de partido dominante. Este cambio significó que el sistema de tres grandes partidos, que había desde 1989 (PRI, PAN y PRD), entrara en una crisis de pronóstico reservado.
Morena en la Cámara de diputados propuso la modificación del Artículo 41 de la Constitución en su Inciso A, para que el gasto ordinario disminuyera a la mitad. La propuesta se queda corta, porque debería ser general, también para el gasto en las campañas. Detrás de esta iniciativa existe una larga historia. Se puede decir que hay una demanda popular permanente para que los partidos tengan menos recursos públicos. A lo largo de las reformas electorales de los últimos 23 años, ha habido una promesa incumplida: se anuncia que va a disminuir el dinero para los partidos, pero resulta exactamente al revés, siempre tienen más recursos públicos. Los partidos y sus grupos parlamentarios fueron capaces de convertir el Artículo 41 de la Constitución en un código y constitucionalizaron el financiamiento de los partidos, ninguno otro gasto aparece con ese carácter en la Carta Magna. Entre 2007 y 2008 la clase política hizo una reforma para generar un nuevo modelo de comunicación basado en los tiempos del Estado para radio y televisión; a partir de entonces ese espacio es usado por los partidos con lo cual se ahorraron más de un 70% de su financiamiento que gastaban en la compra de tiempos en radio y televisión. De esta forma, los partidos ya no gastan en medios, pero su financiamiento siguió prácticamente en las mismas dimensiones.
Hay varios argumentos en contra de la reducción del dinero público a los partidos, pero el más popular es el que dice que aumentará el dinero privado, limpio o sucio. Me parece que lo que se tiene que mejorar son los mecanismos de fiscalización para que los partidos no prefieran pagar la multa y cometer el acto de meter recursos ilícitos a sus campañas. La última reforma electoral, 2014, penaliza con la anulación de una candidatura en caso de rebasar el tope de campaña. En estos días también he escuchado que Morena propone esta reforma porque quiere aprovecharse de su condición de partido dominante para debilitar a la oposición. Hoy, la mejor prueba de que el que gasta más dinero ya no necesariamente es el que gana las elecciones, la tuvimos con Morena, un partido nuevo, que gastó menos que el PRI y el PAN y arrasó en 2018. La austeridad debe alcanzar para reducir el dinero público para campañas y hacerlas más cortas, con más debate y menos spots, como en el modelo europeo.
En estos tiempos de austeridad los partidos políticos están obligados a reducir sus gastos. No se trata de aumentar el dinero privado, sino de cambiar el modelo para que se haga más política, haya mejor representación y menos negocio. Es tiempo de cambiar el modelo de partidos ricos y reprobados…
Investigador del CIESAS.
@AzizNassif

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