Jorge Santibáñez*
Hace unos días se reunieron a
cenar en casa de un alto ejecutivo de Televisa Jared Kushner y el
Presidente mexicano. Hay quien dice que en el cúmulo de noticias el tema
es irrelevante y se olvidará. Puede ser, pero el hecho de que se olvide
no lo hace intrascendente. La reunión tiene problemas de forma y fondo
sobre los que vale la pena detenernos.
Empecemos por la forma, ¿por qué se reunió con Kushner?, ¿y por qué
en casa de Bernardo Gómez? Kushner no tiene un cargo formal en la
administración Trump, si acaso uno menor. Sin embargo, en la práctica el
también yerno del presidente estadunidense tiene una gran influencia y
es el encargado de la relación, principalmente comercial y de negocios
con varios países, entre ellos México.
Esa situación lo tiene incluso en problemas legales en Estados
Unidos, es un personaje demasiado cercano a Trump, no en el terreno
institucional sino en el personal. Apostar a Kushner como interlocutor
puede ser rentable en el corto plazo, pero muy costoso en el mediano y
largo plazo. Esa crítica no es nueva y ya se hizo a la administración
anterior. ¿Por qué darle esa importancia a Kushner que es un personaje
crecientemente conflictivo? ¿Por qué no dejar que el secretario de
Relaciones Exteriores o de Economía o la embajadora de México en Estados
Unidos asistieran a la reunión y no el Presidente mexicano?
Llama la atención el lugar de la reunión y los asistentes. Las
relaciones de Kushner son ampliamente conocidas y están en el mundo de
los negocios. No sorprende entonces que él cene en casa de un ejecutivo
de Televisa, pero sí que el Presidente mexicano lo haga, porque además
él ha insistido que ya no se pertenece a sí mismo, sino al pueblo, y la
casa de Bernardo Gómez está alejada del pueblo. Reunirse en ese contexto
no fortalece la investidura presidencial.
Vayamos a los temas de fondo, ¿de qué trató la reunión?, ¿qué
implicaciones tiene para México y para los mexicanos en Estados Unidos?
Por lo que AMLO dijo, en la reunión se abordó el tema de inversiones
estadunidenses en el sur de México y en Centroamérica (la Secretaría de
Economía ni siquiera estuvo entre los invitados). Ese tema es
preocupante.
AMLO ha manejado insistentemente que el desarrollo de Centroamérica
evitará la emigración. Tiene razón en el largo plazo, pero
desafortunadamente eso no resuelve el corto. Él mismo y su secretario de
Relaciones Exteriores han hablado de que
se destinarán fondos importantes para ese propósito, pero resulta cada vez más claro que en realidad se trata de negocios estadunidenses en la región y la cena fue con el promotor de esos negocios, Jared Kushner, y es discutible que las inversiones que promueve vayan a desarrollar la región.
Las razones que moverán esas inversiones ya las conocemos, tratan de
maximizar ganancias, relajar regulaciones y acceder a mano de obra
barata y flexible. De hecho, ese tipo de inversiones contribuyen a la
emigración, no la frenan. Nada más contrario al discurso presidencial de
que ya se acabó el neoliberalismo. Nada más neoliberal que cenar con
Kushner en casa de Bernardo Gómez para promover negocios de empresas
estadunidenses. Nada más alejado del pueblo.
Donald Trump tiene una política que estigmatiza a los mexicanos en
Estados Unidos y los presenta como criminales. No sólo es un discurso de
un candidato en campaña, lo dijo en el State of the Union en el
Congreso estadunidense en su calidad de presidente.
Apenas unas horas antes de la cena, el Senado mexicano había aprobado
un punto de acuerdo condenando esa política migratoria. Sentarse a
cenar con su enviado y ni siquiera tocar el tema (como el propio AMLO
aclaró), contribuye a la normalización de ese discurso antimexicano y
perjudica a esos mexicanos en Estados Unidos que tanto aportan a México.
Sería bueno que nuestro Presidente los considerara también pueblo y se
entregara a ellos.
* Presidente de Mexa Institute
Twitter: @mexainstitute
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