Serpientes y escaleras
Salvador García Soto
Cada día que pasa, en la misma medida que dolorosamente aumenta la cifra de muertos, disminuye el tiempo que le queda al gobierno federal de dar a conocer a los mexicanos una versión creíble y coherente de lo que pasó en Petróleos Mexicanos y su devastado edificio administrativo.
No hay hasta ahora, cinco días después de la tragedia, ningún indicio, ninguna información, ningún peritaje ni siquiera preliminar que nos diga a los mexicanos qué o quiénes ocasionaron una explosión de tal magnitud en una instalación estratégica, tuvieron tal capacidad de destrucción y, lo más grave, mataron a 37 personas e hirieron a 101 trabajadores.
“No especular” pidió a los mexicanos el presidente Enrique Peña Nieto el día de la explosión, pero la petición presidencial no ha sido respaldada hasta ahora con información oficial, datos, peritajes, líneas claras y fuertes de investigación que llenen el vacío de información que se está generando y que, lo quiera o no la autoridad, comenzará a ser llenada con especulaciones y versiones que intenten responder las preguntas que no está siendo capaz de responder el gobierno: ¿fue un atentado terrorista? ¿Qué grupo u organización tendría tal nivel de capacidad y uso de explosivos que no dejan rastro como el C4? ¿O fue un accidente, una falla de mantenimiento industrial? ¿Una explosión de ductos?
Toda proporción guardada, cuando ocurrió el terrible atentado de Oklahoma, el 19 de abril de 1995, el FBI en los Estados Unidos tardó unas tres horas para tener a un primer sospechoso detenido y mucho menos para informar qué explosivos se utilizaron en el acto, cuál fue la mecánica de los terroristas y cuáles eran sus reivindicaciones religiosas, sin que hubiera habido una reivindicación formal de ningún grupo.
¿Por qué en México es tan difícil saber con prontitud la verdad de lo que ocurrió? Tenemos hoy en día instrumentos científicos y áreas de seguridad especializadas en explosivos y explosiones, hay laboratorios especializados en la Policía Federal con la misma tecnología del FBI y con técnicos altamente capacitados, hay peritos con experiencia en varias dependencias de seguridad. ¿Cuál es entonces el motivo de tanto retraso en la difusión pública de información? ¿Acaso se está controlando la información de los primeros peritajes, se está armando una versión oficial o el caso rebasó la capacidad de nuestras autoridades?
En cualquier caso, el gobierno está a contrarreloj para dar ya una primera versión oficial de la más fuerte explosión que se recuerde en un edificio público en México. Muchos empiezan a darle un carácter político al infortunado evento y hablan del fin de la “la luna de miel” entre el presidente Peña Nieto y la sociedad; otros empiezan a ver un atentado de grandes magnitudes y le dan un carácter de un “mensaje” al gobierno peñista, y los más, aunque empiezan a convencerse de lo que escuchan, esperan saber qué dice la autoridad con sus peritajes e investigaciones.
Pero al final hay una cosa cierta: cuánto más tarde la explicación gubernamental de lo sucedido, más se desatarán las especulaciones, al grado que cuando surja la tan esperada “versión oficial” se corre el riesgo de que ya nadie crea en ella, como ha ocurrido en muchos casos de accidentes, asesinatos, tragedias y atentados en la historia reciente del país que son recordados más por la versión popular que por los resultados oficiales.
Ese es el gran peligro que enfrenta el gobierno de Peña Nieto con este caso; más allá de si termina o no esa “luna de miel”, el Presidente se está jugando la credibilidad de su administración en este asunto. O hay una versión pronta y creíble de lo que pasó en ese edificio de Petróleos Mexicanos o la sombra de duda y desconfianza que ya tenía un sector de la sociedad se extenderá, afectando a un gobierno que parecía iniciar con otro panorama.
NOTAS INDISCRETAS… En el CEN del PAN se dicen “sorprendidos y decepcionados” de los comentarios del senador Roberto Gil Zuarth, que al parecer en un afán de desviar la atención del tema de los casinos, habló de un faltante de 115 millones en la campaña de Josefina Vázquez Mota, sobre el cual pidió a la dirigencia de Gustavo Madero “darle una explicación al IFE”. El problema es que en el CEN afirman tener documentos firmados por Gil donde se prueba que recibió ese dinero y mucho más. Y amenazan con darlos a conocer… Los dados mandan Serpiente. Mal inicia la semana.
sgarciasoto@hotmail.com
@sgarciasoto
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