Luis Hernández Navarro
El profesor Octavio
Estrada Martínez se hizo famoso el pasado 17 de mayo. Maestro en la
escuela primaria Leona Vicario de la ciudad de Oaxaca, fue el único
docente en negarse a suspender labores en su plantel. Su fotografía,
impartiendo clases en la calle, fue reproducida en primera plana de
cinco diarios nacionales.
Esa noche, el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer,
conversó por videollamada con el profesor Estrada. El funcionario le
transmitió las felicitaciones del Presidente de la República,
por su valor, civismo y compromiso con la educación.
Sin regatear elogios, Nuño Mayer dijo a don Octavio que él era un
modelo de lo que se quiere en la educación para los niños, y agradeció
su actitud de valentía. Es usted –añadió– un ejemplo de lucha, un
símbolo que ha conmovido a la sociedad. Y, ya encarrerado, lo invitó a
que lo visitara en sus oficinas
para conversar sobre sus 30 años de servicio.
En su afán por inventar un héroe que defienda la reforma educativa,
el secretario pasó por alto algunos pequeños detalles de la trayectoria
profesional del maestro Estrada Martínez. Por ejemplo, que no está
titulado, no cuenta con cédula profesional, ni domina metodología de
enseñanza alguna.
También ignoró algunas sorpresas del historial laboral del prócer.
Entre otros, que de los 30 años que tiene en el servicio, sólo estuvo
frente a grupo 15. El resto del tiempo se desempeñó como auxiliar
técnico, con frecuencia supervisando personal de intendencia. Y es que
el profesor Estrada fue corrido de varias escuelas en las que trabajó
por sus constantes inasistencias. Su grave problema de alcoholismo le
acarreó frecuentes conflictos con los padres de familia de varios
centros escolares de la zona 07 de Ocotlán y de la 98 de la colonia
Maestros. Incluso fue acusado de utilizar indebidamente el dinero de los
libros de un taller de la zona 98.
Hacer de un maestro no recibido, con problemas de alcoholismo,
faltista, sin credenciales profesionales y traidor a sus compañeros un
ejemplo educativono es un hecho casual, sino parte de la estrategia mediática para desacreditar el paro magisterial. Los grandes montajes propagandísticos en los medios de comunicación estilo Genaro García Luna han sido el sello de la gestión de Aurelio Nuño desde que llegó a la SEP.
Esos montajes son fabricados como si se tratara de una campaña electoral de
contraste. Y son protegidos por la fuerza del Estado. Cuando un joven universitario fotografió a un grupo de elementos de la Gendarmería Nacional que sirven de escoltas a Octavio Estrada, fue encañonado y amenazado con dispararle por uno de gendarmes (véase la grabación de los hechos en el portal Oaxaca Informada).
La invención de don Octavio como héroe tuvo, sin embargo, un efecto
bumerán, pues puso en entredicho las cifras sobre la extensión del paro
dadas por el secretario de Educación. En un tuit del 20 de
mayo, Nuño Mayer informó que en Oaxaca abrieron 99.5 por ciento de las
escuelas, en Guerrero todas, en Michoacán 97.2 por ciento y en Chiapas
96.8 por ciento. El absurdo es evidente. De ser ciertos esos porcentajes
¿por qué cinco periódicos nacionales se interesaron en publicar en su
primera plana un hecho tan intrascendente? ¿Por qué destacar que un
docente dio clases cuando –según el secretario– la abrumadora mayoría lo
hizo?
El sinsentido de la situación tiene una explicación sencilla.
Las cifras de Aurelio Nuño son falsas. Son propaganda para desacreditar
el paro magisterial ante la opinión pública, presentarse como vencedor
de la disidencia magisterial y candidato a la Presidencia. Son mentiras
similares a las que ya usó al informar sobre la evaluación al desempeño
docente (http://goo.gl/FSPb3Y, http://goo.gl/IxNhLO y http://goo.gl/VsNI1F).
Múltiples evidencias desnudan el embuste oficial. La suspensión de
labores en Chiapas, Oaxaca y Michoacán es casi total, en Guerrero está
muy extendida (sobre todo en la región de la Montaña), y en otras
entidades es desigual. Sin exagerar, Chiapas está al borde de una
sublevación. El fracaso de la segunda ronda de exámenes en Michoacán fue
tal que la secretaria de Educación de la entidad, Silvia Figueroa
Zamudio, consideró que se debe buscar una tercera oportunidad para que
los maestros que no realizaron la evaluación docente la puedan llevar a
cabo.
Que las autoridades hayan tenido que desalojar por la fuerza a los
profesores democráticos de sus campamentos en la Ciudad de México en dos
ocasiones, y trasladarlos contra su voluntad a sus estados, es
evidencia de que las cosas no marchan como el secretario de Educación
dice. ¿Por qué violentar el derecho de libre tránsito, de manifestación y
de expresión, tal como lo hizo la Policía Federal protegida por la
oscuridad de la noche, si todo
está bajo controly los mentores están derrotados?
Las detenciones de maestros, los despidos, los desalojos de
plantones que no obstruyen vías de comunicación, los montajes mediáticos
llenos de mentiras, son un regreso al peor autoritarismo gubernamental.
Llamar
diálogo–como hizo la Secretaría de Gobernación– a un acto
represivo e intimidatorio, en el que más de mil policías subieron a maestros en autobuses contra su voluntad, violaron sus garantías constitucionales y amenazaron con ejecutar órdenes de aprehensión contra algunos, es, por decir lo menos, un abuso del lenguaje.
A comienzos de la década de 1980, los gobiernos del PRI pusieron en
marcha acciones similares contra la CNTE. Sin embargo, no lograron
frenar su lucha. Por el contrario, una y otra vez la secretaría de
Gobernación se vio obligada a negociar con la insurgencia magisterial
soluciones al conflicto. Nada indica que en 2016 estas medidas
represivas vayan a tener éxito. Por el contrario, es muy probable que
compliquen aún más las cosas.
Twitter: @lhan55
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