5/28/2016

“Defender a Dilma es defender la democracia”


   Campaña misógina y machista de la derecha para destituirla




Dilma Vana Rousseff, primera mujer presidenta de Brasil, fue reelecta democráticamente en 2014 para que con el Partido de los Trabajadores (PT) gobernara el país sudamericano hasta 2018.

Sin embargo, apenas transcurrió un año de su segundo gobierno, la oposición (que es contraria a la agenda de derechos sociales que defendieron la mandataria y su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva) promovió contra ella un juicio político que está en proceso, y que podría llevar a que la presidenta deje totalmente el cargo.

“La defensa de Dilma en este momento es la defensa de la democracia”, observó en entrevista telefónica Kelly Kotlinski Verdade, politóloga y directora ejecutiva de la fundación ELAS en Brasil, que financia movimientos sociales de las mujeres y organizaciones civiles que defienden los derechos femeninos.

¿DE QUÉ ACUSAN A ROUSSEFF?

Dilma Rousseff fue separada de su cargo por 180 días el pasado 12 de mayo, ya que el juicio político en su contra fue avalado por el Congreso Nacional (integrado por la Cámara de Diputados y el Senado), acusándola de violar normas fiscales durante la rendición de cuentas para “maquillar” un déficit fiscal.

Al respecto, Kotlinski Verdade explicó que esta “maniobra financiera inadecuada” ha sido utilizada por otros mandatarios que antecedieron a Dilma, pero ninguno fue investigado o acusado por ello, además de que la acusación está siendo exacerbada para evitar que la presidenta –una activista contra la dictadura militar brasileña en los años 70– concluya su mandato.

Un juicio político como éste es un proceso legal establecido en la Constitución de Brasil para el que se requiere que la o el acusado haya cometido directamente un crimen, pero en este caso el manejo financiero del que se acusa a Dilma no ha sido catalogado como tal, y la mandataria no manipuló directamente las finanzas, sino los dos o tres ministerios de su gobierno encargados de las finanzas, argumentó la también especialista en participación política de las mujeres.

“La situación actual en Brasil es muy dramática –explicó Kelly Kotlinski– porque hemos logrado desde el primer mandato de Lula un gobierno por primera vez popular, cuya agenda prioritaria es la garantía de políticas sociales como el derecho a la educación, vivienda, luz, enfrentamiento de la pobreza extrema y Derechos Humanos (DH) en general”.

Este gobierno popular –abundó– impulsó tres ministerios (secretarías): de las Mujeres, de Derechos Humanos (para defender también a la comunidad lésbico-gay), y de Igualdad Racial, que ante la crisis económica, Dilma los fusionó en un solo ministerio, lo que le valió críticas incluso de sus simpatizantes.

El ministerio de Igualdad Racial buscó que las comunidades tradicionales afrodescendientes tuvieran derecho a la tierra en contraposición con los intereses del “agronegocio” (grandes comerciantes del territorio”, precisó Kotlinski.

Entre los programas sociales más destacados del gobierno de Rousseff, señaló, es el de “Mi casa, mi vida”, que otorga viviendas para quienes tienen ingresos de 500 dólares mensuales (9 mil 230 pesos mexicanos); y “Bolsa familia”, que da entre 50 a 100 dólares al mes (entre 924 y mil 846 pesos mexicanos) a familias en extrema pobreza, otorgados principalmente a las mujeres.

Aunque su gobierno acumula muchas críticas, durante su primer mandato (2011 a 2014), dijo la también maestra en Sociología, estos programas beneficiaron a 14 millones de familias y no a 100 mil familias, como era en el pasado.

¿QUIÉN IMPULSÓ EL JUICIO POLÍTICO?

Luego de cuatro años de mandato, Rousseff fue relecta en 2014 en una votación democrática con una diferencia a su favor de 4 millones de sufragios frente a sus detractores socialdemócratas, representados por el candidato Aécio Neves.

En respuesta, la derecha –cuyo proyecto perdió las elecciones– aliada a los intereses de la iniciativa privada, del “agronegocio” y de la Iglesia evangélica, “que es un actor contrario a los DH y de las mujeres”, se unió a algunos actores de la izquierda (incluso dentro del mismo partido de Dilma), explicó Kotlinski Verdade.

Al ser mayoría en el Congreso Nacional, la derecha inició el trámite de juicio político contra Rousseff sin importar que hasta ahora no se le haya acreditado algún crimen. La propuesta del juicio avanzó entre los legisladores bajo el argumento del desgaste político y la falta de confianza de su gobierno en materia económica.

“La población tenía muchas críticas de las decisiones que ella había tomado, y los partidos aprovecharon para manejar un movimiento de retirada de Dilma antes de que acabara su tiempo como presidenta”, explicó la politóloga.

Y observó: “Es un golpe institucional porque no hay un crimen para iniciar un ‘impeachment’ (juicio de destitución), pero en términos políticos lo que está en juego va más allá de la regla jurídica, y ahí sí Dilma no tiene mucha capacidad de manejar los intereses políticos de los otros partidos, y tal vez tampoco de su propio partido”.

¿ELEMENTOS MISÓGINOS?

De acuerdo con Kelly Kotlinski, la exclusión de las mujeres en la política formal en Brasil se demuestra en que ellas representan sólo 10 por ciento en todo el Parlamento. “Esos juegos políticos partidarios –que aprobaron el juicio– son muy enfocados en los hombres. El hecho de que Dilma sea mujer ha complicado su manejo de la política en un contexto donde las mujeres no son bienvenidas y apenas están llegando a esos espacios”, aclaró.

Desde la llegada en 2011 de Rousseff a la presidencia de uno de los países más poblados del mundo, inició en su contra una campaña “machista y misógina” orquestada por sus opositores, quienes argumentaron que es “incompetente (para el cargo) por ser mujer, no tiene condiciones porque no es un hombre fuerte, no es hermosa y no puede encantar a los hombres con sus intereses, no es simpática, no se viste bien y es lesbiana”, explicó la experta.

Estos mismos argumentos, dijo, se han escuchado incluso dentro de las audiencias públicas y que no tienen nada que ver con sus decisiones como política. El juicio contra la mandataria no es independiente de su género, porque el hecho de que sea mujer se ha utilizado para convencer a la población de que ella tiene que salir de la presidencia porque “no es lo que Brasil necesita en este momento”, apuntó la politóloga.

Estos argumentos se están reproduciendo en los medios de comunicación de Brasil, concentrados en cuatro familias, y que son las mismas que desde hace más de 50 años han mostrado una posición conservadora que ha estado a favor de las dictaduras en el país latinoamericano.

Ahora, una vez más están apoyando una maniobra que rompe con la democracia usando campañas muy fuertes misóginas y machistas, criticó la también activista.

¿QUIÉN APOYA A ROUSSEFF?

Mientras Rousseff enfrenta este juicio, el cargo de Ejecutivo pasó a manos de Michel Temer, quien fungía como vicepresidente de Brasil y a quien la mandataria ha acusado de gestionar el juicio en su contra para beneficiarse directamente con su salida.

Como presidente interino, Temer no integró en su gabinete de 24 ministerios a alguna mujer o a alguna persona afrodescendiente, lo que representa un retroceso respecto a las siete mujeres que incluyó Dilma en su mandato.

Además, Temer eliminó el Ministerio de la Mujer, DH y de Igualdad Racial, y lo integró como una secretaría dentro del Ministerio de Justicia, hecho por el que incluso la Comisión Interamericana de Derechos Humano se inconformó.

“Eso ya dice que para las mujeres hemos perdido espacio y eso tiene consecuencias para adelante. La generación que empieza ahora va a empezar con políticos hombres y eso impacta a todas las nuevas generaciones de mujeres que se piensen como políticas”, expresó Kotlinski.

En respuesta, dijo la politóloga, el movimiento de mujeres ha crecido y ha tomado las calles y las redes sociales con campañas que denuncian el “machismo” no sólo en contra de Dilma, sino también contra los derechos de las mujeres, ya que el nuevo gobierno –alertó– “prevé penalizar el aborto aun en casos de violación”.

A la par, los movimientos de izquierda están buscando otras formas de hacer política, con una participación más directa de la sociedad. Kotlinski Verdade consideró que son esos grupos los que “en estos momentos apoyan a Dilma, pero no por ser Dilma sino por un nuevo modelo de política o de hacer política en Brasil”.

“Esta es una crisis económica y política bastante seria como no se imaginaba que iba pasar en este siglo otra vez, ya que más de 300 diputados están involucrados en procesos de corrupción, por lo que la respuesta no puede venir de la izquierda ni de la derecha, sino de la sociedad”, acotó.

Con Dilma, América Latina suma 10 mujeres presidentas en toda su historia, del total de 20 países que la integran. Cuatro de ellas gobernaron al mismo tiempo en 2014. Costa Rica, Argentina (dos veces), Chile, Panamá, Guyana, Ecuador y Nicaragua son los únicos países de la región que han tenido en la presidencia a una mujer. 



Kelly Kotlinski Verdade | Foto: cortesía Sociedad Mexicana Pro Derechos de la Mujer, A.C.
Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa
Cimacnoticias | Ciudad de México.-
 

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