5/25/2016

Despidos por orden presidencial


La estrategia a seguir es anunciar despidos ante la opinión pública, sin antes haber escuchado a los maestros afectados.

lasillarota.com

El presidente Enrique Peña Nieto acaba de reconocer la existencia de 4 mil 243 trabajadores del magisterio en proceso de despido. Dice que son de cuatro Estados de la República (sin precisar cuáles son), y dice lamentar que haya ese número de despedidos y no sabe si actuaron por presiones.

En una entrevista concedida al periódico La Jornada a través de su reportera Rosa Elvira Vargasen su edición del 23 de mayo pasado,EPN reconoce la validez de sus decisiones. Que el Estado no tiene margen de interpretación para una cosa distinta que no sea aplicar la ley. Que, de no hacerlo, estaría en falta seria.  Que son sujetos obligados, al igual que los maestros, a lo que mandata la ley, la reforma educativa.

Menciona desconocer porqué los maestros rechazan la reforma educativa, pero corrige al mencionar que la oposición se da en razón de los privilegios que han tenido. Dice que lo más importante es que el maestro esté con sus alumnos. Señala que nadie se opone a su derecho a expresarse, de manifestarse, de protestar, pero que la reforma educativa prevé escenarios en los que se garantice que el docente no esté ausente de su escuela, del aula y deje a los niños sin clases.

En la entrevista no explica cómo cientos de maestros fueron desalojados por la policía de espacios públicos en la Ciudad de México para ser enviados de regreso de manera forzada a sus lugares de origen a pesar de estar ejerciendo su derecho de protesta avalado en la Constitución Política. No reconoce, al menos públicamente, que las protestas enfadan a su gobierno y que está dispuesto a disolver cualquier reclamo que se presente.

El derecho de petición no se reconoce en los hechos, tampoco el de organización, el de libertad de tránsito ni mucho menos el de protesta reconocidos los artículos 8º, 9º y 11º de la Constitución.  Se prefiere el enfrentamiento al diálogo, a cerrar los ojos y hacer oídos sordos frente a la protesta magisterial.

Los maestros inconformes no existen para el gobierno de EPN y si se oponen a la reforma educativa enfrentaran, con el aval presidencial, el despido implacable.

La estrategia a seguir es anunciar despidos ante la opinión pública, sin antes haber escuchado a los maestros afectados.  Esto es inadmisible, la precaria garantía de audiencia está en manos del mismo gobierno patrón.  El decide cuándo hay una causal de despido y notifica al maestro afectado cuando le da la gana para que en un plazo improrrogable de 10 días hábiles responda con pruebas la supuesta acción que genera el anunciado despido.  Es el mismo patrón el que está facultado para evaluar la respuesta, las pruebas y los argumentos del trabajador afectado.

El maestro despedido por declaración presidencial no tiene derecho a acudir a un proceso de amparo para exigir que sea una autoridad laboral la que resuelva si los argumentos del patrón o del maestro acusado son justificados.  Para los jueces se trata de un pleito entre particulares, de un conflicto obrero patronal que debe ser resuelto por el mismísimo patrón.

El presidente EPN dice que “...el modelo es bastante generoso, noble”, sin embargo, no explica porque el maestro carece en ese modelo del derecho a opinar para la mejora del proceso educativo. Se le deja fuera de toda participación a pesar de ser el factor central de enseñanza.

La solución gubernamental es implementar un examen de evaluación, de características iguales para todo maestro, no importando su nivel o especialidad que posea. No se siente obligado a capacitar previamente, de ninguna forma a la persona que se va a evaluar. El examen lo aplica con amenazas y con apoyo policiaco y hasta del ejército si es necesario. 

EPN dice que la reforma educativa “no tiene orientación punitiva” sin embargo los despidos, los encierros, los palos y patadas policiacos y hasta gases lacrimógenos lo contradicen. No abre espacios de diálogo, de sugerencias o propuestas que mejoren la calidad de la educación. Quien se atreve a dar un punto de vista diferente y lo exprese está condenado al despido y a la persecución.

Se deja fuera de toda participación a su representación colectiva, la oficial o la independiente. El maestro tiene que enfrentar al aparato estatal como un ente aislado sin apoyo de organización alguna o contratación colectiva. No tiene derecho a conocer, como antes ocurría, las pruebas de las acusaciones que se formulan en su contra. Quién conoce y maquina las pruebas a placer son las autoridades quienes tienen derecho a ser juez y parte.

El gobierno le apuesta a que estas acciones en contra de los maestros le favorezcan electoralmente. Piensa que la mano dura, la cerrazón al diálogo, la cancelación de derechos le traerá votos en el próximo proceso electoral. Las acciones ligadas a la reforma educativa tienen un fin eminentemente político, porque todo acto de gobierno tiene un propósito político no importando lo mezquino que sea.

El gobierno espera ansioso enfrentar protestas y aparecer como héroe ante la sociedad en defensa de la educación de los menores, cuando ésta es lo que menos le importa. Prefiere la educación privada denostando y dilapidando a la pública.

Los despidos avalados presidencialmente irán creciendo como sin razón gubernamental, pero también la organización del pueblo que tampoco se detiene.

Correo: mfuentesmz@yahoo.com.mx     twitter: @Manuel_FuentesM

No hay comentarios.:

Publicar un comentario