Bajo la lupa
Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada
Críticos de Angela Merkel señalaron que Hamburgo no debió haber sido sede de la reunión del G20 porque se le considera el
centro del movimiento autónomo de extrema izquierdaFoto Ap
E
n mi entrevista con Carmen Aristegui aduje que
el G20 acabó en un G2con el encuentro del presidente empresario Donald Trump y del zar Vlady Putin, que imprime una dinámica de cooperación entre ambas superpotencias (https://goo.gl/GN6Grg).
El teniente general HR McMaster, consejero de seguridad de Estados
Unidos (EU), comentó que en el encuentro de Trump y Putin “ningún
problema fue resuelto (…) Pero fue el inicio ( sic) de un diálogo en algunos problemas difíciles en los que comenzaremos a trabajar en forma conjunta” (https://goo.gl/JEDxUT).
En vísperas de la cumbre de Hamburgo, Stefan Kuzmany, del portal alemán Der Spiegel, anticipó que “el G20 era una farsa ( sic), una cumbre perder-perder para Angela Merkel, Hamburgo y el mundo”. ¡Uf!
Kuzmany fustiga a Trump de haber colocado a Polonia, en su hueco discurso de Varsovia previo a la cumbre, como
el corazón de Europa, lo que significa que Alemania no lo es.
Europa tiene muchos corazones, donde tampoco se puede excluir a Francia, Italia y España (https://goo.gl/imzWr5)Kuzmany comenta que a la canciller alemana le complace
hablar de la globalizacióncomo una
situación ganar-ganar, lo cual es totalmente descabellado,
ya que el modelo neoliberal global que ejerce Merkel ha profundizado en la misma Alemania, no se diga en el resto del planeta, las desigualdades. A Merkel le falta leer El capital en el siglo 21, del economista galo Thomas Piketty (https://goo.gl/wkpm2c).
Los
detectives alemanescriticaron que Hamburgo,
centro del movimiento autónomo de extrema izquierda, no debió haber sido la sede del G20, donde se produjeron masivas manifestaciones ( https://goo.gl/ZjfvAu) que dejaron inermes a 15 mil policías.
Sucede que Merkel estaba haciendo vulgar politiquería para jalar votantes en la próxima elección de septiembre.
Florian Gathmann y Philipp Wittrock, de Der Spiegel, cuestionan
si valió la penahaber celebrado la cumbre, que acabó en
minicompromisos de temas mayores, cuando lo realmente positivo fue haber propiciado el encuentro de Trump y el zar Vlady Putin que quizá hubiera sido muy difícil celebrar debido al momento delirante del Rusiagate por el que pasa EU (https://goo.gl/BHY5uY).
Holger Dambeck, de Der Spiegel, aduce que si el G20 solamente hubiera versado sobre cambio climático, donde quedó aislado Trump, hubiera sido un
G19, pero que acabó en un
G18.5, debido a que el presidente turco Erdogan, después de haber avalado el comunicado conjunto, declaró haber cambiado de parecer y que no lo ratificaría.
Dambeck comenta que el grave defecto del Acuerdo de París es que
no es vinculante(https://goo.gl/pFDUKy). ¿Cómo pueden
19o
18.5, dentro del G20,
aislara EU, uno de los máximos contaminadores del planeta?
El connotado académico galo Jacques Sapir –quien coincide con un servidor (https://goo.gl/2mP2BQ) sobre el proceso de la desglobalización (http://goo.gl/viRqx3)– enuncia cuatro resultados del G20 de Hamburgo: 1. Triunfo del zar Vlady Putin; 2. Colisión entre el globalismo neoliberal de Merkel y el proteccionismo
soberanode Trump; 3. Derrota del
Acuerdo de Paríspor no ser
vinculante; y 4. Derrota de la globalización (https://goo.gl/3LHX6X).
Para el brasileño Pepe Escobar, existe “la dulce tentación ( sic) de identificar el emergente nuevo orden” como un G4 de Putin/Xi/Trump/Merkel ( sic): el G3 que un servidor ha proyectado, más Alemania.
El problema de Alemania, primera superpotencia geoeconómica europea –casi empatada en su PIB con Rusia con todo y sanciones (https://goo.gl/F9WPRT)–,
es que carece de dientes nucleares y no veo cómo se desprenda de su
alianza estratégica con Francia y su disuasivo poderío nuclear ( force de frappe), que proviene desde la gran visión dual paneuropea del alemán Konrad Adenauer y del general Charles de Gaulle.
En la etapa trumpiana de EU son más efectivas las reuniones bilaterales que las multilaterales.
Trump juega a la fractura de los ejes que se van conformando: la alianza de Rusia y China –al acercarse con el zar Vlady Putin y al amenazar al mandarín
chino Xi Jinping– y el eje franco-alemán, al alejar a Alemania en la
etapa de ceguera geopolítica de Merkel y su ultrarreduccionismo
mercantilista, y al acercarse al flamante presidente francés Emmanuel
Macron, quien lo recibió como invitado especial el Día de la Bastilla ( https://goo.gl/wDzGnB).
A la canciller Merkel se le notó muy desencajada en su fracasada cumbre del G20. Después de su encuentro con el mandarín Xi, quien le regaló dos osos panda para el zoológico de Berlín, fustigó que “Pekín ve a Europa como una península asiática (¡ súper-sic!), mientras nosotros lo vemos en forma diferente”. ¿Cómo ha de ver ( sic) Merkel a China?
Seguro que no le gustó para nada a la dirigencia china que –en el intermezzo del encuentro de la malhadada canciller Merkel con el mandarín
Xi y el inicio del G20–, haya impulsado un trascendental acuerdo de
libre comercio de la Unión Europea (UE) y Japón, que deja fuera en forma
muy riesgosa a las tres superpotencias del planeta: a dos
superpotencias nucleares (EU y Rusia), y a la máxima superpotencia
económica, medido por el poder adquisitivo y con el mayor atesoramiento
de divisas del planeta: China.
El grave error de Merkel es que puede aislar a Alemania, no se diga
si Trump consigue fracturar triplemente: 1. A la misma UE en su seno; 2.
Al eje franco-alemán; y 3. A la alianza estratégica de Rusia y China.
¡No todo es vulgar mercantilismo!
Escobar aduce que los empresarios alemanes y chinos buscan una
integración euroasiática, mediante la nueva ruta de la seda, que se
inicia en China oriental y desemboca en el valle de la Ruhr, pero se
pasa por alto que debe atravesar por Rusia, que también es la bisagra de
los empresarios chinos y alemanes.
Escobar arguye que para
propósitos prácticos desde el punto de vista geopolítico y geoeconómico, Alemania se mueve al Este. Más bien Alemania es empujada al Este al ser despreciada por el trumpismo y el Brexit.
Por cierto, Escobar coloca en relieve la crítica del grupo
antiglobalización ATTAC que fustiga a la canciller alemana –quien se ha
autoproclamado “líder del mundo libre ( sic)”– de montar una “producción cínica ( sic)” cuando el gobierno alemán
prosigue una agresiva estrategia superavitaria de sus exportaciones, lo cual ha tenido como resultado su choque con Trump debido al déficit que se le ha supuestamente infligido.
A juicio de Escobar, “desde el punto de vista geopolítico, Washington rompe de facto con Alemania, mientras Inglaterra ( sic) se queda sin ningún poder” cuando “la administración Trump considera tanto a Alemania como a Japón ( sic) como enemigos (¡mega sic!) que destruyen la industria de EU con las trampas de sus divisas”, por lo que,
en el mediano plazo, se espera que Alemania se acerque de manera lenta, pero segura, a Rusia.
Sería fabuloso que el eje franco-alemán consiga posicionar un cuarto
polo global, al unísono de la dinámica del G3 (EU/Rusia/China), pero su
grave escollo es que se entregó demasiado a EU desde la Segunda Guerra
Mundial y no veo cómo se pueda liberar de sus grilletes cuando depende
todavía mucho de las plazas financieristas de Wall Street y La City,
pese al ascenso de Francfort.
Twitter: @AlfredoJalifeR_
Facebook: AlfredoJalife
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