Utopía
Eduardo Ibarra Aguirre
Hace
cinco semanas comenzó un lento pero cada vez más pronunciado proceso de
distanciamiento y hasta deslinde de actores políticos clave, como son
los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática, por medio
de sus senadores, de la madre de todas las reformas llamadas
estructurales de Enrique Peña Nieto.
Ahora es el
Grupo Parlamentario del PAN el que desde Saltillo, Coahuila, anuncia
estar dispuesto a analizar una modificación de la reforma educativa,
“siempre que no se atente contra la búsqueda de la excelencia en la
materia y los cambios propuestos sean razonables”, en voz del
coordinador Fernando Herrera. Es oportuno recordar que el primero en
tomar distancia del proyecto y de la defensa dogmática y hasta
beligerante que hace Aurelio Nuño y el cada vez más débil gobierno que
jura “Mover a México” (¿en reversa?), fue el presidente del Senado
Roberto Gil, político forjado a la sombra de Felipe Calderón.
Frente
a la cerrazón del coordinador de los senadores del Revolucionario
Institucional, Emilio Gamboa, el mismo que ya se lavó las manos respecto
a la plausible iniciativa presidencial sobre el matrimonio igualitario,
Herrera Ávila dijo “no estamos cerrados a revisar temas como la
evaluación docente y la necesidad de un modelo educativo acorde a cada
región del país”.
Destaca la belicosidad de Nuño
Mayer, sobre todo cuando está rodeado de militares, al sentenciar: “No
hay posibilidad de regresar a ninguna mesa de diálogo hasta que no estén
todas las niñas y todos los niños en donde deben estar, en un salón de
clases”. Es la misma carta con la que jugó el gobierno hace más de un
año y sólo hubo mesa de negociación después de la matanza de Nochixtlán,
Oaxaca, y debido a la condena mundial.
Para el
titular de Educación –propuesto como secretario de Gobernación por
Carlos Elizondo Mayer-Serra– “el futuro de México, el éxito y los sueños
de las niñas, de los niños y de los jóvenes, no pueden estar ni a
negociación ni sujetos a los caprichos o a los intereses de unos cuantos
o de un solo grupo”. Cierto, sólo el Grupo Atlacomulco puede imponer,
como hizo con la reforma energética frente al rechazo mayoritario de la
ciudadanía, lo que evidenció un divorcio muy profundo entre la
representación de los diputados y los representados. Por cierto, Leo
Zuckermann propuso en el noticiario de José Cárdenas (Radio Fórmula,
24-VIII) que renuncie Luis Videgaray y el conductor salió en su cerrada
defensa.
Es oportuno que los aliados estratégicos
del tricolor, el afamado PRIAN, recuerden que “las negociaciones no
están peleadas con los derechos humanos” y el gobierno debe buscar “un
acuerdo que incluya el derecho de los niños a recibir una educación de
calidad y garantizar a los maestros que su fuente laboral se habrá de
respetar”. Además de que tanto Emilio Chuayffet como el delfín de Peña
Nieto (ANM), dieron los primeros pasos “sin tomar en cuenta a sectores
magisteriales” y pareciera que “iban caminando solos”. Allí están los
enormes costos y como advierte el Consejo Nacional Empresarial
Turístico: ‘‘Es urgente la solución de estos conflictos, pues se corre
el riesgo de la proliferación”.
El partido del
senador Miguel Barbosa fue más lejos y analiza con dirigentes de la
Coordinadora Nacional una iniciativa ciudadana sobre educación para
“quitarle todos los aspectos lesivos para los derechos del magisterio y
de la ciudadanía”. Hasta el Instituto Nacional para la Evaluación de la
Educación anuncia la disposición a corregir varios excesos de lo que
tanto defiende la debilitada dupla Peña Nieto-Nuño Mayer.
Utopía 1720, 26-VIII-16
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