In memoriam
Hace unas semanas, el 6 de julio, murió en su casa natal en Santiago
de Chile, la académica y crítica literaria chilena Gabriela Mora, quien
desarrolló casi toda su carrera profesional en Estados Unidos. Como
otras profesoras latinoamericanas destacadas en ese país, tendió lazos
intelectuales y afectivos más allá de su país de origen y enriqueció la
visión de América Latina en la academia norteamericana. Aunque poco
conocida en México, Mora hizo importantes aportes al estudio de la obra y
la vida de Elena Garro, que vale la pena reconocer a modo de homenaje.
Nacida en 1929, Gabriela Mora optó por la docencia de la literatura
impulsada por el amor a la lectura cultivado desde su infancia. En una
época en que poco se valoraba a las escritoras y en un Chile que todavía
no estudiaba seriamente a Gabriela Mistral, se recibió con una tesis
sobre María Luisa Bombal, entonces más conocida por el escándalo de
haber intentado matar a su amante en los años 30 que por su
extraordinaria novela La amortajada. Una serie de circunstancias
propicias, su curiosidad innata y el interés por continuar sus estudios,
la llevaron a trabajar y cursar su doctorado en Estados Unidos.
Inició su carrera docente a principios de los años 70 en Nueva York
pero, por avatares de la crisis económica en esta ciudad, acabó
incorporándose a la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, donde su
excelencia como docente e investigadora le valió ser la segunda mujer
“latina” en obtener el nivel más alto en el profesorado. Quienes conocen
la academia norteamericana entenderán el trabajo que implica tener que
ganar la permanencia en dos universidades y mantenerse activa incluso
después de la jubilación.
En los años 70, cuando se iniciaban los estudios feministas en
Estados Unidos, Mora fue pionera de la crítica literaria feminista
enfocada en la literatura latinoamericana. Además de aportes teóricos,
estudió y difundió la obra de escritoras entonces casi desconocidas
fuera de sus países, que hoy forman parte del canon o merecen incluirse,
como Cristina Peri-Rossi, Albalucía Ángel y Elena Garro. En sus
artículos, Mora no sólo “rescató” los cuentos, novelas y obras teatrales
de numerosas autoras, abrió vías de lectura crítica que permitieran
apreciar a la vez su calidad literaria y sus aportes a la comprensión de
la condición de las mujeres.
Interesada en su obra, Gabriela Mora buscó a Elena Garro cuando la
escritora, exiliada en Estados Unidos desde 1972, vivía en Nueva York.
Fascinada por la creatividad y la personalidad de la autora de “Un hogar
sólido”, no sólo escribió sobre sus “rebeldes fracasadas”, también la
acogió en su casa cuando a Garro le negaron el asilo en ese país.
Convencida de su talento y solidaria con esta mujer desplazada, que
estaba o se sentía perseguida, le pagó los pasajes para viajar con su
hija a España, donde Garro tenía parientes y esperaba recuperar la
nacionalidad de su padre.
La correspondencia entre ellas, publicada por la BUAP en 2007, es un
tesoro para quienes quieran conocer mejor al personaje Elena Garro y
entender las complejas circunstancias en que escribió los cuentos de
Andamos huyendo Lola o la novela Inés. En las cartas de la escritora
abundan las quejas por la incomprensión que encuentra en España y el
silencio que la anula en México, pero habla también sobre lo que
escribe, su concepto de la literatura, el mundo y su propia vida. Leer
las cartas de Mora, por otro lado, es acercarse a una corresponsal
franca, que se atreve a dar consejos que no serán bienvenidos, y que
quiere convencer a su admirada escritora de dedicarse a su obra, y
olvidarse de las mezquindades cotidianas. Esta correspondencia y los
apuntes de Mora sobre sus visitas a la escritora en Madrid corroboran la
estrechez en que ésta vivía entonces, y, por desgracia, los rasgos
paranoides que obstaculizaron su trabajo creativo. Sin descartar que su
miedo tuviera fundamento, Mora lamentaba que de la mujer aún luminosa de
Nueva York quedara apenas una sombra y que su obra perdiera el brillo
que la había deslumbrado años atrás. Justo por miedo a la opinión de
algunos en México, Garro le prohibió a Mora publicar aquí una larga
entrevista con ella y dio fin a su correspondencia.
Años después, Mora descubriría que también había dado por terminada
su amistad. En contraste con su franqueza, la escritora en sus diarios
trazaba de ella una imagen poco halagüeña. Hace honor a Mora que
decidiera publicar su correspondencia, con permiso de Helena Paz, e
incluyera sus elogiosos textos sobre el teatro garriano en “Lecturas
crítico-feministas”, compilación que a modo de legado, publicó en Chile
en 2017.
20/LM
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