Editorial La Jornada
La Unidad de Inteligencia
Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP)
anunció ayer que bloqueó las cuentas bancarias de Hugo Bello Valenzo,
líder de la Confederación Libertad de Trabajadores de México, así como
las de seis personas físicas y cuatro empresas vinculadas al dirigente
gremial. De acuerdo con la oficina encargada de inhibir el uso del
sistema financiero para el manejo de recursos de procedencia ilícita,
Bello dispersaba las ganancias de sus actividades criminales a través de
instituciones legales, para lo cual recurría a prestanombres, empresas
fachada y una red de familiares y colaboradores.
El líder de la Confederación Libertad, que presume contar con más de 2
millones de agremiados, presencia en 20 entidades de la República, más
de 50 sindicatos nacionales y decenas de estatales, arrastra una cauda
de denuncias que se remontan al menos a 2016 por delitos tan graves como
un homicidio, secuestros, extorsiones y despojos. En la capital del
país, la organización se hizo notoria por actos de violencia y extorsión
contra compañías de abastecimiento de agua a través de pipas, a las
cuales presuntamente coaccionó para que le cedieran sus contratos o le
entregaran una cuota a cambio de mantenerlos. Autoridades del gabinete
de Sanear la vida sindical
L
a Unidad de Inteligencia
Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP)
anunció ayer que bloqueó las cuentas bancarias de Hugo Bello Valenzo,
líder de la Confederación Libertad de Trabajadores de México, así como
las de seis personas físicas y cuatro empresas vinculadas al dirigente
gremial. De acuerdo con la oficina encargada de inhibir el uso del
sistema financiero para el manejo de recursos de procedencia ilícita,
Bello dispersaba las ganancias de sus actividades criminales a través de
instituciones legales, para lo cual recurría a prestanombres, empresas
fachada y una red de familiares y colaboradores.
El líder de la Confederación Libertad, que presume contar con más de 2
millones de agremiados, presencia en 20 entidades de la República, más
de 50 sindicatos nacionales y decenas de estatales, arrastra una cauda
de denuncias que se remontan al menos a 2016 por delitos tan graves como
un homicidio, secuestros, extorsiones y despojos. En la capital del
país, la organización se hizo notoria por actos de violencia y extorsión
contra compañías de abastecimiento de agua a través de pipas, a las
cuales presuntamente coaccionó para que le cedieran sus contratos o le
entregaran una cuota a cambio de mantenerlos. Autoridades del gabinete
de seguridad capitalino la han vinculado con despojos, invasión de
predios, cobro de derecho de piso, entre otros ilícitos, en las
alcaldías Tláhuac, Iztapalapa y Coyoacán. En los estados de Morelos y
Oaxaca existen señalamientos de la misma índole contra la organización.
Más allá de los ilícitos que se le comprueben a quien prSanear la vida sindical
L
a Unidad de Inteligencia
Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP)
anunció ayer que bloqueó las cuentas bancarias de Hugo Bello Valenzo,
líder de la Confederación Libertad de Trabajadores de México, así como
las de seis personas físicas y cuatro empresas vinculadas al dirigente
gremial. De acuerdo con la oficina encargada de inhibir el uso del
sistema financiero para el manejo de recursos de procedencia ilícita,
Bello dispersaba las ganancias de sus actividades criminales a través de
instituciones legales, para lo cual recurría a prestanombres, empresas
fachada y una red de familiares y colaboradores.
El líder de la Confederación Libertad, que presume contar con más de 2
millones de agremiados, presencia en 20 entidades de la República, más
de 50 sindicatos nacionales y decenas de estatales, arrastra una cauda
de denuncias que se remontan al menos a 2016 por delitos tan graves como
un homicidio, secuestros, extorsiones y despojos. En la capital del
país, la organización se hizo notoria por actos de violencia y extorsión
contra compañías de abastecimiento de agua a través de pipas, a las
cuales presuntamente coaccionó para que le cedieran sus contratos o le
entregaran una cuota a cambio de mantenerlos. Autoridades del gabinete
de seguridad capitalino la han vinculado con despojos, invasión de
predios, cobro de derecho de piso, entre otros ilícitos, en las
alcaldías Tláhuac, Iztapalapa y Coyoacán. En los estados de Morelos y
Oaxaca existen señalamientos de la misma índole contra la organización.
Más allá de los ilícitos que se le comprueben a quien pretendía
forjar la tercera confederación sindical de alcance nacional, el caso de
Hugo Bello constituye un recordatorio de que el ámbito sindical
permanece como un reducto de la corrupción, no porque los sindicatos
sean más propensos a las malas prácticas que las instituciones públicas,
las empresas, los partidos o las organizaciones sociales, sino porque
los mecanismos de vigilancia y fiscalización tienen en ellos una
presencia menor. Así, en tanto que las prácticas irregulares en el
sector público salen a la luz por denuncias internas o externas, o bien
por el escrutinio legislativo e incluso el periodístico, la corrupción
en el sector privado puede detectarse rastreando sus contratos con
entidades gubernamentales, todos los cuales se encuentran sujetos a la
vigilancia institucional. Está claro que ninguno de estos mecanismos ha
bastado para acabar con la corrupción gubernamental o empresarial, pero
sí le han cerrado numerosos caminos.
En cambio, la lucha contra la corrupción resulta más difícil en el
sector sindical debido a la autonomía de la que gozan –y de la que deben
seguir gozando, sin duda– las organizaciones de los trabajadores. Esta
situación explica, en gran medida, la supervivencia de dirigencias
corrompidas en importantes sindicatos y ligas sindicales del país. Es
claro, desde esta perspectiva, que la principal vía para combatir dicha
lacra en la vida gremial pasa por una auténtica democratización de esas
organizaciones, es decir, por su recuperación por parte de los propios
asalariados y el consiguiente fin de los cacicazgos, los contratos de
protección y los sindicatos blancos auspiciados durante décadas por el
sector patronal con la complicidad de los gobernantes.
En suma, es saludable que se esclarezcan las acusaciones que pesan
sobre el líder de la Confederación Libertad de Trabajadores de México,
pero la investigación correspondiente debiera incluir también cobros de
cuotas indebidas o sometimientos a contratos de protección que pudieran
haber afectado a sus agremiados y, en general, para dar impulso al
necesario saneamiento de la vida sindical en la nación, condición
indispensable para el éxito en la lucha por el mejoramiento de las
condiciones de vida de los trabajadores.etendía
forjar la tercera confederación sindical de alcance nacional, el caso de
Hugo Bello constituye un recordatorio de que el ámbito sindical
permanece como un reducto de la corrupción, no porque los sindicatos
sean más propensos a las malas prácticas que las instituciones públicas,
las empresas, los partidos o las organizaciones sociales, sino porque
los mecanismos de vigilancia y fiscalización tienen en ellos una
presencia menor. Así, en tanto que las prácticas irregulares en el
sector público salen a la luz por denuncias internas o externas, o bien
por el escrutinio legislativo e incluso el periodístico, la corrupción
en el sector privado puede detectarse rastreando sus contratos con
entidades gubernamentales, todos los cuales se encuentran sujetos a la
vigilancia institucional. Está claro que ninguno de estos mecanismos ha
bastado para acabar con la corrupción gubernamental o empresarial, pero
sí le han cerrado numerosos caminos.
En cambio, la lucha contra la corrupción resulta más difícil en el
sector sindical debido a la autonomía de la que gozan –y de la que deben
seguir gozando, sin duda– las organizaciones de los trabajadores. Esta
situación explica, en gran medida, la supervivencia de dirigencias
corrompidas en importantes sindicatos y ligas sindicales del país. Es
claro, desde esta perspectiva, que la principal vía para combatir dicha
lacra en la vida gremial pasa por una auténtica democratización de esas
organizaciones, es decir, por su recuperación por parte de los propios
asalariados y el consiguiente fin de los cacicazgos, los contratos de
protección y los sindicatos blancos auspiciados durante décadas por el
sector patronal con la complicidad de los gobernantes.
En suma, es saludable que se esclarezcan las acusaciones que pesan
sobre el líder de la Confederación Libertad de Trabajadores de México,
pero la investigación correspondiente debiera incluir también cobros de
cuotas indebidas o sometimientos a contratos de protección que pudieran
haber afectado a sus agremiados y, en general, para dar impulso al
necesario saneamiento de la vida sindical en la nación, condición
indispensable para el éxito en la lucha por el mejoramiento de las
condiciones de vida de los trabajadores.seguridad capitalino la han vinculado con despojos, invasión de
predios, cobro de derecho de piso, entre otros ilícitos, en las
alcaldías Tláhuac, Iztapalapa y Coyoacán. En los estados de Morelos y
Oaxaca existen señalamientos de la misma índole contra la organización.
Más allá de los ilícitos que se le comprueben a quien pretendía
forjar la tercera confederación sindical de alcance nacional, el caso de
Hugo Bello constituye un recordatorio de que el ámbito sindical
permanece como un reducto de la corrupción, no porque los sindicatos
sean más propensos a las malas prácticas que las instituciones públicas,
las empresas, los partidos o las organizaciones sociales, sino porque
los mecanismos de vigilancia y fiscalización tienen en ellos una
presencia menor. Así, en tanto que las prácticas irregulares en el
sector público salen a la luz por denuncias internas o externas, o bien
por el escrutinio legislativo e incluso el periodístico, la corrupción
en el sector privado puede detectarse rastreando sus contratos con
entidades gubernamentales, todos los cuales se encuentran sujetos a la
vigilancia institucional. Está claro que ninguno de estos mecanismos ha
bastado para acabar con la corrupción gubernamental o empresarial, pero
sí le han cerrado numerosos caminos.
En cambio, la lucha contra la corrupción resulta más difícil en el
sector sindical debido a la autonomía de la que gozan –y de la que deben
seguir gozando, sin duda– las organizaciones de los trabajadores. Esta
situación explica, en gran medida, la supervivencia de dirigencias
corrompidas en importantes sindicatos y ligas sindicales del país. Es
claro, desde esta perspectiva, que la principal vía para combatir dicha
lacra en la vida gremial pasa por una auténtica democratización de esas
organizaciones, es decir, por su recuperación por parte de los propios
asalariados y el consiguiente fin de los cacicazgos, los contratos de
protección y los sindicatos blancos auspiciados durante décadas por el
sector patronal con la complicidad de los gobernantes.
En suma, es saludable que se esclarezcan las acusaciones que pesan
sobre el líder de la Confederación Libertad de Trabajadores de México,
pero la investigación correspondiente debiera incluir también cobros de
cuotas indebidas o sometimientos a contratos de protección que pudieran
haber afectado a sus agremiados y, en general, para dar impulso al
necesario saneamiento de la vida sindical en la nación, condición
indispensable para el éxito en la lucha por el mejoramiento de las
condiciones de vida de los trabajadores.
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