Inoperantes, leyes y acciones a favor de las mujeres
Por Anayeli García Martínez
México, DF, 23 jul 12 (CIMAC).- En seis años, los crímenes atroces contra mujeres, los cadáveres mutilados y la tortura sexual ganaron terreno, sin embargo un fenómeno más sutil, pero igual de trágico prevalece en todo el país: la violencia de pareja y en el hogar.
Con el pretexto del combate al crimen organizado –sostiene la académica Lucía Melgar–, las autoridades dejaron de prestar atención a los golpes, insultos y vejaciones que viven las mujeres a manos de sus esposos o parejas, muchas veces dentro de sus casas.
A propósito de los resultados de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2011 (Endireh), la crítica cultural y profesora de Literatura y Estudios de Género habla con Cimacnoticias sobre la cotidiana y silenciosa violencia de género.
Melgar asegura que mientras el gobierno federal se concentró en la lucha contra las bandas del crimen organizado, no se ocupó de las batallas que día a día libran las mujeres golpeadas, insultadas y en ocasiones obligadas a tener relaciones sexuales con sus maridos o parejas.
La cultura de violencia en la pareja –así como en la familia, el hogar, la comunidad, el trabajo y el ámbito escolar– persiste pese a las instituciones y leyes creadas para favorecer la igualdad, la no discriminación y contra la violencia de género.
“Los porcentajes son sumamente altos, incluso desde antes (de la aplicación de la Endireh) se sabía que el problema de la violencia contra las mujeres es sumamente grave y desde luego muy preocupante”, advierte la docente, a la vez que critica que tal situación pase desapercibida.
VIOLENCIA: NORMALIDAD Y REGLA
Una de las conclusiones a las que llega Melgar –quien también ha investigado el feminicidio en Ciudad Juárez– es reafirmar que uno de los lugares más peligrosos para las mujeres es su propia casa.
La Endireh 2011 revela que en los últimos cinco años, lejos de disminuir, la violencia en la pareja o la familia aumentaron, ya que en 2006 el 43.2 por ciento de las mujeres encuestadas de 15 años y más fue víctima de algún episodio violento, pero para 2011 el porcentaje pasó a 46.1.
Esta violencia sorda y muda en el hogar tiene sus orígenes –a decir de la experta– en varios factores. Algunos de estos son el impacto del ingreso económico en el hogar, la convivencia de la familia en espacios cada vez más reducidos y el machismo imperante en la sociedad mexicana.
En la actualidad cada vez hay más familias que padecen los efectos de la crisis económica y el desempleo, que enfrentan problemas para abastecer alimentos, educación y vestido, y que además están obligadas a atrincherarse y convivir en pequeñas casas de interés social.
Esto es importante –explica Melgar– porque la sociedad tiende a ver la casa como un ámbito privado, ajeno a lo público y a las leyes. “Es un espacio donde se dan la convivencia, el descanso, la descarga de tensiones y los conflictos entre las personas”.
Los insultos, golpes, peleas, cuestionamientos y amenazas en casa no son del interés de la sociedad ni del Estado. “En lo privado se hace lo que se quiere, y estamos en una sociedad machista que justifica la dominación, donde se enseña a las mujeres a obedecer”.
“Esa es la violencia más grave porque es cotidiana, se hace tras la puerta, porque es impune, porque todavía hay mujeres que se avergüenzan de decir que sus maridos las maltratan, porque además se echa la culpa a las víctimas”, señala la experta.
TOLERANCIA SOCIAL
La analista considera que las campañas publicitarias, los refugios de seguridad, la Alerta de Violencia de Género (AVG), las órdenes de protección y las denuncias ante el Ministerio Público, no ayudan a las mujeres a tener “una vida libre de violencia”.
A través de su activismo y labor en el Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG), de la UNAM, y en el Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer (PIEM), en el Colegio de México, Melgar comprobó que las leyes no son suficientes ante un fenómeno histórico como éste.
En México –a nivel federal– existen la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), y la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, y cada estado cuenta con una legislación sobre no discriminación y violencia intrafamiliar.
No obstante, la realidad muestra que pese a las leyes, nada se hace por detener estas agresiones. Lucía Melgar pone como ejemplo que nunca se ha declarado la AVG (mecanismo urgente de acción federal y estatal contra la violencia de género) en entidades como el Estado de México, donde este fenómeno es común en cualquier municipio o colonia marginada.
Según la Endireh 2011, el porcentaje de mujeres violentadas en esta entidad es de 56.9 por ciento, es decir, en el último año casi 60 de cada 100 mujeres mexiquenses han sufrido algún incidente de “violencia de pareja”, como la cataloga el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).
Otros mecanismos para erradicar este flagelo son las órdenes de protección que en ocasiones no se otorgan; o los refugios para mujeres, que en algunos casos no son seguros y muchos ni siquiera tienen recursos para operar, indica la académica.
La también integrante del colectivo “Ni uno, ni una más”, que desde 2010 promueve acciones a favor de los Derechos Humanos y se opone a la estrategia de seguridad pública de Felipe Calderón, advierte que hay una “tolerancia social” ante la violencia de género.
CÍRCULO DE IMPUNIDAD
En los últimos años se habla más de decapitaciones y ejecuciones, pero la violencia de pareja también deja huellas difíciles de borrar en mujeres, niñas y niños. Lo preocupante es que aunado a la permisividad de la violencia, la justicia es una aspiración peligrosa de conseguir para las víctimas, explica.
Melgar, quien en meses recientes coordinó junto con la académica Irma Saucedo el libro “¿Y usted cree tener derechos? Acceso de las mujeres mexicanas a la justicia”, afirma que aunque ya no se hable como antes de la violencia en el hogar, ésta persiste.
Al parecer los resultados de la encuesta realizada por el Inegi y el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) no dice nada nuevo, pero reitera que las acciones implementadas no surten efecto.
“Como la mujer tiene que maquillarse sus golpes, curarse como puede, decir que se golpeó con la puerta o que se cayó por las escaleras... Mientras no llegue al hospital ése es su problema”, dice Melgar al señalar que al parecer al Estado se le olvido atender este tema.
El 29 por ciento de las mujeres encuestadas en la Endireh dijo estar de acuerdo en que “si hay golpes o maltrato en casa es un asunto de familia y ahí debe quedar”, lo que revela que aún se cree que este asunto no le compete a las autoridades.
No obstante, la especialista sostiene que la situación puede cambiar si hay una educación diferente sobre la feminidad y la masculinidad, y si cambian ciertos factores como los ingresos económicos y los espacios públicos para el esparcimiento, el descanso y la relajación, entre muchos otros.
México, DF, 23 jul 12 (CIMAC).- En seis años, los crímenes atroces contra mujeres, los cadáveres mutilados y la tortura sexual ganaron terreno, sin embargo un fenómeno más sutil, pero igual de trágico prevalece en todo el país: la violencia de pareja y en el hogar.
Con el pretexto del combate al crimen organizado –sostiene la académica Lucía Melgar–, las autoridades dejaron de prestar atención a los golpes, insultos y vejaciones que viven las mujeres a manos de sus esposos o parejas, muchas veces dentro de sus casas.
A propósito de los resultados de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2011 (Endireh), la crítica cultural y profesora de Literatura y Estudios de Género habla con Cimacnoticias sobre la cotidiana y silenciosa violencia de género.
Melgar asegura que mientras el gobierno federal se concentró en la lucha contra las bandas del crimen organizado, no se ocupó de las batallas que día a día libran las mujeres golpeadas, insultadas y en ocasiones obligadas a tener relaciones sexuales con sus maridos o parejas.
La cultura de violencia en la pareja –así como en la familia, el hogar, la comunidad, el trabajo y el ámbito escolar– persiste pese a las instituciones y leyes creadas para favorecer la igualdad, la no discriminación y contra la violencia de género.
“Los porcentajes son sumamente altos, incluso desde antes (de la aplicación de la Endireh) se sabía que el problema de la violencia contra las mujeres es sumamente grave y desde luego muy preocupante”, advierte la docente, a la vez que critica que tal situación pase desapercibida.
VIOLENCIA: NORMALIDAD Y REGLA
Una de las conclusiones a las que llega Melgar –quien también ha investigado el feminicidio en Ciudad Juárez– es reafirmar que uno de los lugares más peligrosos para las mujeres es su propia casa.
La Endireh 2011 revela que en los últimos cinco años, lejos de disminuir, la violencia en la pareja o la familia aumentaron, ya que en 2006 el 43.2 por ciento de las mujeres encuestadas de 15 años y más fue víctima de algún episodio violento, pero para 2011 el porcentaje pasó a 46.1.
Esta violencia sorda y muda en el hogar tiene sus orígenes –a decir de la experta– en varios factores. Algunos de estos son el impacto del ingreso económico en el hogar, la convivencia de la familia en espacios cada vez más reducidos y el machismo imperante en la sociedad mexicana.
En la actualidad cada vez hay más familias que padecen los efectos de la crisis económica y el desempleo, que enfrentan problemas para abastecer alimentos, educación y vestido, y que además están obligadas a atrincherarse y convivir en pequeñas casas de interés social.
Esto es importante –explica Melgar– porque la sociedad tiende a ver la casa como un ámbito privado, ajeno a lo público y a las leyes. “Es un espacio donde se dan la convivencia, el descanso, la descarga de tensiones y los conflictos entre las personas”.
Los insultos, golpes, peleas, cuestionamientos y amenazas en casa no son del interés de la sociedad ni del Estado. “En lo privado se hace lo que se quiere, y estamos en una sociedad machista que justifica la dominación, donde se enseña a las mujeres a obedecer”.
“Esa es la violencia más grave porque es cotidiana, se hace tras la puerta, porque es impune, porque todavía hay mujeres que se avergüenzan de decir que sus maridos las maltratan, porque además se echa la culpa a las víctimas”, señala la experta.
TOLERANCIA SOCIAL
La analista considera que las campañas publicitarias, los refugios de seguridad, la Alerta de Violencia de Género (AVG), las órdenes de protección y las denuncias ante el Ministerio Público, no ayudan a las mujeres a tener “una vida libre de violencia”.
A través de su activismo y labor en el Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG), de la UNAM, y en el Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer (PIEM), en el Colegio de México, Melgar comprobó que las leyes no son suficientes ante un fenómeno histórico como éste.
En México –a nivel federal– existen la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV), y la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, y cada estado cuenta con una legislación sobre no discriminación y violencia intrafamiliar.
No obstante, la realidad muestra que pese a las leyes, nada se hace por detener estas agresiones. Lucía Melgar pone como ejemplo que nunca se ha declarado la AVG (mecanismo urgente de acción federal y estatal contra la violencia de género) en entidades como el Estado de México, donde este fenómeno es común en cualquier municipio o colonia marginada.
Según la Endireh 2011, el porcentaje de mujeres violentadas en esta entidad es de 56.9 por ciento, es decir, en el último año casi 60 de cada 100 mujeres mexiquenses han sufrido algún incidente de “violencia de pareja”, como la cataloga el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).
Otros mecanismos para erradicar este flagelo son las órdenes de protección que en ocasiones no se otorgan; o los refugios para mujeres, que en algunos casos no son seguros y muchos ni siquiera tienen recursos para operar, indica la académica.
La también integrante del colectivo “Ni uno, ni una más”, que desde 2010 promueve acciones a favor de los Derechos Humanos y se opone a la estrategia de seguridad pública de Felipe Calderón, advierte que hay una “tolerancia social” ante la violencia de género.
CÍRCULO DE IMPUNIDAD
En los últimos años se habla más de decapitaciones y ejecuciones, pero la violencia de pareja también deja huellas difíciles de borrar en mujeres, niñas y niños. Lo preocupante es que aunado a la permisividad de la violencia, la justicia es una aspiración peligrosa de conseguir para las víctimas, explica.
Melgar, quien en meses recientes coordinó junto con la académica Irma Saucedo el libro “¿Y usted cree tener derechos? Acceso de las mujeres mexicanas a la justicia”, afirma que aunque ya no se hable como antes de la violencia en el hogar, ésta persiste.
Al parecer los resultados de la encuesta realizada por el Inegi y el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) no dice nada nuevo, pero reitera que las acciones implementadas no surten efecto.
“Como la mujer tiene que maquillarse sus golpes, curarse como puede, decir que se golpeó con la puerta o que se cayó por las escaleras... Mientras no llegue al hospital ése es su problema”, dice Melgar al señalar que al parecer al Estado se le olvido atender este tema.
El 29 por ciento de las mujeres encuestadas en la Endireh dijo estar de acuerdo en que “si hay golpes o maltrato en casa es un asunto de familia y ahí debe quedar”, lo que revela que aún se cree que este asunto no le compete a las autoridades.
No obstante, la especialista sostiene que la situación puede cambiar si hay una educación diferente sobre la feminidad y la masculinidad, y si cambian ciertos factores como los ingresos económicos y los espacios públicos para el esparcimiento, el descanso y la relajación, entre muchos otros.
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