Premios Right Livelihood
Los Nobel Alternativo, faros de justicia social y derechos humanos
Bogotá,
09 jul. 13. AmecoPress/SEMlac.- La primera conferencia regional de
Premios Nóbel Alternativos finalizó el viernes en Bogotá con fuertes
declaraciones contra la violencia sufrida por indígenas, campesinos y
líderes sociales latinoamericanos. Hombres y mujeres galardonados con
el Right Livelihood Award se reunieron durante cinco días en Colombia
para debatir sobre los principales problemas que actualmente enfrenta
la región y discutir soluciones prácticas que transformen la vida de la
sociedad civil.
Catorce
“Premios Nóbel Alternativo” compartieron experiencias y plantearon sus
visiones sobre los actuales desafíos para América Latina, en la
conferencia regional que los reunió en Bogotá (Colombia) entre el 1 y
el 6 de julio. La confluencia de los poderes económico y político en
desmedro de los derechos civiles fue un eje común en la diversidad de
temas tratados. Fuertes declaraciones y propuestas de rápida acción
conjunta resultaron de los encuentros a lo largo de cinco días.
Relacionando
aspectos económicos y políticos, Martín Almada recordó que el pasado
golpe de estado institucional de Paraguay estuvo vinculado a presiones
de grandes empresas extranjeras con intereses sobre extensas porciones
de territorio. Con profunda preocupación los galardonados refirieron
también a los numerosos asesinatos de periodistas, intermediarios entre
quienes luchan y el conjunto de la sociedad civil: “Desde nuestra
posición como laureados debemos promover la protección de aquellos que
trabajan en denunciar y ofrecer soluciones alternativas”, aseguró Raúl
Montenegro, de Argentina.
Afirmando que
“la economía ha matado más gente que todas las guerras juntas”, el
economista chileno Manfred Max-Neef propuso la creación de un Tribunal
para Crímenes Económicos contra la Humanidad. ”Son evidentes los
estragos del sistema dominante actual. Debemos promover un nuevo
paradigma de desarrollo basado en la felicidad, donde no hablemos del
Producto Interno Bruto (PIB) sino de la Felicidad Interna Bruta (FIB),
lo que supone vivir de manera sostenible con todo lo que somos”.
En el marco
de sus reuniones, los Premios Nóbel Alternativos suscribieron el
documento titulado “Llamado de Bogotá“, que compila sus conversaciones
sobre las necesidades observadas en materia de derechos humanos y
ambientales, procesos de paz y memoria, participación democrática y
autonomía de los estados latinoamericanos.
La
conferencia también tuvo lugar para el intercambio entre galardonados y
organizaciones sociales locales, así como espacios para el encuentro
con el público. El foro llamado “Creando un entorno favorable para la
sociedad civil” fue una enriquecedora experiencia compartida entre
laureados y asistentes interesados en los temas que allí que trataron:
educación, desarrollo, crímenes de lesa humanidad, etc.
Participaron
de esta confererencia regional los siguientes “Premios Nóbel
Alternativos”: Manfred Max-Neef (Chile, 1983), Evaristo Nugkuag Ikanan
(Perú, 1986), Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare, ATCC
(Colombia, 1990), Comisión Pastoral de Tierra, CPT (Brasil, 1991),
Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra, MST (Brasil, 1991),
Helen Mack Chang (Guatemala, 1992), Juan Pablo Orrego (Chile, 1998),
International Baby Food Action Network, IBFAN, (México, 1998), COAMA
(Colombia, 1999), Grupo de Agricultura Orgánica (Cuba, 1999), Martín
Almada (Paraguay, 2002), Raúl Montenegro (Argentina, 2004), Francisco
"Chico" Whitaker (Brasil, 2006), Festival Internacional de Poesía de
Medellín, FIPM (Colombia, 2006).
Su presencia
en Colombia significó una expresión de solidaridad con las
organizaciones de la sociedad civil, activistas, y galardonados
locales: “Colombia vive una de las mayores tragedias humanitarias de la
Tierra, con una guerra de más de medio siglo que ha dejado cinco
millones de víctimas entre muertos, desaparecidos, heridos, mutilados y
desplazados, constituyéndose en una de las más prolongadas guerras de
la historia humana”, afirmó Fernando Rendón, director del FIPM.
Salvar a miles
de personas en riesgo de muerte por contaminación ambiental es tan
importante como crear una vacuna. Lo mismo que comprometer a los
guerreros a no disparar contra civiles en medio de su combate, o llevar
a los tribunales a responsables de asesinatos cuando se trata de
poderosos actores del conflicto.
Estos son
algunos de los logros de los 14 latinoamericanos laureados con el
premio Right Livelihood Award (también conocido como Nobel
Alternativo), quienes se reunieron por primera vez durante la primera
semana de julio en Bogotá, para compartir sus experiencias y visiones
sobre la construcción de otra manera de vivir.
Right
Livelihood (Buen Vivir) es un concepto indígena que significa vivir en
armonía con los demás y con el entorno, en contraposición a la idea de
que vivir bien es tener más cosas, según recordó Francisco "Chico"
Whitaker, el brasilero cofundador del Foro Social Mundial y quien
recibió el premio Nobel Alternativo en 2006.
Por ello los
laureados, si bien han promovido experiencias exitosas en áreas muy
disímiles, tienen en común el haber realizado el sueño de cambiar una
situación para beneficio de los necesitados, aun desafiando poderes
económicos, políticos y militares. Desde 1980 se han premiado 149
"proyectos de esperanza", de individuos y organizaciones de 65 países.
Una mujer que hizo historia
El sueño de
Helen Mack Chang fue llevar a juicio a los autores intelectuales del
asesinato de su hermana, Myrna, en medio del conflicto armado interno
en Guatemala.
"Recibí una
formación espiritual, la cual me marcó. La ’unidad de vida’ es vivir de
acuerdo a como se piensa. Yo era una administradora de empresas que
vivía acomodada, hasta que matan a mi hermana Myrna, quien era
antropóloga. Ella había escogido no ser antropóloga de oficina", afirmó
Helen Mack Chang, premio Livelihood Award en 1992.
Myrna creó la
Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales en Guatemala, desde
donde realizó la investigación "Política institucional hacia el
desplazado interno de Guatemala".
En ella
exponía el drama humano de las comunidades víctimas de la violencia
ejercida por el Estado contra campesinos, en la década de los ochenta,
cuyos sobrevivientes se desplazaron hacia regiones selváticas y
montañosas y enfrentaron el martirio del hambre, el desarraigo y la
desprotección.
Este trabajo
sacó a la luz tanto las condiciones de vida indigna de las personas
desplazadas, como los bárbaros métodos de la Fuerza Pública en la
guerra contra la insurgencia. El 11 de septiembre de 1990, Myrna fue
asesinada, sin juicio previo, por el Estado Mayor Presidencial.
Helen se
propuso esclarecer el asesinato de su hermana. Durante 13 años buscó
que se hiciera justicia, primero mediante el juicio del autor material
y luego de los autores intelectuales. En 1994 se sentenció al sargento
especialista Noel de Jesús Beteta Álvarez a 25 años de presión por la
autoría material y en 2004 se logró sentencia firme condenatoria por 30
años del coronel Juan Valencia Osorio, por la autoría intelectual.
Además, la
Corte Interamericana de Derechos Humanos sentenció en 2003 al Estado
guatemalteco por su responsabilidad en el asesinato, encubrimiento y
denegación de justicia en el caso de Myrna Mack Chang.
"Los juicios
me hicieron ver el miedo de la policía y de los jueces, pero también me
mostraron la Guatemala profunda. Conocí la exclusión económica y social
de la mayoría de los guatemaltecos y la enorme injusticia. Eso me
revolvió. Me tildaron de comunista. Entonces dije: si defender la
justicia es ser comunista, soy comunista. El premio Nobel alternativo
me ayudó a salvar mi vida", agregó con la voz grave y firme que la
caracteriza.
Si bien las
mujeres son víctimas, en muchas formas, durante los conflictos armados,
también cosechan aprendizajes. "En Guatemala, el liderazgo femenino
empezó a resurgir por la búsqueda de justicia en casos de asesinato y
desaparición forzada. Las mujeres se organizaron en los momentos más
difíciles y salieron a la palestra. Me parece que las mujeres sienten
de manera más fuerte su integridad y la defienden, y salen con más
fuerza", aseguró.
Mujeres que logran cambios
Esta
apreciación la comparte el argentino Raúl Montenegro, premio Nobel
Alternativo 2004, quien ha impulsado campañas antinucleares como la que
culminó con el cierre de la mina de uranio Los Gigantes (Argentina),
así como actividades para la creación y protección de seis parques
naturales en ese país, además de múltiples acciones exitosas para
detener la disposición de basura tóxica, polución por químicos y
distribución de agua contaminada a comunidades.
"Creo más en
los cambios liderados por mujeres", afirmó Raúl Montenegro. "En los
diferentes países donde he desarrollado campañas, quienes conducen los
cambios son las mujeres".
Expuso como
ejemplo que, en Argentina, durante un corte de ruta (bloqueo de
carretera), una mujer organizó un desfile de modas en la ruta en medio
de la noche. "A la mañana siguiente, llegó una jueza con una orden para
desalojarlas. Y las mujeres que habían pasado toda la noche allí a la
intemperie le contaron lo que ellas vivían; entonces la jueza se fue
llorando sin siquiera sacar la orden de su bolsillo".
"No fue una
lucha intelectual, ni de fuerza. Fue una lucha de seres únicos, donde
todos son necesarios y al fin, ninguno es líder", puntualizó Montenegro.
Dialogando inclusive con el gatillo en la sien
"Un día llegó
un capitán y nos dijo: ’ustedes se van para la guerrilla o con los
paracos (paramilitares), o se van de la región’. Yo tenía familia y
solo la tierra para trabajar. ¿Para dónde me iba a ir? Así que me
quedé".
"Éramos como
40 que nos quedamos e hicimos un pacto de que jamás… (el llanto lo
obliga a hacer una pausa) dispararíamos contra nadie, aunque habíamos
visto morir a muchos, no íbamos a vengarlos matando", relató Jorge
Suárez, un campesino de unos 70 años con apenas quinto de primaria.
Él es uno de
los fundadores de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare,
laureada con el premio Nobel Alternativo en 1990 por su "sobresaliente
compromiso con la paz, la familia y la comunidad en medio de la mayor
violencia".
El Carare,
región ubicada al noreste de Colombia, comenzó a ser escenario de
guerrillas en 1965. Luego llegaron los batallones de contrainsurgencia
y, en la década de los ochenta, aparecieron grupos ilegales
antiguerrilla, llamados paramilitares.
Además,
estaban los "pájaros", pistoleros de los extractores de esmeraldas del
municipio de Muzo, así como traficantes del cartel de Pablo Escobar.
"Todos nos daban palo (nos atacaban), cuando no nos mataban", agrega
Suárez. Para 1987, 500 campesinos y campesinas habían sido asesinados.
La Asociación
nació bajo el lema "Por el derecho a la vida, la paz y el trabajo". No
pedían nada extraordinario, pero cuando se está en medio de cinco
grupos armados en combate, esta solicitud exigía mucho valor y
estrategia. Su táctica fue dialogar con todos.
"En 1987
logramos sentar a todos, excepto a los ’pájaros’ de Muzo, y llegamos a
comprometerlos en un pacto de no agresión a los civiles", afirmó
Donaldo Quiroga, de la asociación. Pero la disminución de la violencia
no significaba la paz.
Entonces
presentaron un Plan de Desarrollo al gobierno, en el que hacían énfasis
en la necesidad de mejorar y ampliar la educación, las carreteras y la
organización comunitaria.
Dado que los y
las campesinas del Carare sufrieron la violencia de manera generalizada
como región, hoy es una de las organizaciones que se prepara para
exigir la reparación integral colectiva en el marco de la ley de
Víctimas y Restitución de Tierras. "Este es un reto muy grande
-concluye Quiroga- pues implica que haya garantías de no repetición y
de dignificación de la vida".
Foto: Archivo AmecoPress. La activista guatemalteca Helen Mack Chang, premio Livelihood Award en 1992.
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