José Steinsleger /V y última
Abundan los
analistasque atribuyen el fin de la dictadura civicomilitar (1976-83) a la guerra de Malvinas, y a la mujer que recuperó del Museo Británico las banderas de la piratería capitalista mundial. Nada cuentan, para ellos, la resistencia popular y la lucha tenaz de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
En el gobierno de Raúl Alfonsín (1983-89), y a pesar de las hipócritas leyes de
obediencia debiday
punto final, tuvo lugar el juicio a los jefes militares del periodo más tenebroso de la historia política argentina (1985). Sin embargo, tras el indulto del presidente Carlos Menem a los genocidas, la justicia y la ética de la democracia con dependencia quedaron en cuestión (1990).
Invencibles, las madres y abuelas redoblaron la lucha. Hasta que en
abril de 2003, Néstor Kirchner les abrió de par en par las puertas de
la presidencia, sin necesidad de citas o agenda previa. Año y medio
después, la abogada Nilda Garré ocupó el cargo de ministro de Defensa.
Durante cinco años, sin que le temblara el pulso, Nilda
pasó la escoba. La doctrina de seguridad nacional impuesta por Washington fue botada a la basura, se promovió la reforma del sistema de justicia militar y se vetó el ascenso de rango a familiares de militares involucrados en crímenes de lesa humanidad.
Luego, a finales de 2010, Nilda ocupó la Secretaría de Seguridad.
Cargo que por sus alcances, resultaba más complejo que el anterior. Con
todo, y así como en las Fuerzas Armadas, los programas de estudios de
la temible Policía Federal (PFA) pegaron un giro radical. Los tres
institutos de formación que llevaban nombres de notorios represores y
asesinos fueron cambiados y, por primera vez en su historia, la PFA
tuvo 10 subcomisarias mujeres, dos primeras comisarios generales, a más
del ingreso de travestis, transexuales y transgénero en las fuerzas de
seguridad.
En el denso y clasista ámbito judicial, las cosas también empezaron
a moverse. El año pasado, la procuradora general de la nación,
Alejandra Gils Carbó, instruyó a los fiscales de todo el país que los
delitos sexuales cometidos por militares, marinos, gendarmes, policías
y demás represores, no quedarían impunes.
Por ejemplo, el represor y obstetra Jorge Magnacco (responsable de
la maternidad montada en el Hospital Naval para que las detenidas
dieran a luz a sus hijos que luego eran apropiados y entregados a
familiares o allegados de los militares) fue condenado a 10 años de
prisión, más otros 15 por delitos similares por la retención y
ocultación de una bebé a cuya madre atendió en el parto que tuvo lugar
en el lúgubre campo de concentración que funcionó en la Escuela de
Mecánica de la Armada.
Igualmente, el feminicidio
dejó de ser figura penal autónoma, y ahora se le considera un agravante
del crimen: cadena perpetua no sólo para quien matare al ascendiente o
cónyuge, sino que es extensiva a los y las
ex, fueran cónyuges, convivientes o
exconvivientes. Norma que cierra la posibilidad de los atenuantes para el que ya tuviera antecedentes de violencia o de género. Y agrega la perpetua por crímenes de odio a la orientación sexual, y a la identidad de género o a su expresión.
Asimismo, un proyecto del Senado agrega un nuevo inciso al artículo
del Código Penal: cadena perpetua al que mate a alguien con el
propósito de causar sufrimiento a una persona con la que se mantiene o
se ha mantenido una relación. V. gr.: el caso del hombre que para
vengarse mata al hijo de su ex mujer.
Innegablemente, los problemas inherentes a la situación de la mujer
mucho tienen que ver con la cultura y artimañas de la sociedad
patriarcal. Más si un Estado que se dice democrático y republicano deja
librado al azar o
usos y costumbrestales problemas, poco puede avanzar con sus leyes.
Tal sería el caso de la Asignación Universal por Hijo (AUH),
destinada a las madres cuando quedan a cargo de los hijos por el
abandono del esposo. Pero en el censo de 2010 se descubrió que en
muchos casos el hombre se declaraba frente al censista como
jefede un hogar en el que la mujer aportaba más dinero a la familia. Y así cobraba la AUH, que luego repartía a discreción o, de plano, se embolsaba.
La presidenta Cristinta Fernández tomó cartas en el asunto, y
dispuso que la madre tuviera preferencia en el cobro de la AUH, aún
cuando la tenencia de los niños fuera compartida. Ahora basta que la
madre declare que desconoce el paradero del padre, o que éste no aporta
al hogar.
En declaraciones al periódico Página 12, la titular de la Subsecretaría de Defensa del Consumidor, María Lucila Pimpi
Colombo, calificó la medida de histórica, pues “…cambia la lógica de la
actuación del Estado en protección a la familia. La lógica antigua
estaba basada en una visión patriarcal, donde el único aporte
considerado es el del varón…”
Y así cerramos este breve panorama de las mujeres argentinas, bajo
un gobierno que dejó de celebrar oficialmente el Día de la Madre o del
Padre para en su lugar festejar el Día de la Familia, con el fin de
alcanzar “…un mejor conocimiento de los procesos sociales y económicos
de la sociedad” (ONU, 1994).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario