Ricardo Rocha
Hoy, casualmente hoy miércoles, se celebra el Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales. También, casualmente, EL UNIVERSAL ha publicado en estos últimos días tres notas de ocho columnas con sus respectivas fotografías que describen e ilustran claramente la situación del país en esta materia. Creo que vale la pena retomar cada uno de estos esfuerzos periodísticos.
Alertaron debilidad para encarar la lluvia. En la nota firmada por el reportero Noé Cruz se da cuenta de que la Comisión Nacional del Agua reconoció desde el mes de agosto —cuatro semanas antes de la emergencia nacional por las lluvias— que, de acuerdo con su propio diagnóstico, carecía de capacidad de reacción. En el mismo reporte nos enteramos de la existencia de 20 centros de atención de emergencias, que cuentan con medio millar de equipos de bombeo, por desgracia insuficientes, obsoletos o inservibles. La pregunta es si el titular de Conagua, David Korenfeld —quien se supone un experto— no supo, no pudo o no le hicieron caso para adquirir de emergencia el equipo necesario a lo largo de 30 días.
Semarnat frenó su gasto en previsión. Ahora la nota es de la colega Mariana León. Da a conocer datos francamente aterradores: que la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales frenó el gasto destinado precisamente a la protección de las ciudades contra las inundaciones. Pero lo peor del caso es que la Semarnat sólo ejerció 14 % del presupuesto del llamado Programa de Infraestructura para la Protección de los Centros de Población y Áreas Productivas. Disponía de 896 millones de pesos y sólo invirtió 128; es decir, hubo un subejercicio de 86%. Más gravé aún es que el titular de la Semarnart, Juan José Guerra Abud, crea que somos retrasados mentales al negar ese brutal subejercicio argumentando que la totalidad de los recursos “aunque no se hayan usado, ya están comprometidos”. ¿Con quién, cuándo, el 31 de diciembre?
En la misma nota se informa que desde 2010 la Conagua identificó a través del Atlas de Vulnerabilidad Hídrica que, entre los estados que podían resultar más perjudicados por huracanes y lluvias torrenciales, estaban precisamente Guerrero, Veracruz y Oaxaca. O sea, la crónica de una tragedia anunciada. “Autopista del Sol, sin remedio”. También de Mariana León, la nota establece que la falta de planeación, bajo presupuesto y una prisa absurda se conjugaron para convertirla en un “barril sin fondo”, según los especialistas. Mismos que establecen que resulta prácticamente imposible corregir los errores de origen; que los derrumbes seguirán cada temporada de lluvias y que de plano esa obra no tiene remedio. Ya en numerosas ocasiones nos hemos referido a ese timo kilométrico que se otorgó como graciosa concesión y luego se rescató a altísimo costo a pesar de que, desde el principio, se supo que era una untada de pavimento; por lo que, una vez más, no resistió los temporales.
Lo cierto es que los casos presentados en estos informes evidencian que, desde siempre, la corrupción entre gobernantes y grandes consorcios ha sido una constante. Pero que más recientemente habrá que sumársele la incapacidad de algunos funcionarios y las dudas fundadas sobre otros como Luis Felipe Puente, de Protección Civil, y el desvergonzado José María Tapia Franco, del Fonden, que todavía la gozaba en Las Vegas apostando un cuarto de millón de pesos por sentada en el baccarat. Será por eso que el presidente Peña acaba de anunciar que hará un nuevo recorrido, “un auténtico peregrinar por las distintas entidades afectadas”. Él, personalmente, como si no pudiera confiar en nadie. En lo que tendría razón.
Lo que sí estamos esperando es que se investigue exactamente cuál fue el comportamiento de todos y cada uno de los funcionarios que, por montones, tienen algo que ver con la prevención de desastres. No podemos permitir que la impunidad siga reinando sobre los lodos criminales de la corrupción, en los paños verdes de las mesas de juego. O en las oficinas faraónicas de tantos buenos para nada.
@RicardoRocha_MX
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Periodista
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