Aminetou Mint Moctar, presidenta de la Asociación de Mujeres Jefes de Familia (ASCF, siglas en francés) de Mauritania
Madrid, 20 jun. 14. AmecoPress. En
su país, Mauritania, la llaman la “Rebelde”. Ha venido a participar en
las Jornadas “El Sahel y la Cooperación Española”, organizadas por la
Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo
(AECID). Es presidenta de la Asociación de Mujeres Jefes de Familia
(ASCF, siglas en francés) de Mauritania, que lucha contra todo tipo de
violencia y discriminación contra las mujeres y por su participación
política y el liderazgo femenino.
Está
amenazada por una fatua religiosa, acusada de apostasía, a través de la
cual el extremismo religioso pide “cortarle la cabeza y sacarle los
ojos”. Ha pedido ayuda en Mauritania, al Gobierno, a la policía, a la
justicia, pero no ha conseguido protección. El país está en plenas
elecciones y espera ver claro para poder regresar. Agradece la ayuda y
la acogida recibida en España, especialmente por la AECID y las
organizaciones sociales y feministas: “una gran familia de los derechos
humanos”.
“Primero,
quisiera presentarme”, dice. “Soy una militante de los derechos
humanos, decidida a combatir el extremismo religioso y a todo lo que
vaya en contra de la democracia, defender los derechos de todas las
personas con dificultades, hombres y mujeres. El camino no es fácil. En
África las mujeres estamos discriminadas, no tenemos derecho a hablar,
estamos obligadas a obedecer la voluntad del hombre”.
La
asociación que usted preside tiene como uno de sus objetivos
fundamentales luchar contra el matrimonio de menores. En Mauritania, el
Código de Estatuto Personal fija la edad de matrimonio en 18 años,
aunque deja una derogación que permite a una mujer casarse a partir de
16 años en casos excepcionales. También hay una ordenanza 2005/015 que
protege a las niñas y niños. Pero los este tipo de matrimonio van en
aumento y aunque se denuncian, la justicia les da la razón en pocos
casos. ¿Cuáles son las causas de esta práctica y de esta contradicción
con lo que reconoce la ley? ¿De qué manera afrontan la lucha contra
ella?
Las leyes no
se aplican. La justicia está muy ligada a la tradición. En 2012, la
Justicia mauritana se enfrentó a nueve casos de menores casadas con
hombres mayores de edad y solo anuló el enlace de dos niñas cuyos
esposos tenían más de 80 años. Según nuestras estadísticas, en 2012
alrededor de 500 menores de entre 9 y 16 años contrajeron matrimonio y
en 2013 la cifra aumentó un 54 por ciento. Ha habido un incremento de
las violaciones dentro del matrimonio. La inseguridad es muy grande,
hay secuestros de niñas y adolescentes para violarlas. Entonces, muchas
familias, para salvar el honor, entregan a las hijas. También se suma
la pobreza, muchos padres dan a sus hijas en matrimonio para obtener la
dote. Incluso las llevan a Arabia Saudita donde los príncipes dan mucho
dinero por una niña de 4, 5 o 6 años.
Además
de esta situación de matrimonios obligados. ¿A qué se enfrentan las
mujeres en Mauritania? ¿Cuáles son los principales conflictos que les
afectan?
Las mujeres se
enfrentan a distintas violencias. Por ejemplo, hay una violencia
étnica, una lucha entre negros y árabes, que a ellas les afecta más. La
violencia de género, la violencia sexual en el trabajo –hay muchos
niños que nacen de esas violaciones-. Hay también Mutilación Genital
Femenina (MGF). También el “engordamiento” de las mujeres, para que
sigan nuestro ideal de belleza, que prefiere cuerpos gordos, meten a
las mujeres en granjas y las engordan. El servicio doméstico lo
realizan niñas y mujeres que son maltratadas, pegadas, violadas. Las
mujeres no son dueñas de sus vidas y son objeto de numerosas
discriminaciones.
¿Las mujeres pueden denunciar estas situaciones?
No. La mayoría
de estas situaciones no están recogidas por la ley. Solo hay un
artículo en el Código Penal sobre la violación, pero ni la criminaliza
ni contempla la reparación. Pero el mayor problema es que la mujer no
tiene acceso a la justicia y además, por cultura y tradiciones, se
siente avergonzada y no denuncia, y cuando se atreven a ir a la policía
la culpan a ella.
¿Pueden las niñas acceder a una educación? ¿Por qué hay tanta resistencia al acceso a la educación de las mujeres?
Para las
familias la educación de los hombres es prioritaria. El Gobierno no
tiene los medios suficientes aplicados a la educación: cuesta mucho
tener los materiales educativos, uniformes, comida, etc. Entonces, las
familias que hacen el esfuerzo, lo dedican a los niños y no a las
niñas. El destino de las mujeres es casarse e irse con otra familia. Y
recordemos también que el 90 por ciento de la población es pobre.
En
cuánto a la participación política de las mujeres, ¿avanza?, ¿crece el
porcentaje de representación femenina en partidos e instituciones?
Aunque las
mujeres no se presentaban para ser elegidas, siempre han trabajado
mucho en la base. Y poco a poco, se van presentando y formando parte de
las instituciones. En 2005 empezamos a hacer una labor de formación en
la base para que las mujeres se presentaran a las elecciones del 2006 y
también presentamos un recurso para que se implementaran las cuotas de
participación femenina en el Gobierno –pedimos un 20 por ciento al
menos- y logramos que se tramitara una ley. Se presentaron muchas
mujeres y obtuvimos un 20 por ciento en el Parlamento, un 19,6 en el
Senado y un 32,89 por ciento de las Comunas. Esta labor fue reconocida
por Francia, que me entregó en 2006 el Premio de los Derechos Humanos
por promover la participación política de las mujeres y defender los
derechos humanos. En 2013 realizamos una nueva campaña para aumentar la
cuota de participación femenina, con el fin de alcanzar los objetivos
de desarrollo del milenio, y ahora contamos con un 31 por ciento de
mujeres en el Parlamento y más de un 40 por ciento en las Comunas,
mientras que las cuotas autorizadas son del 33 por ciento.
Y en
la economía. ¿Tienen derecho las mujeres a ser propietarias de las
tierras? ¿Pueden trabajar y recibir un salario igual que los hombres?
No. Si son
propietarias de las tierras, cuando se casan, las tierras pasan a la
otra familia. Estamos luchando contra esa situación. Tampoco tiene
acceso al patrimonio cultural. Mientras esto no cambie, siempre serán
pobres, la mayoría están en zonas rurales, el hombre emigra y la mujer
se queda allí, pero no es dueña de los recursos.
En
occidente a menudo un análisis superficial o parcial vincula la
violencia y discriminación de las mujeres con la religión islámica.
Evidentemente esto es cuanto menos incompleto, pues hay muestras de
violencia hacia las mujeres en todos los países, culturas y religiones.
Usted está amenazada por una fatua religiosa. ¿Qué opina? ¿Cree que el
Islam promueve una actitud discriminatoria y violenta hacia las mujeres?
No. Eso es el
Islam importado. El Islam es tolerante, la mujer tiene todos los
derechos. Luego está la interpretación del Islam. Nosotros lo
interpretamos como algo que protege a los más pobres, a las mujeres,
los niños. Antes de que llegara el Islam, a las niñas se las mataba al
nacer, y cuando llegó el Islam prohibió esa norma. El Islam importado
es violento, es el extremismo, son lecturas del Corán muy extremistas y
parciales, son grupos financiados por Arabia Saudí, Qatar, etc. El
Islam no mata a los ciudadanos, a las niñas, las mujeres, justo al
contrario, no roba los bienes de los demás, protege la dignidad humana
y es tolerante. El Islam que hemos conocido es tolerante.
¿Cómo llegó al activismo social?
Con once años
ya era militante de izquierdas a favor de la democracia. Y luché contra
la discriminación, el racismo, las costumbres y tradiciones que iban
contra las mujeres. Soy rebelde de nacimiento, en mi país me llaman “la
rebelde”. En 1991 se produjeron unos eventos muy fuertes que
destrozaron el tejido social del país: los bereberes contra los negros.
Fue entonces cuando abandoné la política para centrarme en la lucha a
favor de los derechos humanos en Mauritania.
La
solidaridad entre las mujeres africanas es un aporte para las mujeres
del mundo y para el feminismo. Háblenos de su testimonio.
Yo estoy en
muchas redes de mujeres: musulmanas, africanas, europeas, de todo el
mundo. En foros feministas, en organizaciones que trabajan por la
igualdad y los derechos humanos. En redes contra la esclavitud. Creo
que es fundamental la unión entre todas las mujeres y todas las
personas.
¿Qué admira, qué le gusta de Europa y sobre qué aspectos nos llamaría la atención para que mejoremos?
Creo que la
mujer, ya sea europea, africana o de donde sea, tiene los mismos
problemas. Es cierto que hay una diferencia por la religión, pero
también otras religiones, no solo la islámica, sino todas, la católica,
el budismo, tienen su repercusión sobre las mujeres. Y si quieren
avanzar y no ser abandonadas, tendrán que evolucionar, como evoluciona
el mundo. Las mujeres europeas tienen más oportunidades, en el campo de
la educación, en el político y en el profesional, que la mujer africana
y esto se debe al desarrollo. Los países africanos son subdesarrollados
y eso tiene un efecto negativo sobre las mujeres.
Mujeres
para el Diálogo y la Educación (MDE) organiza un almuerzo-coloquio el
próximo lunes 23 de junio en el hotel MELIA PRINCESA para conversar con
Aminetou sobre su experiencia en la lucha contra el tráfico y la
esclavitud de mujeres y niñas en Mauritania y el Sahel y en la lucha a
favor de los derechos humanos. Si deseas asistir al almuerzo, puedes
contactar a través del mail dbarbolla@mde.org.es o en el tel. 619 762
042. El precio del almuerzo son 25 euros.
Foto: AmecoPress
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