Soledad Jarquín Edgar
Cd. de México, 25 ene. 17. AmecoPress/SemMéxico.- La
culpa es de las mujeres. Me refiero a lo que se dice con cierta
holgura, sin ninguna reflexión de fondo en la radio, en la televisión y
en la prensa, a raíz de la agresión de un adolescente en Monterrey.
La idea de la división sexual del trabajo, donde las mujeres
ocupan un lugar en lo privado, la casa, y son (las únicas) responsables
de la crianza, cuidado y educación de las hijas e hijos. Y que los
hombres son responsables de proveer los recursos para el funcionamiento
de la casa, de protegerla a costa, incluso de su vida, porque sobre
todas las cosas está el honor, es lo que refuerza de manera permanente
la idea de que las mujeres están únicamente hechas para su casa y su
familia, idea, pensamiento que ha horadado nuestra vida en particular y
nuestro actuar en lo social. Hacer lo contrario implicaría trasgredir,
violentar lo establecido.
Por
eso se piensa y se cree hasta los huesos en la culpabilidad de las
mujeres, es la idea de que una madre (es decir, todas las mujeres) son
las responsables de la vida actual y, por tanto, del futuro de las y los
hijos. Y cuando esos hijos e hijas “cometen un error” o algo les pasa
la responsabilidad es de la madre.
Todavía retumba en nuestra
cabeza, imposible olivar, cuando la entonces “primera dama” del país
(1994-2000), Nilda Patricia Velasco, acusó a las mujeres de su interés
por trabajar solo para comprar medias, descuidando a los hijos (e
hijas).
Pero esa historia la conocemos porque fue una mujer con
cierto nivel de importancia mediática la que entonces hizo semejante
expresión, pero a lo largo de los últimos años es lo más cotidiano. A
través de los dramas del cine o la televisión, incluso cierto tipo
literatura, sigue mostrando cómo las mujeres de éxito profesional tienen
que pasar por esa ruptura con sus familias (un drama) y se ven en la
permanente disyuntiva de dejar el éxito profesional para no fallar, para
no trasgredir el papel que por ser mujeres social e históricamente “les
corresponde”.
Bueno, podemos escuchar esa acusación en algunas
mujeres que siguen cuestionando cómo algunas mujeres pasan horas fuera
de la casa porque están entregadas al trabajo, “descuidando” su casa.
Nadie en la vida ha cuestionado a los hombres por ausentarse de sus
hogares por ganar dinero o por crecer dentro del contexto de una empresa
o en la política. Y nadie cuestiona, reitero, la idea de que así es y
es inamovible se forma desde la casa, en los medios, en las escuelas, en
las normas, etcétera, etcétera.
Ahora, después de que un
adolescente le disparó a su maestra y tres compañeros (una mujer y dos
hombres) en un colegio de la capital de Nuevo León, otra vez los dedos
acusadores de los opinadores de la televisión abierta mexicana, es
decir, actrices o actores, que dirigen programas de revista, de
cotorreo, para señalar la responsabilidad de la madre por no “atender”
al hijo con problemas, al muchacho deprimido…
En su “lógica” solo
cabe la idea de que las mujeres, como decía antes, sirven para cuidar,
para educar a sus hijos e hijas, a las personas mayores y a las o los
enfermos. Por tanto su pregunta que se hicieron con naturalidad es ¿en
dónde estaba la madre de este muchacho?
Nadia absolutamente nadie
cuestiona ¿en dónde estaba el padre? Nadie, aún cuando el muchacho, como
dijeron algunos medios de acuerdo con las versiones policiacas, habría
tomado la pistola del padre.
Lo cierto es que no hay
responsabilidad exclusiva de la madre, hay responsabilidad del padre por
tener un arma en casa. Si, sí la hay. Existen estudios que indican que
las personas que poseen un arma tienden a ser más violentos y está
comprobado que un arma en casa incremento el riesgo de violencia y claro
un asesinato dentro de la familia.
Pero aunado a ello, no es
ajeno ver lo que sucede en el ámbito social. ¿Por qué se posee un arma
en casa? El que cada vez haya más pistolas en las casas también tiene
que ver la inseguridad, con lo que conocemos como delincuencia
organizada.
Qué están mostrando los medios de comunicación, sobre
todo la televisión de manera permanente. ¿No es acaso violencia? Un
ejemplo real y cotidiano son las series que hacen apología del
narcotráfico en México, cinco o seis espacios al mismo tiempo.
¿Y
qué me dicen de la novela La Candidata? ¿No es acaso una apología de la
violencia? Donde nada tiene valor, excepto el poder político podrido y
apestoso, corrupto, como lo reflejan en esa teleserie y donde revelan
que la política es un asco, confirman que por tanto es una institución
que debe desaparecer. ¿Cómo para qué?
Todos los días en esa
teleserie hay un acto de violencia contra una mujer o un hombre, actos
que normalizan la violencia, la hacen común. Porque hay una diferencia
entre la violencia real y la violencia ficticia, pero donde la gente
llega a no distinguir, está anestesiada.
Lo cierto es que tenemos
que abrir la mente y valorar la responsabilidad social de cada persona,
de cada institución en lo que somos hoy como sociedad. Y entonces
veremos que la culpa no es solo de las mujeres. Esa es una idea arcaica.
Ilustración: Laura María, "La culpa es de Eva".
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