Jorge Carrasco
CIUDAD
DE MÉXICO (apro).- Declarada la confrontación por parte del presidente
de Estados Unidos, Donald Trump, el mandatario mexicano Enrique Peña
Nieto no tiene otra opción que prepararse y preparar al país para un
escenario de confrontación y acciones unilaterales, incluso más allá de
su sexenio.
Los casi dos años que perdió contemplando cómo Trump
armaba su candidatura agraviando a México y su equívoco de invitarlo a
Los Pinos en agosto pasado, no bastaron para que una vez que el
millonario se instaló en la Casa Blanca siguiera apostando por
entenderse con el presidente más hostil a México desde la invasión
estadunidense de hace un siglo.
En menos de una semana en el
poder, Trump colocó la relación bilateral en un plano de abierta
confrontación, ordenando la construcción del muro fronterizo y buscando
maneras de que los mexicanos paguen a través de impuestos a las
exportaciones o “por cualquier otra vía”.
Además, ordenó
cuantificar todos los programas económicos que Estados Unidos tiene con
México y, desde luego, revisar el Tratado de Libre Comercio para reducir
las ventajas que según él tiene México respecto de su país.
En su
visión simplista, Trump dice que los casi 60 mil millones de dólares de
déficit comercial que tiene Estados Unidos con México ha provocado
desempleo en su país. Nada dice acerca de que el comercio bilateral pasó
de 85 mil millones en 1993, el año previo a la entrada en vigor del
TLC, a 532 mil millones de dólares en 2015, de acuerdo con los propios
datos de la Oficina de Censos de Estados Unidos.
Ese incremento se
tradujo en empleos en Estados Unidos, pero también en inversiones
estadunidenses que han multiplicado sus ganancias a costa de los
bolsillos de los mexicanos, como en el caso de Citibank Banamex o de
Wal-Mart, que se han destacado por sus prácticas depredadoras y
corruptas en México, como lo documentó The New York Times en 2012, o el desembarque de las petroleras de Texas en México.
Por
no mencionar a las armadoras que como Ford se beneficiaron con los
bajos sueldos y las especificaciones técnicas del TLC que le permitieron
producir en México a bajo costo. No fue raro que Ford quisiera quedar
bien con Trump y cancelara la planta que tenía prevista en San Luis
Potosí. Más allá de sus ganancias, nada la vincula con México. Ni su
presidente es mexicano. Gabriel López es argentino y difícilmente iba a
salir en defensa del país donde está de paso.
En picada desde
2014, por la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, Peña Nieto
podría levantar la cabeza. La paradoja es que Trump le está dando esa
oportunidad.
Hay espacios para actuar. El principal, la seguridad.
Desde los atentados terroristas de 2001, México ha adaptado su política
de seguridad al interés estadunidense de controlar las fronteras.
México
ha cerrado sus puertas en el norte y el sur del país para disminuir las
probabilidades de un nuevo ataque terrorista. Y ha sido exitoso, aunque
con un gran costo humano para los migrantes que pasan por muestro país.
No
se ha concretado ninguna agresión a territorio estadunidense que haya
pasado por México. Más aún, no se ha registrado ningún ataque a los
intereses estadunidenses en nuestro país. Y no son pocos. Tan sólo, más
de medio millón de estadunidenses viven en México.
Con Felipe
Calderón, México hizo suya la política de guerra a las drogas de Estados
Unidos, con todo y el alto costo social y humano. La Iniciativa Mérida
le ha salido más cara a los mexicanos. No sólo por las consecuencias de
la violencia, sino en dinero.
El propio John Kerry, secretario de
Estado de Barack Obama, cuando presidía el Comité de Relaciones
Exteriores del Senado, informó oficialmente que por cada dólar de
Estados Unidos, México pagó 13 para el Plan Mérida en el sexenio de
Calderón.
Felipe Calderón además abrió de par en par las puertas a
los agentes estadunidenses. Permitió incluso la instalación de espías
militares. El Plan Mérida no sólo es contra el narcotráfico, ha servido
también para otros objetivos de seguridad estadunidense.
Peña Nieto bien podría, por lo menos, reducir esa presencia preguntándole a Trump cuánto vale la seguridad de su país.
Comentarios: @jorgecarrascoa
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