By Ángel Escamilla
En 1513 Nicolás Maquiavelo escribió la obra con la cual –se considera– fundó la ciencia política: El príncipe.
Dedicada a Lorenzo de Medici, el texto es un intento de aconsejar a un
príncipe ante el reto de gobernar, pero principalmente, conservar el
poder. Para la elaboración del texto es notable la importancia que le da
a la historia para respaldar sus conclusiones. En las primeras páginas
podemos leer: “…no he encontrado entre todas mis pertenencias cosa
alguna que considere más valiosa o estime tanto como el conocimiento de
las acciones de los grandes hombres…”.
El
libro contiene un consejo que actualmente es muy relevante para nuestro
querido presidente. El sabio florentino menciona “… que el príncipe ha
de procurar, tal como en parte se ha dicho más arriba, evitar todo
aquello que le haga odioso o digno de menosprecio”. Sin embargo el
mandatario tiene dificultades al respecto. Serios problemas cognitivos
le impiden, ya no digamos ejecutar decisiones adecuadas, sino unas que
sencillamente no ocasionen la ira o la burla de la población.
En
un país donde la secretaria de Cultura no cuenta con estudios de
licenciatura y Carmen Salinas es diputada, pareciera que ya estamos
acostumbrados a todo. Pero el presidente es perseverante.
En la
década de 1970, Daniel Cossío Villegas señaló al entonces presidente
Luis Echeverría de padecer una propensión a hablar: “Una necesidad
fisiológica cuya satisfacción periódica resulta inaplazable”. Parece que
Peña Nieto tiene una propensión a cometer errores. Hay dos ejemplos
relevantes.
El primero fue la invitación al ahora presidente
electo estadunidense, Donald Trump, el cual es completado con un
aprendiz en la Secretaría de Relaciones Exteriores. El error histórico
de la población estadunidense al elegir a su presidente es tan grave que
la torpe decisión del entonces secretario de Hacienda ahora le parece,
tal vez solamente a nuestro presidente, un acierto.
El segundo es
el aumento exagerado a la gasolina que ha provocado protestas, las
cuales el gobierno ha tratado de neutralizar con, según expertos en
cibernética y uso de redes sociales del grupo Lo Que Sigue, con bots y trolls que propagaron el hashtag #SaqueaunWalmart (sic)
y que ocasionaron desórdenes que intentaron atemorizar y distraer. Me
pregunto, ¿en qué momento pensó..? O creo que el cuestionamiento
correcto es: ¿En qué estaba pensando quien le haya dado semejante idea?
Se dice que ésta es la gota que ha derramado el vaso.
Es difícil saberlo. Pero es posible que si la población no le pone un
alto al príncipe que hoy nos gobierna, después de esto se creerá con
posibilidades de tomar una decisión peor. No puedo imaginar cuál sería.
Pero insisto: nuestro presidente es perseverante. Pero mejor debe
hacerle caso a Maquiavelo: “Porque ésta es una regla que no falla nunca:
que un príncipe que no sea inteligente por sí mismo no puede nunca ser
bien aconsejado…”.
No podría compensar nunca el daño hecho pero su renuncia sería un buen intento.
Ángel Escamilla*
*Historiador por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa
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