Miguel Concha
Este año el gobierno
y muchos de nuestros políticos han demostrado con claridad la necesidad
que tienen de la corrupción y la impunidad para gobernar y desarrollar
su versión de democracia. Voy a mencionar enseguida cinco hechos
significativos de corrupción a partir de julio de 2016, mes en que se
promulgaron las siete leyes que constituyen el Sistema Nacional
Anticorrupción (SNA).
1) La impunidad que han disfrutado algunos gobernadores estatales que
han destinado recursos públicos a su patrimonio personal o a las
campañas de su partido. Lo que entre cosas les permite disfrutar como de
una especie de seguro, por el que las autoridades federales y locales
actuarán con condescendencia y negligencia en la investigación de
posibles delitos que hayan cometido, así como en la aplicación de
penalizaciones una vez que terminen su periodo de gobierno. 2) La
negación de evidentes conflictos de interés por parte de autoridades
designadas por el gobierno, y cuyas acciones deberían estar sujetas a
evaluación. 3) La utilización de recursos públicos y la participación de
funcionarios de alto nivel en las campañas electorales de su partido.
4) El establecimiento de los sistemas locales anticorrupción en los
estados, que presenta graves atrasos y revela el interés de los
gobernadores de que el sistema no entre en operación. Sólo los estados
de Querétaro, Jalisco y Nuevo León han cumplido con la implementación
oportuna de las medidas necesarias para que el sistema opere en la fecha
prevista. Los otros 29 no lo han hecho. 5) La postergación de
nombramientos de elementos determinantes para que el SNA inicie sus
operaciones a nivel federal, como es el caso de los miembros del Comité
de Participación Ciudadana, el Fiscal General y el Fiscal
Anticorrupción. Como una excepción en el periodo, debe mencionarse la
actuación de la Auditoría Superior de la Federación. Pese a ello el
resultado de sus auditorías no es atendido con eficiencia por el poder
judicial en la mayor parte de los casos.
Todo lo cual, y otras situaciones más, nos permiten afirmar que la
impunidad sigue en su apogeo, y que es evidente que algunas de las
autoridades buscan diferir las medidas necesarias para que el SNA opere.
Además, siempre habrá el riesgo de que cuando entre en operación alguno
de sus integrantes designados por el gobierno, o nombrados por los
partidos políticos, no actúe con la autonomía necesaria. En fin, la
opacidad y la discrecionalidad que requiere la corrupción para su
operación no se va a lograr eliminar mientras el gobierno en todos sus
niveles sea el único responsable de que así suceda. Y sin embargo, hay
muchas naciones en las que no hay corrupción, ni siquiera percepción de
ella, como es el caso de los Países Escandinavos, Nueva Zelandi
a
y otros. Por lo que cabe preguntarse qué hacen y qué han hecho sus
ciudadanos para que así suceda. La primera característica común que se
observa en todos ellos es el respeto al derecho ciudadano de conocer en
detalle el resultado de su esfuerzo tributario, por medio de una
rendición de cuentas que permita la transparencia absoluta y detallada
de la gestión gubernamental. La cultura en esos países incluye la
práctica de solicitar esta información en forma natural y sistemática.
La rendición de cuentas es integral, y contiene entre otras
las siguientes características: a) La información se proporciona en
forma anónima al interesado y es fácilmente accesible. b) Está
permanentemente actualizada y en línea. c) Incluye la utilización de los
recursos públicos de todas las instancias de gobierno, instituciones
públicas, partidos políticos, sindicatos, etc. d) Los contratos de obra
pública y de compras, incluyendo su justificación, impacto social,
procesos de licitación y otorgamiento, así como el nombre de proveedores
y ofertantes. e) Litigios en proceso en el poder judicial. f)
Información que permita juzgar la eficiencia de la gestión
gubernamental, aún cuando no implique movimiento de recursos públicos.
g) Declaraciones patrimoniales y fiscales de los funcionarios de alto
nivel de todas las instancias, incluyendo currículos. En el caso de
nuevos nombramientos, el currículo y el patrimonio deben ser publicados
antes de la designación, y pueden ser objetados. h) Los ciudadanos
pueden además difundir sus comentarios, denuncias de corrupción,
posibles conflictos de interés, sugerencias, quejas, objeciones etc.,
mediante organizaciones de la sociedad civil establecidas para tal
efecto, conservando desde luego su anonimato. La consecuencia es que la
ciudadanía se convierte en el eje de la lucha contra la corrupción, y en
el elemento determinante para su gradual eliminación. De hecho conviven
en una democracia participativa que utiliza la rendición de cuentas
para vigilar y exigir la eficiencia, la honestidad y la legalidad, en
una gestión gubernamental enfocada a lograr una democracia apegada a la
legalidad y a la ética, la eficiencia, la equidad en el mercado, la
búsqueda eficaz del bien común, y el logro de un auténtico estado de
derecho.
Lo anterior no es un sueño, sino una realidad en diversos países. En
nuestro país contamos ya con una Ley General de Transparencia y Acceso a
la Información Pública, y con el instituto que debe implementarla sin
cortapisas. Con un SNA en vías de operar, aunque sujeto a los obstáculos
descritos, y que requiere para lograr sus propósitos de la
participación de la sociedad civil en forma indispensable. Operan
también diversas organizaciones ciudadanas dedicadas a lograr la
eliminación de la impunidad. La siguiente etapa es el lograr motivar a
nuestra ciudadanía para que reconozca la importancia de su
participación, y utilice sus derechos en materia de rendición de
cuentas, exigiendo sin descanso información, procesándola y dándole
seguimiento.
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