"La lógica de Trump, por más desquiciada y absurda que parezca, es clara y transparente... amenazar al país periférico que le está subordinado para conseguir de él una mayor subordinación y dependencia". sostiene el autor,
Por Carlos Herrera de la Fuente*
México es ya
el aliado más sumiso de uno de los presidentes estadounidenses más
antimexicanos de la historia. Al contrario de todas las expectativas y
pronósticos, la relación bilateral, lejos de deteriorarse por las
amenazas de Donald Trump de construir un muro
fronterizo y hacérselo pagar a su vecino del sur, ha redundado en un
acercamiento si cabe más dócil y obediente del lado de su contraparte
mexicana, tal como lo pronosticamos anteriormente en estas mismas
páginas (“México: el colmo de la dependencia”, AN 5/II/2017). No
importan los insultos, las ofensas diplomáticas, las humillaciones en
foros internacionales, las amenazas explícitas… Lo único que importa es
mantener a toda costa un acuerdo comercial (el TLCAN) que, para colmo de
todos los males, es la punta de lanza con la que EUA ha sometido a
nuestro país y destruido nuestra economía desde hace más de dos décadas.
La lógica de Trump, por más desquiciada y absurda que parezca, es clara y transparente
para cualquiera que tenga un mínimo uso de razón: amenazar al país
periférico que le está subordinado para conseguir de él una mayor
subordinación y dependencia. La lógica de Peña Nieto y el infame
Videgaray, por más “astuta” que les parezca a los cachorros del imperio,
es la más estúpida y perjudicial de todas: responder a la subordinación
secular, que sólo ha derivado históricamente en más hostilidad y
agresiones por parte del vecino del norte, con mayor docilidad y
sumisión.
¡Pero esa actitud sólo obtiene lo contrario de lo que persigue!
Mientras más se subordine el vasallo al amo, más despótico será este
último. Sólo una respuesta firme y digna, realmente autónoma e
independiente, podría contener al sujeto agresor, porque lo colocaría en
la disyuntiva de tener que dejar las cosas igual (esto es, mantener el
estado de las cosas en el mismo grado de dependencia y subordinación) o
entrar en una nueva e innecesaria confrontación. Y EUA tiene cosas más
importantes que hacer, que estarse peleando con un país tan dependiente
como México.
Pero nuestros inefables gobernantes, lejos de entender este principio básico de toda relación humana (sea personal o política), creen que subordinándose aún más a los dictados del imperio van a obtener lo que quieren.
Y así han decidido sumarse a la serie de sanciones que Washington ha
impuesto a 13 funcionarios y ex funcionarios venezolanos, violando con
ello todos los principios que rigen la diplomacia y la política exterior
mexicana. Con ello, México, un país antidemocrático, corrupto, en donde
los derechos humanos no valen nada para su gobierno oligárquico, se
arroga el derecho de intervenir descaradamente en los asuntos de una
nación soberana y libre, resquebrajando con ello el principio de no
intervención que, por lo menos desde la época de Juárez, es uno de los
pilares sobre los que se erige toda nuestra política internacional.
Desconocimiento de la historia, agresión descarada a un país hermano,
subordinación absoluta a los designios del imperio…
Pero, ¿qué es lo ha llevado al imperio estadounidense y a sus lacayos
mexicanos y colombianos a tener una posición tan agresiva contra el
gobierno democráticamente electo de Venezuela? ¿La violación a los
principios de la democracia? ¿El ataque a los derechos humanos básicos?
Pensemos las cosas con calma. Si se tratara de combatir a un gobierno
establecido por considerarlo antidemocrático, ¿por qué, entonces, EUA
no lanza una campaña contra países gobernados por monarquías realmente
tiránicas y despóticas como las que rigen los destinos de Arabia
Saudita, Bahrein y Qatar? ¿Por qué mantiene con ellos una alianza
inquebrantable, a prueba de toda crítica?
¿Por qué los medios masivos de comunicación han convertido a
Venezuela, un país donde constantemente se llevan a cabo elecciones y
consultas de todo tipo, y donde actualmente se promueve una Asamblea
Constituyente, en el ejemplo máximo de la antidemocracia mundial?
Tanto las monarquías árabes mencionadas como la propia Venezuela son
países ricos en petróleo (Venezuela tiene las mayores reservas
petroleras del mundo). La diferencia es que las primeras son dóciles
aliadas de EUA que hacen lo que éste les pide en relación a su política
industrial y comercial, mientras que, desde el arribo democrático de
Hugo Chávez al gobierno de Venezuela (1999), éste se ha convertido en un
país que decide autónomamente, sin someterse a las presiones del
imperio, cómo utilizar sus recursos energéticos, a la vez que rechaza
explícitamente las políticas económicas neoliberales que EUA, a través
de los organismos internacionales, impone a todo el mundo.
¿Derechos humanos? EUA es, sin lugar a dudas, uno de
los principales violadores de los derechos humanos en todo el mundo.
Botones de muestra: las intervenciones en Afganistán y en Irak,
el apoyo a los grupos terroristas sirios, el campo de concentración en
Guantánamo… ¿Y México? Es el tercer país más peligroso para periodistas
(Milenio, 25/04/27), el más corrupto de toda la OCDE (Animal Político,
25/01/2017) y, según el Índice Global de Impunidad elaborado por la
Universidad de las Américas Puebla, en el que se analizan los casos de
59 países, ocupa el segundo lugar de mayor impunidad en el mundo, sólo
por debajo de Filipinas. ¿Y Colombia? Las violaciones a los derechos
humanos cometidas por grupos paramilitares apoyados desde el Estado para
combatir la guerrilla y aterrorizar a las poblaciones campesinas es uno
de los acontecimientos más atroces de las últimas décadas en América
Latina.
Así que el motivo del ataque económico, político y mediático a
Venezuela no tiene, en verdad, nada que ver con cuestiones de democracia
y derechos humanos, sino con asuntos de otra naturaleza.
En primer lugar, con el petróleo. Estados Unidos no puede permitir
que un gobierno democrático ponga en riesgo el abastecimiento del
hidrocarburo, ni que, por medio de una política económica
antineoliberal, bloquee la posibilidad de la inversión privada
(representada por grupos monopólicos transnacionales) en dicho sector.
En segundo lugar, la agresión tiene que ver con la política social de
los gobiernos chavistas (Hugo Chávez y Nicolás Maduro),
la cual ha promovido una política fiscal progresiva (que cobra más
impuestos a los que más tienen) y una mayor intervención del Estado en
la economía (lo que perjudica los intereses privados de los
inversionistas).
Para luchar contra este proceso y lograr la subordinación de
Venezuela, EUA ha promovido desde hace décadas una guerra mediática
(encabezada por grandes consorcios internacionales), una guerra
económica (por medio de un boicot coordinado y sistemático de distintos
productos básicos que ofrecen empresas nacionales y transnacionales) y
la desestabilización política interna (con grupos opositores cada día
más violentos) y externa (por medio de amenazas y sanciones
internacionales).
El llamado a la Asamblea Constituyente realizado por el presidente Nicolás Maduro
para resolver la crisis conjuntamente con los distintos sectores del
país a través de la redefinición constitucional de Venezuela, es un
intento verdaderamente democrático que la oposición, en su persistente
negativa, cómplice de la política imperial estadounidense, ha rechazado
de manera absurda, haciéndose completamente a un lado. En lugar de
respetar este proceso y promover el entendimiento político entre las
partes, EUA y sus países satélites únicamente alimentan la confrontación
y la división del país sudamericano.
Si no tienen nada realmente positivo que decir, Peña Nieto, el siervo
del imperio, y su analfabeto canciller deberían quedarse callados y
volver la vista hacia ese gran desastre que ellos dicen gobernar, pero
que sólo promueven en mayor escala; hacia esa gran fosa de asesinados,
secuestrados y desaparecidos que es hoy, para nuestra vergüenza
histórica, México.
*Carlos
Herrera de la Fuente (México, D. F., 1978) es filósofo, ensayista y
poeta. Licenciado en economía por la UNAM y doctor en filosofía por la
Universidad de Heidelberg, Alemania. Ha publicado dos poemarios (Vislumbres de un sueño, 2011 y Presencia en fuga, 2013) y un ensayo de filosofía (Ser y donación. Recuperación y crítica del pensamiento de Martin Heidegger,
2015). Ha colaborado en las secciones culturales de distintos
periódicos y revistas nacionales. Su próxima publicación será el ensayo El espacio ausente. La ruta de los desaparecidos.
Foto: SRE
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