Consultado sobre las rimbombantes cifras de creación de empleo
que el presidente Peña Nieto ha proclamado por todo el país en las
últimas semanas, sorprende que uno de sus altos funcionarios puntualice:
no todos son nuevos empleos, son altas en el Seguro Social y se
combinan con la formalización de viejos empleos. De todas formas,
apunta, se trata de una buena noticia porque “las altas tasas de
informalidad y la subcontratación son el principal problema del mercado
laboral mexicano”.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- “Por el llamado bono demográfico que
registra hoy el país, actualmente ingresan al mercado laboral 800 mil
jóvenes por año; pero a principios de 2020, en poco más de dos años, ya
serán 1 millón de jóvenes los que demanden, por primera vez, un puesto
de trabajo.
“Para que México pudiera absorber cada año la demanda de jóvenes que
ingresan al mercado laboral, debió tener un crecimiento económico
superior a 4%, y debe tenerlo de casi 5% para la próxima década, de
manera sostenida durante los siguientes 20 años.
“Pero la realidad es que hemos tenido un crecimiento promedio de 2%
en los últimos 30 años, que es absolutamente insuficiente. Lo que nos
dice la historia, hasta el día de hoy, es que el modelo (económico) no
ha alcanzado, y esa es la realidad, ahí están los números, no necesito
decir más.”
Quien afirma todo eso no es ningún académico especializado en el
mercado laboral, tampoco un político de oposición por fuerza crítico del
gobierno federal, ni un líder de una organización de la sociedad civil
de las ya muchas que tienen bajo la lupa las acciones del gobierno en
turno.
No. Es el titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social,
Alfonso Navarrete Prida, el encargado de la política laboral del país,
justo el hombre que debe vigilar que esté en orden el mercado laboral.
El funcionario aceptó la entrevista con Proceso luego de varias
semanas en que el presidente Enrique Peña Nieto se desgañitaba por todo
el país gritando que en su gobierno se había creado la mayor cantidad de
empleos “nuevos y formales” –“casi 3 millones”, dijo el viernes último–
como en ninguna otra administración en la historia del país.
–Ciertamente, señor secretario, lo que dice es bien sabido, pero
sorprende que lo diga un miembro del gabinete presidencial y sobre todo
que no se haga eco del tono triunfalista del discurso presidencial. Por
las cifras que utiliza, me queda claro que no comparte la idea de que
todos esos empleos de que habla el presidente sean realmente nuevos.
–El crecimiento económico del país, como dije, ha sido de 2% en
promedio. Cada punto porcentual, cada punto de crecimiento económico,
genera más o menos 200 mil empleos. En realidad han sido 400 mil empleos
nuevos, si fuera por crecimiento económico; para los 2 millones 800 mil
empleos que ha dicho el presidente, la tasa de crecimiento del país
sería mucho mayor de 4%.
“¿Qué es lo que en realidad ha pasado? Que hay una migración muy
importante de empleos que eran informales, hacia la formalidad. Eso
ocurrió. ¿Por qué le llaman ‘nuevo empleo’? Yo no utilizo esa palabra,
yo utilizo ‘altas al Seguro Social’, para que se reconozcan las dos
realidades, una es nuevo empleo y otra cosa es formalización, porque
además el trabajo de formalización le corresponde mucho a la Secretaría
(del Trabajo). Son empleos nuevos y empleos viejos que se formalizaron.
La realidad es que es una combinación.
“¿Por qué le llaman nuevo empleo, entonces? Porque antes ‘no estaba’,
no existía en los sistemas de seguridad social, pero en realidad es
formalización. El nuevo empleo real se genera con crecimiento económico,
con nuevas industrias, con empresas que cambian y contratan más gente.
“Ahora, el fenómeno de la formalización ha sido muy bueno en México,
es un gran desafío. Hoy la pregunta que se hace el mundo, la OIT
(Organización Internacional del Trabajo) por ejemplo, es cómo hacerle en
el mundo, en una perspectiva de por lo menos de cinco o 10 años de bajo
crecimiento económico, para generar empleo, en un mundo donde, además,
las nuevas tecnologías desplazan generaciones.”
–Creo que no hay que regatear méritos. Chamba es chamba, como dice la
gente, y es mejor que estar en la calle. Sin embargo, las
espectaculares cifras de empleo–nuevo o formalizado– del presidente, en
el contexto que usted señala, de un crecimiento económico bajo frente a
un fuerte crecimiento demográfico, necesariamente tienen tras de sí
enormes presiones, deficiencias y aun deformaciones en el mercado
laboral del país. ¿Qué hay atrás de todo eso, secretario?
–Que tenemos una alta tasa de informalidad laboral. Una altísima tasa
de subcontratación (outsourcing), un problema que quizá sea el más
serio que tiene en este momento el mercado laboral mexicano. No tenemos
mecanismos claros de capacitación o de certificación de habilidades en
oficios, que le permitan al trabajador concentrarse en un área de su
actividad con una garantía de oficialidad en lo que hace y que esto le
permita elevar el nivel de sus ingresos.
Navarrete Prida, abogado y maestro en derecho penal por la UNAM,
procurador general de justicia del Estado de México en los sexenios de
Arturo Montiel y parte del de Enrique Peña Nieto, señala:
“Es una realidad que tenemos un mercado laboral de bajo costo en
términos de lo que se gana, con una alta volatilidad, donde se emplea
una gente un día de una cosa y otro día de otra cosa.”
Y esto último ha sido resultado, dice el también exdiputado federal
priista, de que “la capacitación históricamente la hemos vinculado al
tema educativo, que desde luego es un igualador social muy importante de
mediano plazo, pero para efecto de los trabajadores en el corto plazo
no es la educación el mecanismo para certificar que eres hábil en algo.
Puedes tener la prepa terminada y otra persona apenas la secundaria,
pero uno es mucho mejor en instalaciones eléctricas que el que tiene la
prepa”.
Remata: “Es muy caro lo que tenemos hoy por hoy: crecimiento
económico insuficiente, alta presión demográfica, a través de los años
un crecimiento, repito, que no corresponde a una realidad demográfica y
por lo tanto una alta concentración dentro de muchos factores. Una alta
concentración del nivel del ingreso con una distribución muy
inequitativa.
“Resultado: pues tenemos una sociedad compleja, una sociedad con una
gran tensión social, en donde hay entidades federativas que tienen
detrás de ellas una demanda de justicia social histórica, frente a otras
cuyos problemas son totalmente distintos y que han tenido a ese México
ganador, que es capaz de competir en otras regiones del planeta.”
Datos engañosos
Las cifras oficiales le dan la razón al secretario del Trabajo. Por
razones demográficas, la Población Económicamente Activa es cada vez
mayor y, en consecuencia, la Población Ocupada también.
Lo preocupante es que entre las personas que tienen un trabajo cada
vez son más las que tienen salarios más bajos. Y cada vez menos las que
tienen salarios altos. Como el INEGI sólo tiene información consolidada
de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) hasta el primer
trimestre de 2017, el reportero hizo el ejercicio de comparar ese
trimestre con todos los primeros trimestres anteriores, hasta el primero
del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa.
De ahí se desprenden estos datos, por niveles de ingreso clasificados por el INEGI:
Trabajadores que ganan hasta un salario mínimo: primer trimestre de
2017 (1T17): 7.4 millones de personas, 14% de la población ocupada.
1T16: 7.9 millones (16%). 1T15: 6.7 millones (13%). 1T14: 6.5 millones
(13%). 1T13: 6.3 millones (13%). 1T12: 6.4 millones (13%). 1T11: 5.7
millones (12%). 1T10: 6.1 millones (13%). 1T09: 5.6 millones (13%).
1T08: 5.5 millones (12%). 1T07: 5.8 millones (13%).
Entre otras conclusiones, destaca que en el primer trimestre del
quinto año de gobierno de Peña Nieto había 1.7 millones de personas más
con ese ingreso que en igual año de la administración anterior. Y
respecto de la población ocupada en cada uno de esos dos años, el
porcentaje fue mayor en dos puntos porcentuales en el caso de Peña
Nieto. Aunque el trimestre más severo fue el primero de 2016, con casi 8
millones de personas ganando apenas un mínimo o menos, 16% del total de
quienes tenían un trabajo en el país.
Trabajadores que ganan más de uno y hasta dos salarios mínimos:
primer trimestre de 2017 (1T17): 14.3 millones, 28%. 1T16: 13.8 millones
(27%). 1T15: 12.6 millones (25%). 1T14: 12 millones (24%). 1T13: 11.9
millones (24%). 1T12 11.5 millones (24%). 1T11: 10.7 millones (23%).
1T10: 10.9 millones (24%). 1T09: 10.4 millones (23%). 1T08: 9.2 millones
(12%). 1T07: 9.3 millones (21%).
Lo mismo: con Peña Nieto creció, nominal y porcentualmente, el número
de personas con ingresos tan bajos, con un tope de dos mínimos.
Trabajadores que ganan más de dos y hasta tres salarios mínimos:
1T17: 11.2 millones (22%). 1T16: 10.5 millones (21%). 1T15: 10.2
millones (20%). 1T14: 11 millones (23%). 1T13: 10.1 millones (21%).
1T12: 11.5 millones 22%). 1T11: 10.2 millones (22%). 1T10: 9.7 millones
(21%). 1T09: 9.2 millones (21%). 1T08: 10.5 millones (24%). 1T07: 9.4
millones (22%).
Un tope salarial de tres mínimos –240.12 pesos diarios; 7 mil 203.6
al mes en 2017; 174.18 pesos diarios y 5 mil 225.4 mensuales en 2011– ya
es un ingreso más decoroso. En ambas administraciones las cifras
absolutas y relativas son muy parecidas, pero que 22% de la población
ocupada, igual en una y otra administración, en el mismo año y
trimestre, estén en el mismo rango de ingresos, no deja bien parado al
gobierno de Peña Nieto, pues no llegó a su quinto año luego de una
severa crisis económica que destruyó empresas y empleos, como le tocó
vivir a Felipe Calderón.
Trabajadores que ganan más de tres y hasta cinco salarios mínimos:
1T17: 6.6 millones (13%). 1T16: 6.4 millones (13%). 1T15: 7.6 millones
(15%). 1T14: 7.4 millones (15%). 1T13: 7.9 millones (16%). 1T12: 7.2
millones (15%). 1T11: 7.8 millones (17%). 1T10: 7.7 millones (17%).
1T09: 7.9 millones (18%). 1T08: 7.6 millones (17%). 1T07: 7.9 millones
(18%).
Aquí es donde empieza a aclararse la realidad de los empleos de la
era Peña Nieto. Los datos son impecables: quienes ganan más son cada vez
menos. Los primeros trimestres de 2016 y 2017 bajó radicalmente el
número de personas que tenían como tope un ingreso de cinco salarios
mínimos –400.2 pesos diarios; 12 mil 006 mensuales este año; 365.2
diarios y 10 mil 956 mensuales el año pasado–, tanto en la cantidad de
personas como en su proporción respecto de la población ocupada.
Trabajadores que ganan más de cinco salarios mínimos: primer
trimestre de 2017 (1T17): 2.7 millones de personas, 5% de la población
ocupada. 1T16: 3 millones (6%). 1T15: 3.4 millones (7%). 1T14: 3.4
millones (7%). 1T13: 3.6 millones (7%). 1T12: 3.9 millones (8%). 1T11
3.9 millones (9%). 1T10: 3.9 millones (9%). 1T09: 4.7 millones (10%).
1T08: 5.2 millones (12%). 1T07: 5 millones (11%).
No hay duda: los mejores salarios, para el grueso de la población,
pasaron de largo en esta administración. El dato del primer trimestre de
este año es el peor de los dos últimos sexenios. En sus discursos
triunfalistas, Peña Nieto se jacta de que en la administración pasada no
sólo no se crearon empleos, sino que se perdieron.
Pues sí. Eso pasa cuando se atraviesa una crisis económica y
financiera internacional que desplomó casi 4% la economía nacional y que
llevó al desempleo a niveles históricamente altos.
Pero lo que dicen los datos oficiales es que en el gobierno anterior
fueron los empleos mal pagados los que más se perdieron. En los años de
la severa crisis, 2008 y 2009, resulta que hubo 5.2 millones de
mexicanos, 12% de la población ocupada, con salarios mayores a cinco
mínimos, en el primer caso, y 4.7 millones de personas, 10% de todos los
ocupados, en el segundo.
Y en esta administración peñanietista, del inicial “Mexico’s moment”,
el de las grandes reformas estructurales, resulta que los mejores
salarios se los lleva apenas una mitad de personas, en cantidad y en
porcentaje, en comparación con el tan criticado gobierno anterior.
Nada tienen que ver las 2.7 millones de personas, 5% de la población
ocupada, que ganan más de cinco salarios mínimos actualmente, con los
4.7 millones de trabajadores, 10% del total de quienes tenían un trabajo
en 2009, el peor año de la última recesión internacional.
Desde otra óptica, los mismos datos revelan una peor distribución de
los ingresos. Tan sólo comparando el primer trimestre de este año, que
es el quinto de la actual administración, con igual trimestre y mismo
año de la administración pasada, se tiene que quienes ganan hoy menos de
un salario mínimo y hasta un máximo de tres mínimos, son 33 millones de
personas, 64% de una población ocupada de 52 millones de personas. Es
decir, casi dos de cada tres personas que trabajan tienen un ingreso
dentro de ese rango.
Seis años antes, en el primer trimestre de 2011, eran 26.6 millones
de personas, casi 58% de una población ocupada de 46 millones de
personas, las que ganaban entre menos de un mínimo y hasta tres salarios
mínimos.
En el otro extremo, el de los más altos ingresos, las cosas están
así: en el primer trimestre de este año, 9.7 millones de personas, casi
19% de las que trabajan, perciben entre más de tres mínimos y por arriba
de los cinco mínimos. Poquito menos de dos por cada 10.
En el sexenio anterior, tan denostado por Peña Nieto, en ese rango de
ingresos, los más altos, había 11.8 millones de personas (2.1 millones
más que con EPN), casi 26% de la población ocupada (siete puntos
porcentuales más). Poquitito más de cuatro de cada 10 o uno de cada
cuatro.
Nada que presumir en materia de empleo y sus remuneraciones en esta
administración. Aunque sí hay que reconocer dos cosas: la distribución
de los nuevos empleos y la disminución de la tasa de informalidad.
Lo dice así Navarrete:
“Que haya 2 millones 800 mil mexicanos –la entrevista fue hecha antes
de que Peña Nieto subiera la cifra a 3 millones– que antes no tenían
seguridad social, es un dato importante para México. Que de estos 2
millones 800 mil, 42% sean mujeres es un dato para bien; que más de un
tercio de ellos sean de jóvenes, su primer empleo, es un dato para bien;
que la mitad de todos esos nuevos empleos sean para personas de más de
40 años e incluso más de 60, es un dato para bien, en un mundo en el que
el desplazamiento de una generación, a la que yo pertenezco, es
terrible porque la recomposición de capacidades frente a la velocidad de
los cambios hacen muy difícil en la vida cotidiana tener capacidad de
competencia, sobre todo en tecnologías de la información; que el mercado
esté equilibrado en eso, es un dato para bien.”
Respecto de la informalidad, Navarrete dice que la actual
administración se inició con una tasa de 60% de informalidad –respecto
de la población ocupada– que le dejó la anterior administración, y que
la actual ha logrado bajarla a 56%, lo cual significa que tuvo que haber
un aumento en la productividad, necesariamente, y por tanto el país se
ha hecho más competitivo, como lo reconoció el Foro Económico Mundial,
que el año pasado subió a México 16 posiciones en el ranking mundial de
competitividad.
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