6/23/2014

4 puntos sobre el '¡Puuuto'! de apoyo para el Tri

4 puntos sobre el '¡Puuuto'! de apoyo para el Tri

Por Ricardo Monreal Ávila
  @RicardoMonrealA

Sobre la investigación que realiza la FIFA en contra de la Selección Mexicana y los compatriotas que la apoyan en los estadios brasileños por la mexicanísima expresión “¡Puuuto!”, lanzada con decibeles fuera de rango en los juegos contra Camerún y Brasil, habrá que considerar lo siguiente:

1)    Si México hubiese perdido frente a ambos equipos, el grito hubiese pasado desapercibido.

Quienes lo estaríamos profiriendo a voz en cuello o en la intimidad del pensamiento seríamos millones de mexicanos contra nuestros propios seleccionados, sin que la FIFA se preocupara en lo absoluto por ello. Pero el Tri está jugando mejor de lo esperado, ha sorprendido al mundo del futbol y esto obliga a un silbatazo intimidante desde la media cancha del “etnocentrismo”.

El “puuuto” es un buen pretexto para que, con el argumento de la discriminación y la homofobia, se busque intimidar, detener, derribar y “putear” a un equipo que está jugando de bien a mejor.

Si la investigación viniese de una organización defensora de los derechos humanos, bienvenida. Pero al surgir de la FIFA, conocida por las mejores prácticas de corrupción deportiva, habrá que tener los ojos bien abiertos.

2)    ¿El “puuuto” es una expresión de desprecio, rechazo y odio? Sí ¿Es calificación negativa, estigma y minusvaloración, como lo señala el Conapred? Sí ¿Refleja homofobia, machismo y misoginia, como lo sentenció la Suprema Corte para los vocablos sinónimos de “maricón” y “puñal”? Sí ¿Debemos desterrarlos de nuestro lenguaje, para una mejor convivencia social? Por supuesto.

Pero esto no es tarea de una disciplina deportiva, sino de un proceso civilizatorio, donde la educación, el hogar, la ley, la economía, la política y la cultura tienen más injerencia e influencia que un partido de futbol. Los procesos civilizatorios son asuntos de Estado, no de estadios.

A quien deberá sancionar la FIFA, en todo caso, es al Estado mexicano por ser omiso y remiso en el cumplimiento de sus obligaciones civilizatorias, no a la Selección ni a la afición.

3)    Pero el “puuuto” también es catártico, catérvico, cateto, catecúmeno y categórico. No es casto. Es castizo. No es para recatados. Es para los de piel y caradura. Además, es metálico. Tiene el sonido, el sabor y el color del bronce, por eso es patrimonio lingüístico de la raza que se asume del mismo metal.  

Es manifestación de lo que Karl Jung llamó “alma colectiva” o de lo que, recientemente, el bioquímico y sicólogo Rupert Sheldrake, definió como “campo morfogenético” o “resonancia mórfica”. Para este controvertido científico, el lenguaje y el comportamiento humano son herencia de una memoria colectiva formada a base de experiencias, vivencias, secretos y hasta conflictos transmitidos de generación en generación. Se aprehenden no se aprenden.

En este sentido, el “puto”, junto con una centena de expresiones recopiladas en el Diccionario de Mexicanísmos de la Academia Mexicana de la Lengua (culero, chingón, joto, cuzco, padrote, verdolaga, etc., etc.), serían resonancias mórficas o manifestaciones morfoeufónicas de un alma colectiva aprehendida en la informal universidad de la vida, no adquirida en la escuela formal.

Ahora bien, el lenguaje humano, por más soez y vulgar que sea, no mata ni comete delitos. Las conductas violentas punitivas son unipersonales e intransferibles. Tienen rostro y nombre. Es la primera condición del “debido proceso”, el cual también es un derecho humano fundamental.

Así que los partidarios de sancionar al Tri y a su afición tienen dos opciones: o aprender el grito de guerra de los estadios mexicanos (el camino que siguió de inmediato la afición brasileña para empatar el marcador lingüístico) o asistir con “cubreorejas” a los estadios mexicanos de futbol.

Todo ello mientras maduran las reformas estructurales (especialmente la educativa), que además de sacarnos presuntamente del subdesarrollo y la pobreza, harían el milagro de extinguir de los estadios las mexicanísimas expresiones emitidas desde lo más profundo del respetable vulgo.     

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