Phumzile Mlambo-Ngcuka quien fuera de 2005 a 2008 vicepresidenta de
Sudáfrica y hoy en día Directora de ONU Mujeres se dirigió a las cámaras
el pasado 3 de marzo para hablar de los 20 años que han transcurrido
tras la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, en Beijing, China (1995),
e instar a partir de este 8 de marzo Día Internacional de la Mujer a alcanzar un Planeta 50-50 antes de 2030.
Su invitación se suma a las muchas que se han realizado para el
avance de las mujeres alrededor del mundo desde que se dispusiera en
1995 poner en práctica la Plataforma de Acción firmada por 189 países
para impulsar la equidad entre los géneros en los ámbitos de salud,
educación, trabajo y en otros ámbitos.
Pero esta la que fuera la más grande reunión internacional de
mujeres en el mundo no se hubiera logrado sin el empuje y solidaridad de
las más de 30 mil activistas que hicieron uso de la tecnología digital
del fax para que se presionara a China para que Beijing fuera la sede de
la conferencia y no la localidad rural de Huairou que se encontraba
alejada de la ciudad, como el gobierno chino había decidido por temor a
que los reflectores se dirigieran a China después de la masacre de la
Plaza de Tiananmen en 1989.
Esta movilización se convertiría en un momento crucial en el
activismo feminista al hacer uso de la tecnología del fax y el correo
electrónico -que se encontraba usando de manera incipiente en las
oficinas no gubernamentales- para armar redes de apoyo entre las mujeres
al mandar faxes de todas partes del mundo con peticiones al gobierno
chino, Naciones Unidas y al entonces Secretario General de la ONU
Boutros Boutros-Ghali para que Beijing continuara siendo la sede de la
conferencia,
A lo largo de la protesta que surtió frutos al conservarse
Beijing como la sede oficial, el fax se transformó de una máquina
chirriante de transmisión de información en una herramienta para la
primera protesta global feminista a través de las tecnologías. ¿Quién
diría que el fax se pondría al servicio del movimiento feminista en la
década de los 90?
Pero esta unión a través de las diversas feministas no es algo
únicamente fruto de las tecnologías de la década de los 90, sino que es
una labor de hermandad de siempre entre mujeres en donde las alianzas
son fundamentales para lograr beneficios para todas en las sociedades
profundamente patriarcales.
Esta unión conocida como sororidad en español, y que viene del latín sor,
cuyo significado es hermana, se deriva de la hermandad entre mujeres, y
es el percibirse las mujeres como iguales que pueden aliarse, compartir
y, sobre todo, cambiar su realidad debido a que todas, de diversas
maneras, hemos experimentado la opresión.
Para la feminista Marcela Lagarde la sororidad es: "amistad entre
mujeres diferentes y pares, cómplices que se proponen trabajar, crear y
convencer, que se encuentran y reconocen en el feminismo, para vivir la
vida con un sentido profundamente libertario".
Entre los colectivos a nivel mundial que desarrollaron y
contribuyeron ampliamente a la hermandad entre mujeres se encuentran las
italianas integrantes del Movimento femminista romano (Movimiento feminista romano) (1971), librería de Mujeres de Milán (1975) y Diotima (1983).
Los modelos que estas agrupaciones armaron teórica y
prácticamente son fundamentales al revisar el lugar de la sororidad en
la sociedad. Mujeres de diferentes contextos e ideologías se unieron
mediante prácticas de autocoscienza (autoconsciencia) y affidamento (cuidado entre mujeres). Ambas la autocoscienza y affidamento redefinen
la presencia de la otra mujer en las vidas de las mujeres, a la par
que la autocoscienza permite al individuo reinterpretar su storia
(historia) personal a través de otra mujer y un affidamento le permite
trazarlo con nuevos puntos de referencia. En estas prácticas de
reconocimiento en común y validación, una mujer se ve reflejada a sí
misma en otra mujer que a su vez le devuelve el reflejo de sus propias
potencialidades que la primera mujer no sabía que tenía o era capaz de
tener.
De ahí que la sororidad es una herramienta indispensable para el
desarrollo de la subjetividad femenina y para que se logren metas en
común como la Conferencia en Beijing de 1995 que aunque se ha traducido
más que en logros concretos como la plena erradicación de los
feminicidios, la criminalización de las mujeres por abortar, la
inequidad en los salarios de las mujeres, y sólo en ciertos avances
legislativos, creación de instituciones y etiquetación de presupuesto
para las mujeres, que siguen dejando mucho que desear, se ha logrado
introducir mediante la colaboración de las mujeres la importancia del
verse la una en la otra a través de la sororidad que es la fuerza que
subyace a esta nueva reunión del 8 al 20 marzo, en la sede de la ONU en Nueva York para replantearse la Plataforma de Acción de Beijing y lograr un "Planeta 50-50" como señala Phumzile Mlambo-Ngcuka.
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