Tras el cierre de las cuatro empresas en 2006, Baun se convirtió en
conservacionista y recuperó 15 hectáreas de tierras montañosas
degradadas, reactivó decenas de manantiales secos y logró el
reasentamiento de 6.000 habitantes desplazados por la minería.
"No
queda claro si el acuerdo (de París) va a detener el calentamiento
global en 1,5 o en dos grados. El segundo sería catastrófico… ya que
significará más desastres y más padecimiento para las mujeres, que de
por sí son las personas más vulnerables": Farah Kabir.
El lunes 7, en la víspera del Día de Género en la actual 21 Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático
(CMNUCC), que se celebra en París hasta el día 11, Baun, más conocida
como Mama Aleta en Timor Occidental, llevó un fuerte mensaje a los
negociadores del nuevo tratado climático universal.
Para que el acuerdo sea eficaz, también tiene que incluir la equidad de género y reconocer el liderazgo femenino.
La realización de un proyecto de recuperación del paisaje cuesta
mucho. Hasta el momento, Baun gastó 50.000 dólares, reunidos por
miembros de la comunidad y organizaciones no gubernamentales locales. El
proyecto necesita mucho más para su conclusión, lo cual es todo un
desafío ya que no cuenta con financiación oficial.
Esta situación tiene consternada a Baun, que siente que aunque las
mujeres protagonizan excelentes ejemplos de liderazgo climático, estos
no son reconocidos oficialmente por los gobiernos y las autoridades
políticas internacionales.
Por ejemplo, en la COP21, que comenzó el 30 de noviembre, no hubo
comunicación oficial entre la delegación de negociadores de Indonesia y
las mujeres activistas de base como ella. “No sabemos quiénes son los
negociadores y no sabemos qué están negociando. Sentimos que nosotras,
las mujeres indígenas, estamos solas en esta lucha contra el cambio
climático”, expresó.
La decepción de Baun es compartida por otras activistas que
expresaron su opinión sobre el tratado climático que se negocia en
París. El proyecto, presentado al final de la primera semana de las
negociaciones formales, “dista mucho de ser ideal” porque tiene
“demasiados paréntesis que complican el texto”, observó una activista.
“El propósito de las numerosas secciones no está claro. Además,
faltan algunos elementos cruciales. Por ejemplo, la igualdad de género
está, pero los indígenas no. Una cosa muy importante es la equidad
intergeneracional. Para nosotros es un tema central, y no está muy
claro” en el texto, según Sabina Bok, de Mujeres en Europa por un Futuro Común.
Farah Kabir, directora de la organización humanitaria ActionAid
en Bangladesh, coincidió en esa postura. Su país ha padecido fenómenos
meteorológicos extremos, como inundaciones y catástrofes marítimas, que
afectaron a millones de mujeres de localidades sumidas en la pobreza. Al
borrador del tratado climático “le falta claridad en varios de estos
puntos”, aseguró.
Entre los principales reclamos de las dirigentes activistas en la
COP21 se incluye el compromiso de todos los gobiernos de mantener el
calentamiento del planeta por debajo de 1,5 grados Celsius para evitar
un cambio climático catastrófico.
Con ese fin, las medidas climáticas que se tomen deben incluir el
reconocimiento de los derechos humanos, la igualdad de género, los
derechos de los pueblos indígenas y la equidad intergeneracional, y
ofrecer también fondos públicos adicionales y previsibles con
perspectiva de género.
Pero los negociadores parecen estar divididos sobre la meta del
calentamiento global, lo cual asombra a Kabir. “No queda claro si el
acuerdo va a detener el calentamiento global en 1,5 o en dos grados. El
segundo sería catastrófico… ya que significará más desastres y más
padecimiento para las mujeres, que de por sí son las personas más
vulnerables”, sostuvo.
La CMNUCC estima que las mujeres constituyen una de las poblaciones
más vulnerables ante las variaciones del clima. A medida que se agrava
el impacto del cambio climático, la vulnerabilidad de la población
femenina crece y se acentúa la necesidad de permitirles a las mujeres un
mayor acceso a las tecnologías renovables, señalaron muchas de las
activistas presentes en París.
Sin embargo, esas tecnologías también deben ser seguras y sensibles
al género, de manera que respondan a las necesidades diarias y diversas
prioridades de las mujeres. También es necesario invertir en la
formación en el uso de estas tecnologías.
Otra necesidad es la inversión que facilite el liderazgo femenino en
las medidas de mitigación y de adaptación, exhortó Neema Namadamu,
fundadora de Mama Shuja, una organización de República Democrática del
Congo que forma a las congoleñas en la acción climática y la lucha
contra la violencia de género utilizando herramientas de medios
digitales.
“En (R.D.) Congo, las mujeres están ocupadas con la plantación de
árboles para ayudar a reforestar nuestras selvas. En primer lugar,
necesitamos inversiones aseguradas para iniciativas como ésta, que son
el combate directo contra el cambio climático. Las negociaciones
bizantinas pueden continuar después de eso”, subrayó Namadamu.
Sin embargo, para garantizar un mayor acceso de las mujeres a los
fondos climáticos, las tecnologías renovables y la capacidad de
adaptación, el tratado de París deberá tener un enfoque de género más
preciso, declaró Mary Robinson, ex primera ministra de Irlanda.
“Habrá un acuerdo climático en París. No va a ser un ‘gran’ acuerdo, pero será bastante ambicioso”, consideró.
“Pero es sumamente importante contar con un acuerdo climático que sea
ambicioso, justo y también equitativo en cuestiones de género. En
verdad necesitamos un acuerdo que fomente el liderazgo de más mujeres”,
concluyó.
Traducido por Álvaro Queiruga
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