Carlos Fazio
Impulsada por la plutocracia y sus operadores políticos
en el gabinete presidencial, la contrarreforma laboral diseñada para la
administración vertical y autoritaria del sistema escolar nacional es
pieza clave en la actual ofensiva del capitalismo depredador. Por eso,
la élite empresarial intenta imponer a toda costa su
evaluaciónpunitiva mediante la fuerza coercitiva del Estado, encarnada en la coyuntura por una Policía Federal militarizada y agentes encubiertos de los aparatos de seguridad del Estado.
Enmarcada en una vasta campaña de intoxicación desinformativa
focalizada en la satanización del magisterio disidente, mediante
sobornos corruptores y mentiras se intenta someter a las y los maestros
del país, y establecer un nuevo régimen de control y vigilancia acorde
con la visión de la clase dominante. Como señaló Noam Chomsky en su obra
Lucha de clases (Grijalbo, 1997), la intención de la comunidad
empresarial es contener y limitar la democracia (así sea meramente
formal), las libertades públicas y los derechos laborales y humanos, y
hacerlos retroceder y si es posible abolirlos. Se trata de una
estrategia de rollback, de dominio y vuelta atrás.
La millonaria y demagógica campaña propagandística de la Secretaría
de Educación Pública (SEP) tiene esa finalidad: destruir las hilachas
del antiguo contrato social y desarticular los escasos espacios
democráticos conquistados por la lucha los trabajadores. Se busca volver
a la estructura social de los días del porfiriato, cuando los salarios
eran casi de esclavos. Y desaparecer también todos los derechos
gremiales. Primero buscan acabar con la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación (CNTE); después seguirá el SNTE y todos los
sindicatos. La disyuntiva es clara: hambre o cárcel. Y puede ser aún
peor: la muerte.
Chomsky ha citado en muchas ocasiones a Adam Smith −uno de los héroes
del resurgimiento de la derecha mundial− para describir la máxima
infame de los dueños de la humanidad:
Todo para nosotros y nada para los demás. También ha recurrido a otra frase que aparece unos cientos de páginas después en La riqueza de las naciones, en la que Smith afirma que la división del trabajo
destruirá a los seres humanos y los convertirá en unas criaturas tan estúpidas e ignorantes como pueda llegar a ser un ser humano. Por eso, en una sociedad civilizada, el gobierno debería tomar medidas para impedir que se llegue a esos límites.
En sentido contrario, hoy, en México, a través de mandaderos
políticos como Enrique Peña Nieto y Aurelio Nuño, el todopoderoso
Consejo de Hombres de Negocios y su principal sindicato, el Consejo
Coordinador Empresarial (CCE), hacen grandes esfuerzos para que las
personas sean, para tomar prestada la frase de Adam Smith,
tan estúpidas e ignorantes como pueda llegar a ser un ser humano. De muy atrás, gran parte del sistema educativo fue diseñada para cumplir ese objetivo: conseguir la obediencia y la pasividad de educadores y educandos.
Con la aspiración de ser el delfín del gran capital para los comicios
de 2018, cada lunes Aurelio Nuño manipula y utiliza con fines
propagandísticos a niños y niñas de primaria (con los que
se saca la foto) y gasta millones de pesos del erario en posicionarse políticamente como hombre
duro. Amparado en prácticas policiales intimidatorias y represivas, el Rudolph Giuliani de la SEP conjuga casi a diario los verbos someter, despedir y encarcelar, y con su lenguaje totalitario exige la rendición incondicional de los maestros descontentos.
La sobrexposición de su vena autocrática busca convencer al gran elector: los megamillonarios de Forbes
y la élite clasista de la OCDE, que tiene interiorizado el pensamiento
de los que mandan: hay que educar a las masas según lo que Mexicanos
Primero-Televisa −como brazo operativo del CCE− entiende por
educación. Si no se educa a la
chusma(Chomsky dixit) según lo que la oligarquía considera
educación, ellos tomarán el control. Y
ellosson lo que Alexander Hamilton llamó la
gran bestia. Es decir, el pueblo oprimido.
De allí la necesidad de estigmatizar a la CNTE, que en contraposición
a la educación alienante y domesticadora del gran capital –que
considera a la mujer y el hombre objetos, simples mercancías− impulsa
una educación humanista, dialogal, que busca hacer pensar y formar el
hombre-sujeto, ciudadano. Que a la manera de Paulo Freire concibe la
educación como práctica de la libertad, como una educación emancipadora.
El CCE tiene buenas razones para contener y limitar al máximo los
espacios democráticos, puesto que cuanta más libertad posee una
sociedad, más peligrosa se convierte la
gran bestiay mayor es el cuidado que hay que tener para enjaularla. A medida que crece la libertad, la necesidad de coaccionar y controlar la opinión también aumenta para evitar que la
plebehaga uso de ella. Y allí entra una de las funciones principales de los medios de difusión masiva: estigmatizar y criminalizar a la gran bestia, con la finalidad de ayudar a someterla y domesticarla.
La evaluación militarizada y el examen punitivo no son simples
procedimientos técnicos y, sobre todo, no son neutrales. Se usan para
impulsar determinado modelo y están directamente vinculados al tipo de
proyecto político-ideológico que está implantando el régimen a marchas
forzadas. Como consignó aquí Arturo Cano, un modelo educativo que
necesita 3.3 policías por cada maestro que presentó examen habla por sí
solo. Desnuda la
verdadoficial y exhibe el fracaso gubernamental.
Ni la violencia ni la administración selectiva de la justicia con
fines político-disciplinarios podrán resolver la gran polarización
provocada por la contrarreforma del CCE, Televisa y Peña Nieto. Frente a
la ley del garrote de Nuño hace falta distensión, diálogo y una mesa de
negociación pública con la
mediación
de expertos en la materia. La disyuntiva es entre una educación
liberadora o el sometimiento para el despojo por el capital depredador.
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