(apro).- Con el lenguaje diplomático al que le
obliga su función, Antonio Guterres, secretario general de la ONU,
criticó hoy la militarización del combate contra las drogas y abogó a
favor de soluciones enfocadas hacia la prevención, el tratamiento y los
programas de reinserción social.
“La guerra contra las drogas es un método del que debemos medir la
eficacia y las repercusiones sobre los derechos humanos”, aseveró el
diplomático, quien despenalizó el uso de las drogas para consumo
personal cuando era primer ministro de Portugal.
“Hoy Portugal tiene una de las tasas de mortalidad ligadas a la
toxicomanía más bajas de Europa (…) de manera general, las tasas de
consumo de drogas disminuyeron”, presumió el funcionario.
En México, la “guerra contra el narcotráfico” que lanzó el
expresidente Felipe Calderón en 2006 derivó en la muerte de por lo menos
150 mil personas y en la desaparición de otras 28 mil, provocó un
incremento del 2000% de la tasa de muertos de civiles en enfrentamientos
entre autoridades y crimen organizado y multiplicó por 10 el número de
cárteles que operan en el país.
Las declaraciones de Guterres coincidieron con la publicación del
informe anual de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y
el Crimen (ONUDC), el cual señaló que alrededor de 255 millones de
personas consumen drogas en el mundo, de las cuales 29.5 millones -0.6%
de la población adulta global- tienen problemas de salud derivados del
consumo.
La oficina también recordó que la producción de clorhidrato de
cocaína puro se disparó en 25% desde 2013, debido en parte al incremento
de 30% de la superficie destinada a la siembra de coca en el mundo
-sobre todo en Colombia-, mientras que la producción de opio creció 30%
entre 2015 y 2016, lo que se explica por los mayores rendimientos de los
cultivos de amapola en Afganistán.
De acuerdo con este organismo, promotor histórico de la represión de
las drogas, las fuerzas policiacas internacionales decomisaron cerca de
55% de la cocaína traficada a nivel mundial -un 10% más que el año
anterior- y 32% de la heroína.
Aun así, 183 millones de personas consumieron marihuana por lo menos
una vez en 2015, otros 37 millones, anfetaminas y sus derivados,
mientras que 35 millones utilizaron derivados del opio – distintos a los
opiáceos, como la heroína, que fueron consumidos por 18 millones de
personas- y otros 17 millones tomaron cocaína.
Según la UNODC, el principal riesgo vinculado con las drogas sigue
siendo la transmisión de enfermedades por vía sanguínea, pues la mitad
de los consumidores de drogas inyectables -equivalente a 6.1 millones de
personas- padecen Hepatitis C, mientras otros 1.6 millones viven con
VIH. Además, los consumidores de drogas inyectables tienen
probabilidades muchísimo más altas que el resto de la población a sufrir
tuberculosis.
Las drogas inyectadas -sobre todo la heroína- conllevan altos riesgos
de mortalidad por sobredosis, los cuales se dispararon en las últimas
dos décadas: en Estados Unidos, por ejemplo, el número de muertos por
sobredosis pasó de 17 mil en 1999 a 52 mil 404 en 2015, una cifra que
rebasó la mortalidad por accidentes viales.
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