Jazz
Antonio Malacara
La paleta sonora del maestro
Lelo de Larrea, los colores, las atmósferas, los aromas, todo él y sus
silencios están en constante expansión, en un movimiento perpetuo donde
Pancho ha logrado construir un estilo absoluta y netamente propio con su
guitarra, donde los ecos (fuertes ecos) del rock y el hard bop se
enfrentan y se funden en la revolución jazzística de este milenio.
Una buena dosis de todo ello aparecerá en el concierto de hoy, en el
ciclo La Poesía del Jazz, donde Lelo de Larrea dialogará con los saxos
de Diego Maroto, otro de los grandes maestros en la historia de nuestro
jazz. La cita es en la Fundación Sebastián (avenida Patriotismo 304,
colonia San Pedro de los Pinos) a las 19 horas.
Pero regresemos con Francisco, quien en 2007 presentó Quinteto, uno
de los discos más importantes de nuestra historia, con una inusual
dotación de guitarra, trombón, saxos, contrabajo y batería; con Fernando
Acosta, Rey David Alejandre, Aarón Cruz y Gabriel Puentes, como sideman, y temas como Vámonos que ya nos vieron y Pa’ que baile el osito, donde irreverencia, disciplina, virtuosismo, intensidad e imaginación desbordada se enlazan en un contubernio irrepetible.
Platicamos un poco con el maestro:
Mi plan es grabar este año otra vez con el quinteto, mi proyecto principal. Metí una solicitud para la beca del Fonca y espero que podamos iniciar pronto. Aunque he hecho otras cosas: acabo de grabar a trío en Monterrey, con Marco Rentería y Álex Sáenz, en LAR Project.
–¿Qué tipo de jazz grabaron ahí?
–Es más fusión, no tan enfocado en el jazz contemporáneo tradicional. Le estamos agregando algo de world music. La manera en que abordamos las composiciones es con un formato mucho más abierto, no hay swing, pues.
–Desde hace tiempo, varios músicos están dejando de lado el swing; unos más, otros menos, otros totalmente.
–Eso siempre se retoma en cualquier momento; pero como artista
siempre estás en la búsqueda, experimentando nuevos formatos, nuevas
ideas para la composición, para desplegar las improvisaciones, y no
quedarte sólo en un ritmo, para no estar siempre en un mismo estilo
rítmico, para experimentar la improvisación y la colectividad en la
banda.
Hay veces que experimentas con compases compuestos, con diferentes ritmos, y eso te hace tocar diferente. Ésa es la idea, es lo que nos gusta hacer. Pero el swing nos gusta, claro, por eso nos dedicamos al jazz.
–¿Los tres componen?
–Los tres. En el disco hay siete composiciones, dos de cada uno y una colectiva.
–El disco que hiciste con el quinteto, en 2007 es uno de las mejores obras en la historia de nuestro jazz.
–Es un honor que digas eso.
–¿Por qué entonces un lapso tan largo? ¿Por qué no habías retomado este concepto?
–Fíjate que el proyecto siempre ha existido, pero ya sabes que en el
jazz cada uno tiene que trazar un camino y contar una historia, y cada
miembro del quinteto tiene sus proyectos, cada quien funciona de manera
individual, a veces como líder de proyecto, a veces como sideman.
“También me fui a Nueva York a hacer una maestría; allá retomé el
formato de quinteto y estuve activo con esas composiciones; obviamente,
con otros músicos de la escena neoyorquina. Después estuve en India, y
allá volví a hacer un quinteto con otros músicos de jazz; también estuve
tocando en formato de trío, por la facilidad de bookear y de vender y mover el proyecto. Ya sabes que con menos elementos es más fácil.”
–¿Qué respuesta hubo en Nueva York a esta propuesta de quinteto?
–A la gente le gusta siempre; no sólo por las composiciones, sino por
el formato que no es muy común, que llama la atención. Allá la gente
siempre está ávida de propuestas diferentes, y la verdad es que sí
tuvimos muy buena recepción.
Salud.
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