Lydia Cacho autora del libro "Ellos Hablan". Foto: Alejandro Bustamante
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"No hay introspección en el tema del machismo. Creo que tiene que ver con el miedo que los hombres tienen a los otros hombres de poder, a todos aquellos que representan el patriarcado". |
- "Sé que han pagado a sicarios para matarme y por eso no puedo volver a México. No hay un solo partido allí que no esté manchado con dinero ensangrentado de la delincuencia organizada"
- "Los periodistas mexicanos estamos viviendo como periodistas de guerra. En vez de poder volver a nuestro país y estar en una situación de libertad, estamos en una situación de doble riesgo".
Mexicana, periodista, feminista, luchadora incansable, perseguidora de
las injusticias, látigo de los proxenetas. Es Lydia Cacho (Ciudad de
México, 1963). Ahora vive fuera de su país para sortear las amenazas de
muerte, pero no ha detenido su trabajo intentando desentrañar los
fundamentos culturales del machismo.
Ellos
hablan (Debate), su último libro, reúne los testimonios de un grupo de
hombres que en su conversación con la autora abrieron las puertas a unos
recuerdos infantiles que les enfrentaron a terribles realidades
olvidadas. Cacho pelea también contra la violencia endémica de su país,
la narcopolítica y sueña con un feminismo que desde la radicalidad de
sus reivindicaciones acepte también un encuentro de lucha compartida con
los hombres.
¿Qué pasa con la violencia en México?
Creo que hay varios factores. Uno de ellos tiene que ver con la
normalización de la violencia y con una cultura que, por un lado, ha
celebrado la muerte de una forma muy festiva y, por otro, está
absolutamente sometida a una visión patriarcal de un partido que nos
gobernó más de 70 años.
Y esa visión patriarcal era la de un padre maltratador. La política
siempre ha estado vinculada a la vida cotidiana, en el sentido de que
las personas que no se portaban bien de acuerdo a los gobernantes,
recibían castigos.
Se
utilizaba al gobierno y al sistema de justicia como una herramienta de
castigo para las personas que no respondían a la ideología del PRI. Me
parece que eso está subsumido en todas las familias de todo el país, en
todos los estados, las 32 provincias de México. Paralelamente, desde los
primeros 80, en los que ya entró formalmente el narcotráfico como una
delincuencia organizada dentro de México, particularmente desde el sur,
desde Quintana Roo, se empezó a construir lo que hoy llamamos la
narcopolítica. Entonces todos los narcotraficantes colombianos y
mexicanos empezaron a invertir de manera muy seria dentro de los
partidos. No hay un solo partido en México que no esté manchado con
dinero ensangrentado de la delincuencia organizada.
Dice que no se salva ningún partido… ¿Le da alguna posibilidad a López Obrador de emprender un nuevo camino?
Quisiera
dársela, pero soy periodista y voy a los datos duros y a quienes le
rodean. Los especialistas que tienen que resolver temas de delincuencia
organizada, de justicia y de impunidad. En todo eso ha recortado los
presupuestos para la persecución del delito. Las últimas estadísticas,
incluso las reconocidas oficialmente, nos dicen que solamente el cuatro
por ciento de todos los delitos cometidos en México son llevados ante la
justicia de principio a fin. Y esto tiene que ver con una cadena que no
es perseguida ni investigada, con una gran incapacidad para la
investigación científica dentro del sistema de justicia.
Y
López Obrador, junto con el Congreso, en el que Morena, su partido,
controla la mayoría, ha recortado gran parte de los recursos para la
persecución de los delitos de todo tipo, desde el feminicidio hasta las
desapariciones y el secuestro, y ya no se diga de los delitos comunes. Y
está implementando políticas absolutamente paternalistas, muy
populistas, y eso es muy preocupante, porque además no tiene un equipo
especializado en los temas de la delincuencia organizada, que está
imbricada también en toda la vida socio económica de México.
Desde
el petróleo hasta los grupos más pequeños de narcotraficantes, están
lavando dinero constantemente, lo blanquean de una manera absolutamente
abierta y no hay una política específica de López Obrador para abatir
este escenario.
El periodismo en México está sufriendo, se ha convertido en uno de los países en los que se asesina a más periodistas…
Es una debilidad de la democracia, un problema enorme, porque en
realidad los periodistas mexicanos estamos viviendo como periodistas de
guerra. En vez de poder volver a nuestro país y estar en una situación
de libertad, volvemos a casa y estamos en una situación de doble riesgo
donde nos amenazan, se meten en nuestras casas, nos llegan mensajes,
llegan hombres armados. Solamente este año [por 2019] he perdido dos
amigos.
El
año anterior asesinaron a cinco de mis mejores compañeros de diferentes
diarios del país.
Y el hecho de que López Obrador haya cooptado en este momento a los
medios desde hace un año con las famosas conferencias mañaneras, ha
complicado mucho más la situación de la prensa, porque no solamente
consiguió que toda la prensa esté ahí por las mañanas, todos los medios
de todas las ideologías y tendencias, sino además tiene ya a un grupo de
periodistas pagados por el Gobierno para que estén haciendo las
preguntas que necesita responder el presidente.
Es
una teatralización de la respuesta presidencial que es absolutamente
preocupante. No entendemos –lo he discutido con muchos amigos,
intelectuales, periodistas– por qué dio ese giro y por qué tomó esa
decisión, que es brillante en términos de estrategia política, pero
gravísima para la prensa mexicana. Y eso nos ha debilitado porque no hay
día que no descalifique a la prensa, a todos en general.
Usted ha recibido en varias ocasiones ataques de todo tipo. Este
verano, en julio, allanaron su domicilio. Ya en 2005 sufrió una
detención ilegal. ¿En qué situación se encuentra ahora? ¿Puede volver a México?
A
finales de julio entraron a mi casa dos sicarios, iban a por mí,
entraron directamente en mi habitación, no robaron nada de valor,
excepto material periodístico y dejaron el mensaje de que me iban a
matar. Los tenemos plenamente identificados, yo misma los investigué.
Tengo
los nombres, sus fotografías y vídeos, porque puse cámaras en mi casa
por seguridad. Sé que les han pagado para matarme y por eso no puedo
volver a México. Tuve que irme inmediatamente a los Estados Unidos. He
estado allí, en Europa y viajo constantemente. Vivo así desde que
denuncié una red internacional de trata. Gané el caso en cortes
internacionales y el Estado mexicano se vio obligado a girar órdenes de
detención contra exgobernadores, exsenadores y, por supuesto, Kamel
Nacif, que es uno de los grandes delincuentes de esta red de trata de
niños y niñas.
Él
tiene negocios desde Shanghái a toda Europa, Asia y Latinoamérica. En
este momento está escondido en Líbano. Ya denuncié y dije exactamente
dónde está. Pero parece que Interpol no puede encontrarlo y yo no puedo
volver. Mi situación es bastante delicada porque estoy expulsada de mi
país. Estoy viviendo digamos que legalmente perseguida, aunque la
autoridad supuestamente debería estar persiguiendo a los delincuentes y
me tengo que mover constantemente.
Cuando habla de la red de trata de niños y niñas entiendo que esa
red solo puede funcionar porque tiene algún tipo de protección política.
Absolutamente. Una de las razones por las que mi caso es tan complejo y
tan conocido es porque cuando yo publiqué Los demonios del Edén,el libro
que reveló cómo funcionaba la red, con nombres y apellidos, y con toda
la evidencia del blanqueo de capitales y la explotación sexual de niñas y
niños de diferentes países en México, lo que sucedió es que fui
secuestrada por la Policía, torturada… y yo he seguido el caso hasta sus
últimas consecuencias, como si fuera la propia fiscal y lo llevamos a
cortes internacionales. Ahí es donde gané.
A
partir de eso, el Gobierno mexicano de López Obrador se vio obligado a
girar órdenes de aprehensión, pero todavía sigue funcionando la
superestructura que avala la impunidad en México, que tiene que ver con
cómo funciona la red de mandos medios y altos dentro de todas las
corporaciones policíacas que permiten que las personas sean perseguidas,
secuestradas, desaparecidas, etcétera. No solo periodistas. Y esa red
de protección sigue viva. El fiscal actual que eligió López Obrador
trabajó para el presidente Fox y el presidente Fox protegió a esta red
de trata de niños y niñas porque habían invertido en su campaña
política.
Además de investigar esa red de trata, usted
se ha especializado en trabajar el tema de la violencia machista. En el
libro que hace unas semanas presentó en Madrid –Ellos hablan– recoge
testimonios de un puñado de hombres muy diferentes entre sí con los que
ha tenido conversaciones muy extensas, en las que ellos cuentan
cuestiones muy íntimas de cómo han llegado a comprender de dónde viene
su percepción de la violencia machista. ¿Los hombres necesitamos repasar
nuestra biografía para identificar en profundidad lo que nos pasa?
Sin
duda. No podemos reconocer la violencia machista sin comprender la
historia de cómo se construyó la masculinidad. Igual que las mujeres no
nacen mujeres, se hacen mujeres –lo dijo Simone de Beauvoir–, los
hombres tampoco nacen hombres. La cultura los convierte en hombres, en
cierto tipo de hombres, en un hombre maltratador o en un hombre que hace
el bien a los demás, que tiene ética.
Y
este libro es un ejercicio para responder un poco a todo este
movimiento 'me too'. Es decir, las mujeres ya denunciamos, ya tenemos
todas las evidencias. Ya hay miles de hombres activos que se suman a las
marchas, a la denuncia de la violencia machista, pero no hemos bajado
todavía un escalón más, que es el que nos toca, que tiene que ver con la
revisión personal de la niñez, que es donde se cultiva todo esto.
Mientras
no la revisemos, no lo vamos a poder ver. Y una de las cosas más
interesantes para mí cuando entrevisté a todos esos hombres, desde
intelectuales hasta el jardinero y el chico que está en prisión, es que
todos me dijeron que no iba a ser útil la entrevista porque ellos no
habían vivido violencia en la niñez. Y cuando lees el libro, te das
cuenta de cómo la normalizaron y la manera en que van justificando las
violencias machistas en sus propias vidas.
En realidad, la almacenaron en un lugar muy lejano de su memoria, algo de lo que no se acordaban.
Exactamente.
De eso trata el buen periodismo: hacer las preguntas correctas para
tener respuestas de esa profundidad. Es muy impresionante cómo los seres
humanos en general, y en particular en este caso en el tema de la
masculinidad, cómo los hombres van haciendo este constructo
psicoemocional que por un lado, conserva un perdón hacia el padre porque
tienen que sobrevivir, es quien les da de comer, les da hogar, es quien
les mantiene vivos de alguna manera desde niños. Y por otro lado, se va
construyendo un resentimiento y un odio del que hablan muy poco los
hombres. Las mujeres socializamos la experiencia psicoemocional todo el
tiempo y los hombres no.
En el libro se hace la pregunta de por qué las mujeres han cambiado tanto y los hombres tan poco. ¿Tiene la respuesta?
Creo que los propios hombres responden a esto cuando a un hombre de 45 o
50 años que se ha dedicado toda su vida a pensar y escribir le hago
preguntas que nunca jamás se las había hecho él mismo.
Ahí está la respuesta. No hay introspección en el tema del machismo.
Creo
que tiene que ver con varias cosas y una de ellas, sin duda, es el
miedo que los hombres le tienen a los otros hombres de poder, a todos
aquellos que representan el patriarcado. Y a salirse de ese modelo de
masculinidad, dependiendo además de la edad, porque no hay otro modelo
masculino, no han construido nada y de pronto por eso se acercan tanto a
las feministas, a las feministas que sí creemos que los hombres deben
participar.
En España el movimiento feminista es extremadamente pujante. ¿Cree
que el feminismo puede renunciar a establecer ese diálogo con los
hombres?
No.
Creo que llegamos al momento en el que las mujeres ya hicimos la tarea.
La vamos a seguir haciendo en el sentido de denunciar aquello que se
vincula con la impunidad y la injusticia. Todas estas performances que
se han hecho en todo el mundo alrededor de la famosa frase 'el violador
eres tú', son importantísimas, porque visibilizan cómo el aparato de
justicia sigue otra vez los mandatos del patriarcado para silenciar a
las mujeres.
Tenemos
un ejemplo que acaba de salir en todos los medios de Europa, el del
chico británico que se drogaba y violaba a otros chicos y fue juzgado y
sentenciado en menos de una semana y nunca se dudó de los hombres que
dieron sus testimonios. Ni una sola duda. No se le preguntó en los
tribunales a los chicos violados cómo iban vestidos. Y este caso tan
reciente nos pone sobre la mesa la desigualdad dentro del ámbito
jurídico.
Pero dentro del feminismo hay muchas posiciones.
Sí, dentro del feminismo hay muchos feminismos, ya lo sabemos. Y hay una
parte de esos feminismos que no creen que los hombres deban participar,
que ellos deben crear sus propios movimientos y están en su derecho de
creerlo. Particularmente, en España lo veo como muy álgido. A mí me
parece que somos una sociedad de hombres y mujeres y que tenemos que
trabajar de la mano porque no hay otra para construir la paz. Puede
sonar un poco cursi, pero es así.
La
única manera de construir relaciones pacíficas es dialogar y es
permitiendo que los hombres abran un espacio propio, que hagan su
trabajo, pero también que lo hagan desde un lugar en el que aprendan del
feminismo. Creo que hay muchos hombres que están aprendiendo de la
experiencia feminista, incluso con sus parejas o documentando el propio
movimiento.
Creo
que el nuevo feminismo, el más joven y en especial en Latinoamérica,
porque España en eso va un poco más tarde, sí tiene un movimiento muy
pujante que acepta y que busca que los hombres estén dentro de este
diálogo. Y eso es muy interesante. No necesariamente asumiéndose como
feministas, pero sí para trabajar su propia masculinidad dentro de esta
batalla tan grande contra una cultura que nos tiene cooptados a todos y a
todas.
En España, por el contrario, lo que veo es que las abuelas o las
matriarcas del feminismo, las maravillosas y geniales filósofas y
antropólogas y políticas que lo han liderado, siguen sin lograr
vincularse adecuadamente con las jóvenes, y mientras no se vinculen con
la búsqueda de las feministas más jóvenes, no va a avanzar. En
particular en este momento histórico en el que en verdad tiene lugar la
primera transición política polipartidista.
Volviendo a su libro, ¿Cuándo la víctima se convierte en victimario?
He estudiado mucho ese fenómeno.
Lo
que las y los especialistas, tanto en psiquiatría como en neurociencias
nos dicen es que si una víctima fue atendida adecuadamente en el
momento, si se le creyó la violencia que vivió, va a trascender siempre
la naturalización de esa violencia. Si esa víctima por el contrario no
solamente sigue viviendo la violencia a lo largo de los años, sino que
es desacreditada por los seres amados, es decir, los padres, los
profesores, la justicia, todos quienes tienen poder sobre la víctima,
generalmente se va a convertir en alguien que va a normalizar la
violencia.
No
necesariamente la va a reproducir, obviamente no todas las personas que
han sido violadas son violadores, pero algunos expertos calculan que un
veinticinco por ciento de los hombres que fueron abusados sexualmente
se convierten en violadores.
En
España tenemos un partido de ultraderecha, Vox, que está arrastrando a
los otros partidos de la derecha a negar el tema de la la violencia
machista o incluso a ridiculizar todo lo que tiene que ver con el
feminismo.
Hay
varios aspectos aquí que tiene que analizar la sociedad española, como
lo estamos haciendo en otros países de Latinoamérica también, y es que
todos los grupos negacionistas como Vox, el PAN en México, Bolsonaro en
Brasil, Trump en EEUU o Putin en Rusia, también se burlan del feminismo y
de todo el movimiento feminista. Ellos se alimentan de la religión. Los
países que son profundamente religiosos son incapaces de reconocer que
es la religión la que ha creado la ideología de género.
A
mí cada vez que una persona de Vox, con los que he discutido aquí en
España, me dice que tenemos que destruir la ideología de género les digo
destrúyanla, está en la Biblia, la ideología de género la crearon
ustedes. Lo que el feminismo hizo a través de la filosofía y de las
ciencias sociales fue desentrañar cómo se construyó la ideología de
género para poder intervenir en ella y comprender todos los factores
socioculturales que la construyen.
Pero
los creadores de la ideología de género son todos los más
recalcitrantes conservadores.
Quieren volver a un momento al que ya no pueden regresar las sociedades.
Lo que sí están creando es mucha tensión política, sin duda. Ahora, les
puede costar muy caro y eso no lo están valorando estratégicamente.
Creen que mucha más gente va a responder a este llamado de la selva. Lo
que están haciendo es tratar de que retrocedamos por lo menos 100 años.
Pero eso está sucediendo en algunos de los países más poderosos. Es muy inquietante.
Profundamente inquietante. Incluso para la izquierda en todo el mundo.
Muy pocas líderes del feminismo han hecho el cuestionamiento hacia la
izquierda, hacia los líderes de la izquierda no con respecto al discurso
feminista, que sí lo tienen, sino a llevar el discurso feminista con
hechos a las políticas públicas y a la acción. Hay políticos como Evo
Morales, que también se burló de los movimientos feministas sin
entenderlos.
A
López Obrador le sucede lo mismo. No quiere hablar del aborto, cada vez
que las mujeres le preguntan cómo va a abordar ciertos temas de
violencia contra las mujeres, él dice que eso se va a mandar a consulta
pública, como si los derechos se pudieran llevar a consulta pública.
Todos estos hombres que están dirigiendo el mundo en este momento y que
son los más radicales son los más expuestos por su estulticia, por su
ignorancia, por su brutalidad, por su pasión por la violencia.
Están
incrementando la naturalización de la violencia machista y eso facilita
que la impunidad permee en todos esos países, incluidos los Estados
Unidos y Canadá, países supuestamente civilizados, que tienen altísimos
índices de feminicidio, pero casi nadie habla de ello.
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