Rosario Ibarra de Piedra, activista y exsenadora. Foto: Benjamin Flores Luciano Campos Garza |
Rosario
Ibarra ha dedicado los últimos 41 años a buscar a su hijo, desaparecido
durante la Guerra Sucia, y a defender la causa de todos aquellos que
han corrido la misma suerte de su vástago. Como resultado de esas cuatro
décadas de búsqueda, de toparse con el cinismo oficial, la activista
concluye que las desapariciones forzadas –que ahora se cuentan por
decenas de miles– son un arma de los gobiernos para atemorizar e
inmovilizar a la sociedad.
MONTERREY, NL (Proceso).- La
justicia en México llegará algún día, pero no en tiempos de Enrique Peña
Nieto, sostiene la activista Rosario Ibarra de Piedra y agrega que la
desaparición forzada es un arma que emplean los “malos gobiernos” para
afectar a la sociedad.
“Tengo la certeza de que esto (la justicia para los desparecidos) no
sucederá en el actual régimen y tampoco en ningún otro mal gobierno en
el que se siga perpetuando la mafia que hoy se ha adueñado de la patria.
Los 40 años de exigir el respeto a los derechos humanos y la
presentación con vida de los desaparecidos avalan lo que digo”, apunta
en entrevista con Proceso, vía correo electrónico.
Añade: “Todos los que hemos sufrido la desaparición forzada de un
familiar, ya sea en el pasado o en la actualidad, también hemos vivido
el calvario de las mentiras, la hipocresía y la simulación de
procuradores, funcionarios de Gobernación, agentes del Ministerio
Público, jefes policiacos, jefes militares y presidentes de la
República. Todos, grandes maestros del engaño y el crimen”.
Con
una reflexión sobre sus luchas y reproches al gobierno de Peña Nieto y
anteriores, “indiferentes al dolor que provocan los desaparecidos en
México”, Ibarra de Piedra, de 88 años, sostiene que el actual régimen
encabezado por “el engendro de Televisa”, y el anterior, del panista
Felipe Calderón, han utilizado la desaparición como una manera de
intimidar al pueblo.
“Hoy, igual que hace más de cuatro décadas,
los malos gobiernos han ejercido la práctica de la desaparición forzada
para atemorizar e inmovilizar a la sociedad. La continuación y
proliferación de este crimen de lesa humanidad durante el sexenio de
Calderón, con el pretexto del combate al narcotráfico, sumió en el dolor
a miles de hogares de toda la República.”
La exsenadora y
fundadora del Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y
Exiliados Políticos de México (Comité Eureka) asegura que ante la
indisposición del gobierno de localizar a los ausentes –entre ellos su
hijo, Jesús Piedra Ibarra, desaparecido en 1975 durante la Guerra Sucia–
y la inexistencia del estado de derecho, los familiares han tenido que
organizarse.
“Los familias de los desaparecidos de ayer y de hoy
hemos sido testigos de cómo la mentira ha cambiado de rostro y de
modales, pero sigue siendo una mentira. Hay miles de muertos en el
camino, hay muchas trapacerías, hay soberbia, hay corrupción, hay
altanería, hay desfachatez, hay simulación”, dice.
Subraya:
“Muchos hombres y mujeres, viejos y jóvenes, algunos casi niños, han
sido asesinados, otros están desaparecidos, mujeres embarazadas.
Familias casi completas han sido sacadas de sus casas con violencia
brutal, miles de ciudadanos han caído en las garras de la represión”.
Búsqueda incansable
En abril de 1975, Jesús Piedra Ibarra fue secuestrado en calles de la
capital nuevoleonesa por un grupo de policías, acusado de pertenecer a
la Liga 23 de Septiembre. La Guerra Sucia que en aquella época emprendió
el gobierno de México contra grupos subversivos dejó un saldo estimado
de 500 desaparecidos.
El lema del Comité Eureka es: “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”
Y luego de casi 41 años de los hechos, Ibarra de Piedra busca a su
hijo, conocido por sus amigos como El Guli, quien al desaparecer tenía
21 años y cursaba el tercer año de medicina.
“En el Comité Eureka
siempre buscaremos vivos a los desaparecidos; por lo tanto, a mi hijo
Jesús Piedra Ibarra, al igual que a los demás desaparecidos, los
seguiremos reclamando con vida”.
Nacida en Saltillo, Coahuila,
Ibarra de Piedra pasó a la historia como la primera mujer que compitió
por la Presidencia, en 1982, postulada por el Partido Revolucionario de
los Trabajadores, fuerza política que apoyó la causa de los
desaparecidos.
Los dirigentes de esa organización y la misma doña
Rosario consideraron que su lanzamiento como aspirante presidencial
ayudaría a la causa, convirtiéndola en un asunto de alcance
internacional, propósito que se consiguió. En la elección de ese año
Miguel de la Madrid se erigió como el ganador de la contienda.
En
1988 el PT volvió a hacerla candidata a la Presidencia de la República.
Tras una elección fraudulenta, Carlos Salinas de Gortari fue ungido
como mandatario de México
En días recientes Rosario Ibarra fue
nominada para recibir la Medalla al Mérito Cívico Eduardo Neri, que
otorga la Cámara de Diputados. La activista agradeció la propuesta,
planteada por los diputados de Morena, aunque ya sabía que no le sería
otorgada. Si la ganaba, los legisladores reconocerían tácitamente que su
mérito era luchar por la vida y libertad de los desaparecidos, un tema
relegado por el Estado mexicano.
“Me siento agradecida con los
diputados de Morena que pensaron en mi persona para tal distinción, pero
al mismo tiempo estoy segura de que tal reconocimiento no me será
otorgado por la sencilla razón de que la Cámara de Diputados, con
excepción de la bancada de Morena y alguna que otra honrosa excepción de
algún otro partido, está compuesta en su mayoría por legisladores que
se han dedicado a ir torciendo y corrompiendo las leyes para acabar con
la libertad y los derechos conquistados”, dijo Ibarra de Piedra antes de
que la presea fuera asignada.
La medalla le fue entregada al astronauta mexicano Rodolfo Neri Vela.
Sobre su condición física, la nominada al Premio Nobel de la Paz señala que está “muy bien de ánimo y de salud”.
“Le voy a contestar como lo hago con todas las personas que se
preocupan por mí: cuando menos estoy. Tengo 88 años y a estas alturas de
la vida los achaques de la ancianidad ya son parte inherente de mi
persona.”
Añade: “Por prescripción médica ya no asisto a actos
públicos y casi no doy entrevistas, pero continúo en la lucha. El amor a
nuestros seres queridos, que la violencia del Estado arrancó de sus
hogares, hace que mi voluntad, mi ánimo y mi esperanza no decaigan. Sé
que algún día habremos de triunfar y la justicia llegará”.
Ibarra
de Piedra vive actualmente en la colonia Alta Vista, en el sur de
Monterrey, con su hija mayor, Rosario, también luchadora por los
desaparecidos.
Desde esta ciudad, la activista –quien también ha
fungido como asesora de Andrés Manuel López Obrador, líder nacional de
Morena– respalda la Casa de la Memoria Indómita, fundada en junio del
2011: un museo que rescata la historia de las desapariciones forzadas en
el país y que se ha convertido en un espacio de discusión y reflexión a
través de actos culturales y políticos.
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