La
semana que concluyó resultó rica en mensajes del grupo gobernante más
que peligrosos, muy probablemente ominosos para los gobernados, sobre
todo para aquellos que no se concentraron por unas cuantas decenas en el
Ángel de la Independencia, vestidos con trajes hechos a la medida y
exquisitos perfumes locales y extranjeros, para ser recibidos enseguida
en Los Pinos. Y sin despeinarse lograr que el presidente proponga al
Congreso reformas a la llamada “ley tres de tres”, para que los
intereses de las cúpulas empresariales, muy cobijadas por el oligopolio
mediático (“dictadura mediática” le llaman en Suramérica), no sean
tocados ni con el pétalo de una disposición legal.
El
anterior es el primer mensaje ominoso (“Que es abominable y merece ser
condenado y aborrecido”, apunta el diccionario) y consiste en el uso de
dos varas para medir a los interlocutores con los que negocia el
gobierno.
Primero están las cúpulas empresariales,
representadas por el Consejo Coordinador Empresarial –y buena parte de
los dueños del país agrupados en el Consejo Mexicano de Negocios–,
quienes son recibidas de inmediato por Enrique Peña. Sin lugar alguno
asignado está la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación
que, pese a petición expresa y demasiadas marchas a Los Pinos nunca se
le permitió llegar y menos fue recibida por presidente alguno desde su
fundación (17-XII-79), desde el gobierno de José López Portillo hasta
hoy, con los que juran y perjuran “Mover a México”. Y, seguramente por
ello, jamás la recibirá el mexiquense de Atlacomulco.
El
diálogo entre gobernantes y gobernados está, pues, supeditado a la
condición socioeconómica de los posibles interlocutores, es clasista.
Esto después de dos sexenios de abundante retórica oficial sobre el
Estado de derecho y la igualdad de los mexicanos ante la ley. ¡Sí,
Chucha!
Para dialogar con la CNTE transcurrió un
año de movilizaciones callejeras pacíficas y no tanto, bloqueos
carreteros, plantones, marchas, mítines, encuentros y seminarios;
profesores despedidos y/o amonestados, dirigentes encarcelados por
consigna gubernamental acatada por “el abogado de la nación” (la
desacreditada PGR), saqueos de tiendas de autoservicio, incendios de
bienes e inmuebles públicos y privados –que la dirigencia no reconoce
como propios, pero no se deslinda con oportunidad y energía–; hasta
llegar al domingo 19 y la altísima como innecesaria cuota de nueve
muertos, un centenar de heridos (45 de bala) y 22 desaparecidos, sólo
para que la cerrazón dogmática del no diálogo, representada con mucho
orgullo por Aurelio Nuño, fuera arrasada por la protesta y éste diera el
bandazo discursivo sin rubor por hacer el ridículo. Todo con tal de
evitar la renuncia que seguramente tendrá lugar, mientras él soñaba con
despachar en Los Pinos.
Diálogo que en su segunda
sesión comienza dentro en unas horas en la Secretaría de Gobernación, a
cargo del muy fortalecido (precandidato presidencial) Miguel Ángel
Osorio, hasta el punto de ofrecer al joven nativo de la Condesa sus
buenos oficios para mediar ante la CNTE para que dialogue con la SEP.
Y,
finalmente, el peligroso mensaje de que para “doblar” al gobierno de
Peña Nieto en su cuarto año –cuando la inseguridad pública repunta, la
economía no supera el “crecimiento mediocre” (Luis Videgaray dixit)
desde 1982 y la protesta social está a la orden del día–, es preciso
“incendiar” una o varias regiones y no precisamente en sentido figurado,
como lo evidencian Oaxaca, Chiapas y Guerrero.
@IbarraAguirreEd
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