Por José Gil Olmos ,
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- De manera
impronta, anticipada, dos años antes de cumplir su plazo, Enrique Peña
Nieto ha terminado su gobierno de una manera más que vergonzosa,
reprobado por la mayoría de la ciudadanía, con acusaciones de corrupción
y de traición y, sobre todo, señalado desde ahora como el principal
responsable de una previsible derrota del PRI en la elección
presidencial del 2018.
Peña y todo su equipo de gobierno han dejado una huella indeleble de
ineficacia como la dejaron también los panistas Felipe Calderón y
Vicente Fox que demostraron ser tan incapaces, corruptos y torpes como
los priistas para gobernar.
Los tres son parte del fracaso de la supuesta transición a la
democracia y cada uno es responsable de la profunda crisis que hoy
padecemos y que se refleja en la creciente ausencia de credibilidad
social en todas y cada una de las instituciones políticas, económicas y
de justicia.
Fox, Calderón y Peña Nieto han seguido la misma línea de impulsar sus
reformas desde las cúpulas de poder económico y político, sin tomar en
cuenta la opinión ciudadana. Los tres profundizaron más la ya de por si
brecha que existía entre las llamadas clase política y la sociedad
civil.
Pero los panistas no tuvieron los índices de reprobación social que
hoy tiene Peña Nieto y que lo ponen como el peor gobernante desde José
López Portillo, un presidente igualmente señalado por su corrupción,
ineficacia y por la crisis que generó por sus yerros en la política
económica.
Peña Nieto llegó a la presidencia en el 2012 con la esperanza de
algunos sectores sociales, especialmente de los priistas, de mejorar la
situación económica y enfrentar con éxito la inseguridad producto de la
violencia generada por el crimen organizado y por la declaración de
guerra lanzada por Calderón en el 2006. Llegó con la creencia de los
priistas de que iniciaría una nueva era de gobierno tan larga como la
que tuvieron antes de perder en el 2000.
Pero después de 45 meses de estar al frente del gobierno, Peña Nieto
parece que está haciendo todo para que su partido vuelva a perder en la
próxima elección presidencial.
No ha logrado disminuir la violencia sino que se mantiene en los
mismos niveles del sexenio pasado con 80 mil personas muertas de manera
dolosa y más de 30 mil desaparecidos. Tampoco ha disminuido la pobreza,
ni la marginación, ni la concentración de la riqueza en unas cuantas
manos. Tampoco pudo abatir la impunidad de la clase política y mucho
menos la corrupción.
Todo lo contrario, Peña Nieto profundizó la desconfianza social al
incumplir cada una de sus promesas y hacer pactos corruptos con
empresarios y con miembros de su propio partido.
Pero sobre todo cometiendo errores trascendentales que seguramente
impactarán en el país y en los planes del PRI de mantenerse en el poder
presidencial.
Uno de estos errores fue el encuentro con Donald Trump que ha sido
calificado por la mayoría como un error histórico y una traición. Es tan
grave esta falla que ya comienza a tener repercusiones dentro del país y
en la relación política con Estados Unidos. Muestra de ello es el
rechazo de venir a México por parte de la candidata demócrata Hilary
Clinton.
Gobierno de gazapos ha sido el de Peña Nieto que en menos de cuatro años terminó lo que tendría que ser un sexenio.
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