1. Los gobiernos de
Hugo Chávez-Maduro en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa
de Ecuador, Lula Da Silva-Rousseff de Brasil, Ernesto y Cristina
Kirchner de Argentina y José Mujica de Uruguay, metieron un aire fresco
muy agradable y esperanzador en la primera década del siglo XXI en
América. Sin embargo, con el derrumbe de la Kirchner en Argentina, de
Rousseff en Brasil, así como el fuerte bloqueo a Nicolás Maduro de
Venezuela, la agradable brisa que comenzaba a llegar al pueblo se
transformó en una poderosa tormenta que está devolviendo la podredumbre a
su lugar de antes. No era mucho lo que se esperaba porque aún el
imperio yanqui es poderoso, pero deseábamos que por lo menos se
conservara la hegemonía progresista en la zona.
2. Hoy Maduro ni
siquiera puede ser representante de Mercosur (económico) porque Brasil,
Argentina. Paraguay y Uruguay lo impiden dado que la ultraderecha se
hizo de los gobiernos de los tres primeros países y, seguramente –aunque
Unasur (político) representa un mayor número de países- seguramente el
boicot de los EEUU contra Venezuela se hará más grande. Cuba, el faro de
América, después de más de 50 años de Revolución, parece encaminarse a
reconstruir un capitalismo “sui géneris” porque el bloqueo imperialista
de los EEUU le impidió desarrollarse para salir de sus profundos
problemas económicos. Como dirían en México: luchar contra el
capitalismo buscando construir una sociedad igualitaria no son
“enchiladas”, o sea, no es nada fácil.
3. En México la única
esperanza electoral, de verdad la única –aunque yo nunca haya votado- la
sigue encabezando Andrés Manuel López Obrador (AMLO, el Peje). Es, sin
duda, el único político electoral honesto que, por sus recorridos por
todos los pueblos del país durante 10 años, es el único en la historia.
Pero el problema es que en las dos veces anteriores (2006 y 2012) que se
presentó como candidato presidencial no fue derrotado sino defraudado
por el sistema político electoral (primero por el PAN y luego por el
PRI) absolutamente dominado por la derecha política, los empresarios y
los medios de información. Por ello un triunfo de él es extremadamente
difícil porque frente a una consigna de la clase dominante (“AMLO no
puede llegar, es un peligro”) ¡No pasa!
4. AMLO sigue pensando
con ingenuidad que los votos de los electores cuentan y que el pueblo es
muy libre al depositarlos. Parece que su optimismo y pacifismo le da
fuerza para vivir políticamente y para no sufrir ningún desánimo. Mi
experiencia de más de 50 años me dice que los electores votan por
quienes dirigen y manipulan el voto durante un año de campaña electoral
donde se dilapidan miles de millones de pesos. Cuando la clase dominante
determina quien sí y quien no se desatan todos los medios para comprar
los votos, así como la intensísima propaganda; cuando dicen quien no, se
desata el desprestigio, la calumnia, la persecución, para impedir a
como dé lugar a la persona peligrosa. ¿En qué momento la población puede
gozar de noticias neutrales si son de propiedad empresarial?
5.
Los movimientos guerrilleros armados de los sesenta en América
–organizados con el ejemplo de la revolución cubana victoriosa en 1959-
con la firma de paz de la FARC (de Colombia) en 2016- desaparecieron
(por lo menos unos veinte derrotados por las burguesías y el
imperialismo) sin haber logrado los objetivos originalmente trazados. De
otro lado, los movimientos de masas siguen luchando con heroísmo en las
calles, plazas y campos; sin embargo, a pesar de magnas batallas, no
han logrado construir un gobierno que responda a los intereses de los
trabajadores. México y la lucha de los profesores de la Coordinadora (la
CNTE) es un ejemplo de tenacidad, consecuencia, heroísmo durante años,
pero la burguesía sigue campante.
6. Sólo he estado contento,
feliz, lleno de entusiasmo, acompañándolas, cuando veo a las masas
sublevadas, organizadas, lanzando sus consignas contra la explotación y
el capitalismo; pero luego de estar con ellas meses, años, décadas, mis
reflexiones me dicen que hay avances y retrocesos, que las luchas son
más amplias, pero que la clase dominante tiene a mano infinidad de
recursos mediatizadores y manipuladores en primer lugar, y de represión
brutal si estos fallan. Peña Nieto, por donde se le quiera ver (en
economía, política, desprestigio) está muy mal; pero el asunto es la
clase política y empresarial que exige orden y disciplina para conservar
el sistema capitalista de explotación. Dicen: “nosotros no salvamos a
los hombres sino al sistema”.
7. Sigo siendo un militante del
movimiento social de la Coordinadora (la CNTE). A pesar de no ser
electorero, me encantaría que AMLO obtuviera la Presidencia de la
República en 2018 para vivir una nueva experiencia. Creo conocer más o
menos bien la experiencia de América a partir de sus gobiernos burgueses
de derecha y de las luchas de los pueblos por su liberación. Sé de los
enormes esfuerzos que haría López Obrador (primero, si lo dejan llegar)
por lanzar muchas reformas en beneficio de la población, pero de lo que
estoy seguro que llegaría condicionado por la gran burguesía empresarial
y el imperialismo para ubicarse hasta un límite: No tocar las bases
fundamentales del capitalismo ni aliarse con gobiernos que marchen por
ese camino.
8. Con López Obrador habría una brisa agradable de
izquierda que como Venezuela, Bolivia, Ecuador, la dejarían como brisa
encantadora hasta que la clase poderosa diga ¡basta!, deje de invertir
sus capitales, emplace al gobernante y reciba el apoyo imperial. La
experiencia del asesinato de Allende en 1973 y el bloqueo de Cuba (de
1961 a 2016), el golpe de estado contra Chávez y las amenazas contra
Maduro; sobre todo el desplazamiento de Brasil y el debilitamiento del
BRICS, así como el apoyo al derechista presidente de Argentina, son sólo
muy superficiales muestras de lo que podría esperarse de un gobierno
progresista en México. Espero que la historia no sea tan lineal, pero no
veo más que entusiasmo y buena voluntad porque las cosas salgan bien
para el pueblo.
Blog del autor: http://pedroecheverriav.wordpr ess.com
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