41 Festival Internacional de Cine de Toronto
TIFF
Leonardo García Tsao
La Jornada
La actriz Scarlet Johannson a su llegada a la premier de Sing, en el Festival de Cine de TorontoFoto Ap
Toronto. Año con año, la
sección TIFF Docs, dedicada a los documentales de todo el mundo, se ha
convertido en una de las más atractivas. Y es que el género atraviesa
por una afortunada racha, sobre todo en México.
Producido por Netflix (y programado a estrenarse en octubre en ese sitio), el documental Amanda Knox
es una puntual reconstrucción del crimen y del juicio que se le siguió a
la estadunidense a que se refiere el titular y a su entonces novio
Raffaele Sollecito, acusados de haber asesinado a la británica Meredith
Kercher en el pueblo italiano de Perugia. Como se sabe, un ambiente
circense rodeó el proceso porque a Knox se le acusó, en esencia, de ser
una asesina depravada por los medios internacionales, que no perdieron
la ocasión de satanizar su figura.
Para ello, los realizadores Rod Blackhurst y Brian MGinn hicieron
este año una serie de entrevistas a cámara con los propios Knox y
Sollecito, así como con el fiscal de Perugia, Giuliano Mignini, y el
periodista del diario británico Daily Mail Nick Pisa, quienes hablan con aparente sinceridad sobre sus respectivos papeles en el caso. Quien más se balconea
es el último, pues queda en evidencia la clase de amarillismo
prevaleciente durante la cobertura de la investigación y el juicio. El
supuesto periodista con actitud de chacal defiende su postura con la
vieja excusa de
si no lo hubiera hecho yo, otro más hubiera aprovechado la noticia.
El documental no saca conclusiones, sino que esto lo deja al juicio
del espectador. Al parecer, Amanda Knox no cometió un crimen más grave
que el de ser una gringa babosa y frívola –tenía 20 años cuando
sucedieron los hechos– que no supo reaccionar a la gravedad del
asesinato. Mientras que Sollecito tuvo el infortunio de enamorarse de
ella en el momento más inoportuno.
Por su parte, el documental mexicano Bellas de noche, debut
de María José Cuevas (hija del pintor del ilustre apellido) es una
mirada a otro tipo de celebridades del ayer. Se trata de las vedettes
Olga Breeskin, Lyn May, Rossy Mendoza, Wanda Seux y la Princesa Yamal,
notorios símbolos sexuales de hace tres o cuatro décadas. Lejos de
adoptar una mirada condescendiente o incluso burlona, el documental
capta a mujeres que recuerdan con afecto su época de gloria y enfrentan
el presente con la mejor de las caras (aun cuando han sido
quirúrgicamente renovadas).
Cuevas consigue, al igual que en el caso de Amanda Knox,
testimonios honestos de sus entrevistadas, que no se intimidan para
declarar secretos (Lyn May confiesa haber tenido un desliz de
necrofilia), aceptar realidades dolorosas (Wanda Seux habla de su
tratamiento contra el cáncer) o abordar hechos que dañaron sus carreras
(la Princesa Yamal habla sobre cuando fue encarcelada, acusada
de participar de un robo en el Museo de Antropología). Tal vez la más
ajustada a su nuevo statu quo es Olga Breeskin, quien ahora es ministra de una especie de culto en Estados Unidos.
Apoyada en revelador material de archivo, Cuevas ilustra bien el
contraste entre el pasado y el presente, la fama y el olvido, la
abundancia y la carencia. Bellas de noche es uno de los mejores
documentales producidos en México en fechas recientes. Es de confiar
que sí consiga una difusión amplia, cuando llegue el momento.
Mientras tanto, por si siguen prestando atención, la descompostura de
la escalinata eléctrica del complejo Scotiabank sigue sin arreglarse.
Hoy incluso también se suspendió el servicio de descenso, para mayor
fatiga de los asistentes. Si uno escuchaba con atención, podía oírse
cómo tronaban las rodillas de los usuarios. Es como para demandarlos.
Twitter: @walyder
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