Según
la procuradora general de la República, Arely Gómez, los expertos
forenses de la Universidad de Innsbruck, Austria, lograron identificar
los restos de un segundo normalista de Ayotzinapa desaparecido la noche
del 26 de septiembre en la ciudad de Iguala, en el suriano estado de
Guerrero.
La procuradora afirma que esos restos (dos fragmentos
de hueso calcinados) corresponden al joven Jhosivani Guerrero de la
Cruz, de 21 años, apodado el Coreano. Y doña Arely sostiene que esos
huesitos fueron encontrados en el basurero municipal de Cocula,
población cercana a Iguala, lugar en el que según la versión oficial
del gobierno mexicano, fueron asesinados e incinerados los 43 muchachos
secuestrados.
La versión de la abogada Gómez, desde luego, es
insostenible. Se sabe positivamente que no existen evidencias de que en
ese basurero haya habido alguna vez una pira de las dimensiones
necesarias para calcinar 43 cuerpos humanos.
Pese a su
demostrada falsedad, la versión de la procuradora Gómez arroja luz
sobre el destino final de los muchachos. Suponiendo que los segundos
restos correspondan al joven Jhosivani Guerrero de la Cruz, eso quiere
decir que este muchacho fue secuestrado, asesinado e incinerado.
Pero sabiendo, como se sabe, que en el basurero de Cocula no existió la
pira de la versión oficial, queda claro que Jhosivani Guerrero de la
Cruz fue ultimado y cremado en otro lugar. En el mismo sitio de donde
la abogada Arely Gómez obtuvo los restos analizados e identificados en
Innsbruck.
Conviene recordar a este respecto que los forenses
argentinos que participaron en las investigaciones del caso
establecieron categóricamente que la Procuraduría General de la
República (PGR), entonces al mando del viejo y marrullero político
priista Jesús Murillo Káram, violó los protocolos de recolección,
manejo, preservación y traslado de las supuestas evidencias del
asesinato e incineración de los 43 en el basurero de Cocula.
Dicho en otras palabras, los forenses argentinos no discuten ni niegan
que los restos de la primera víctima identificados en Austria,
Alexander Mora Venancio, sean del normalista. Pero afirman de modo
igualmente categórico que no pueden dar fe de que esa muestra (y otras)
hayan sido recogidas en el basurero de Cocula, por razón de la
antedicha (y reiterada) violación de los protocolos forenses de
recopilación, manejo y traslado de las evidencias (o supuestas
evidencias) del caso.
La pregunta clave, entonces, sigue
vigente: ¿dónde obtuvo Gómez los restos de Jhosivani Guerrero de la
Cruz? Y, asímismo, ¿de dónde sacó la PGR de Murillo Káram los restos de
Alexander Mora Venancio? Sabiendo eso se podrá saber dónde fueron
cremados esos dos cuerpos. Y eventualmente podría conocerse el
verdadero destino final de los 43.
Mientras esas dos
interrogantes no sean respondidas, las solemnes palabras de doña Arely
sólo son fuegos fatuos, pirotecnia verbal, cortinas de humo, recursos
teatrales.
Podría ser, sin embargo, que doña Arely, que llegó
muy tarde al caso, no lo sepa. Que sólo esté siguiendo el guión que le
han dictado. Pero que no sepa no significa que no pueda saber. Podría,
para empezar, citar e interrogar a su antecesor, el mencionado Murillo
Káram, quien podría informarle con detalle sobre el asunto. Y desde el
principio. Y debería interrogarlo luego de ser advertido de las
sanciones penales a que se hace acreedor quien declara falsamente ante
autoridad judicial.
Pero si Murillo Káram se niega a declarar
o dice que no se acuerda o afirma que no sabe nada, doña Arely podría
ponerse a trabajar. E investigar ella misma. Seguro que si lo hace
podría encontrar la verdad.
Blog del autor: www.miguelangelferrer-mentor. com.mx
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