México,
DF., 14 sep. 15. AmecoPress/Cimacnoticias.- El Centro de Apoyo y
Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH) cumple hoy 15 años de
trabajo en la promoción y fortalecimiento de los Derechos Humanos (DH)
y laborales para las más de 2 millones 300 mil trabajadoras del hogar
en todo el país.
CACEH
y el Sindicato Nacional de Trabajadoras del Hogar, que se conformó el
pasado fin de semana, fueron un sueño de largo aliento de Marcelina
Bautista Bautista –ahora una de las más importantes activistas en
América Latina en la lucha y el reconocimiento de las garantías para
estas trabajadoras– que mientras hacía limpieza en casas se organizaba
junto a otras mujeres para conocer sus derechos laborales.
Desde que se
fundó en esta capital, CACEH también se convirtió en el proyecto de
vida de varias trabajadoras del hogar –algunas que incluso ya son
profesionistas–, para continuar en la defensa de los DH y laborales del
gremio, integrado en su inmensa mayoría por mujeres, muchas indígenas y
migrantes, y hasta menores de edad.
A fin de
documentar el desarrollo de CACEH en estos tres lustros, Cimacnoticias
visitó sus nuevas instalaciones en el Sindicato de Telefonistas de la
República Mexicana, en la céntrica delegación Cuauhtémoc.
En la puerta
de entrada luce una hoja blanca que presume la creación del nuevo
sindicato. Adentro, un equipo de cinco personas trabaja a marchas
forzadas en un salón de unos 15 metros cuadrados –dos veces más grande
que el espacio anterior que tenían las trabajadoras en el Centro
Nacional de Comunicación Social (Cencos)–, para finiquitar los últimos
pendientes antes de que este viernes 11 de septiembre entreguen la
solicitud de registro sindical ante la Junta Local de Conciliación y
Arbitraje.
El equipo
Aunque por
muchos años Marcelina Bautista trabajó sola para mantener a su
organización, ahora que su lucha se ha hecho más visible gracias a sus
esfuerzos de incidencia, ya cuenta con un equipo de mujeres y hombres
solidarios que la respaldan.
Y es que
durante estos 15 años, CACEH –como se lo propuso Marcelina desde el
primer momento– ha sido encabezado e integrado por trabajadoras del
hogar que imprimen su visión y su experiencia en cada nuevo proyecto.
Por ejemplo,
Sofía Pablo López, de 24 años, es la joven de cabello largo que en cada
evento sobre los derechos de estas trabajadoras acompaña a Marcelina.
Se sienta a escuchar en alguna de las primeras filas, toma fotografías
y hace apuntes.
En CACEH ella
se encarga de apoyar el área de capacitación y formación, y –entre
otras tareas– acude cada 15 días a las plazas públicas de la Ciudad de
México para enseñar a 50 o 60 empleadas del hogar sus derechos, e
informarlas sobre la violencia de género y el empoderamiento.
Es socióloga
de profesión y de oficio trabajadora del hogar desde que tenía 18 años,
cuando decidió apoyar a su mamá –también empleada del hogar– con los
gastos de su educación en una universidad pública.
La joven
asegura que así como se profesionalizó para tener un trabajo que fuera
más reconocido socialmente, también en la labor de las trabajadoras del
hogar hay formas de especializarse, por ejemplo en el aseo general,
lavado, planchado, cocina o cuidados, un aprendizaje que ella buscó
perfeccionar con el paso del tiempo.
Su tesis de
licenciatura, sobre identidad y vida de este gremio, está dedicada a
todas sus vecinas que son empleadas del hogar en el norte del DF (muy
cerca del Estado de México), y que –como su madre– batallan durante
muchos años en traslados de hasta tres horas y ganar menos de 200 pesos
diarios.
Los proyectos
profesionales y personales de Sofía están puestos en CACEH, donde ahora
busca impulsar el nuevo sindicato de la mano de Marcelina.
Otra
integrante del equipo es Marta Leal Morales Esperanza, de 45 años de
edad, quien se encarga del área de colocación para quienes solicitan
trabajo.
Antes de estar
en CACEH, esta jefa de familia era parte del personal de limpieza en
los módulos de la extinta Mexicana de Aviación, cuya quiebra tuvo un
“efecto dominó” en otros sectores laborales. “Cuando un pilar se cae,
se caen varios”, dice Marta.
Llegó al
Centro de Apoyo en 2012, y junto a Marcelina –que le ofreció empleo–,
fueron las únicas dos personas que echaron andar el proyecto.
Ahora, desde
su puesto en la organización, Marta se preocupa porque algunas
empleadoras no quieren contratar a todas las trabajadoras que buscan
empleo, porque –comenta– no quieren asumir todas las responsabilidades
legales que les corresponden.
Para ayudarse
con los gastos, Marta, Sofía y a veces Marcelina hacen espacios en sus
agendas de trabajo tan apretadas para seguir haciendo labores del hogar
remuneradas.
En la
recepción de esta organización hay un varón, se trata de Fernando
Montejo, de 18 años de edad, y que apoya a CACEH mientras concluye sus
estudios, ya que su mamá, también trabajadora del hogar, percibe un
sueldo insuficiente para cubrir ella sola todos los gastos familiares.
A ellos se
suman Claudia, Mauricio y muchas personas más que ayudan a la
organización con trabajos más especializados de manera externa y de
forma solidaria.
Los inicios
Durante estos
15 años, el principal reto de CACEH ha sido conseguir suficientes
recursos económicos para mantenerse en pie, contar con un espacio de
trabajo, tener personal para ayudar en las diferentes gestiones que
realiza, y poder convocar en las plazas públicas los fines de semana a
todas las trabajadoras que quieran conocer sobre sus derechos.
La idea de
conformar este Centro se le ocurrió a Marcelina hace más de 20 años
durante una de las tardes en las que se reunía con una amiga suya que
era costurera.
Las ganas de
defender a sus compañeras de los abusos fueron tan fuertes que desde
entonces se fijó la meta de formar un organismo.
Marcelina, que
trabajó muchos años para Cencos –organización defensora de la libertad
de expresión y los DH–, cuenta que debía llegar a las 6 de la mañana a
esas oficinas para tener las salas limpias; luego a las 9 se iba a las
capacitaciones, y después regresaba por la tarde para seguir limpiando.
El personal de
Cencos no tenía idea de que para entonces Marcelina ya era una líder a
nivel internacional en la defensa de los derechos laborales, y se dio
cuenta hasta que ella tuvo que pedir un permiso para viajar al sur del
continente. “Recuerdo que incluso a los directivos de la organización
les costó trabajo creer la noticia”, rememora Marcelina.
Finalmente, en
el año 2000 Marcelina ganó una beca para seguirse capacitando, pero en
lugar de hacer sólo eso decidió solicitar un espacio en Cencos para
brindar capacitaciones, y ofrecer varias becas para sus compañeras del
sector, además de pagar sus comidas y pasajes a cambio de que fueran a
aprender sobre la defensa de sus derechos. Así nació CACEH.
Siguió de beca
en beca y luego de premio en premio hasta consolidar en 2015 un
proyecto más sólido que también es fuente de empleo para trabajadoras
del hogar. Durante los primeros cinco años, Marcelina escasamente tomó
tres diplomados sobre liderazgo, lo demás lo aprendió en el camino.
“Al principio
no sabía si era mejor tomar un diplomado o dar las becas, pero ahora
(echa un vistazo a su lugar de trabajo) me doy cuenta que tomé la mejor
decisión”, concluye Marcelina, quien asegura que aunque CACEH ya
cumplió sus primeros objetivos, seguirá en la defensa de todos los
derechos de las trabajadoras del hogar y afrontará los desafíos que se
presenten en el porvenir.
Fotos: CIMACFoto: César Martínez López.
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