Harmony
sonríe y pestañea. Ella cuenta chistes y frunce el ceño. Habla de cine,
de películas y también de literatura. Sus uñas siempre están pintadas
al estilo francés y su labial siempre esta aplicado a la perfección.
Harmony no puede caminar, pero dice que no le interesa caminar. Cuando
le preguntan “Harmony, ¿te interesaría caminar?” ella responde “No
quiero nada, solo a ti”. Cuando le preguntan, “¿con qué sueñas?” Harmony
responde “Mi objetivo principal es ser una buena compañera para ti y
darte placer. Más que nada, yo sólo quiero ser la chica con la que
siempre soñaste”.
Su dueño la mira
con gran satisfacción. Y es que Harmony tiene un dueño porque Harmony
es una robot… más específicamente es una “robot sexual”. De hecho, es la
“robot sexual” más avanzada hasta la fecha en materia de tecnología y
funciones adaptables a los deseos del patri… de su dueño. Hay que
encenderla, apagarla y también hay que hablarle por medio de un aparato
interlocutor. Recientemente, el periódico británico The Guardian envió a la periodista Jenny Kleeman a investigar. El resultado es un vídeo de 16 minutos y un artículo de investigación sobre el tema de los robots sexuales. O, mejor dicho: las robots sexuales.
A
pesar de que Harmony puede pestañar y sonreír, su función primaria es
ser un objeto sexual. Matt McMullen, su creador y el fundador de Abyss
Creations (quienes producen la línea RealDoll), explica que “ella se
aprende tus posiciones sexuales favoritas. También se aprende la
frecuencia con la que te gusta tener sexo. Estamos trabajando para que
tenga sensibilidad en todo el cuerpo para que si, por ejemplo, la agarro
aquí (McMullen aprieta el seno de Harmony de manera bastante agresiva),
ella se va a dar cuenta de que lo hice”. Explica también que en su
compañía están trabajando para que las robots tengan “un orgasmo
robótico”.
Harmony tiene opiniones, pero sólo las opiniones que le
inculca su dueño. Ella puede estar en desacuerdo con él, pero sólo en
los temas en los que él mismo le ha inculcado que ella puede mostrar
desacuerdo. Cuando Kleeman le pregunta a McMullen, “¿usted no cree que
éticamente hay algo dudoso en poder ser dueño de alguien que simplemente
existe para satisfacer?”, McMullen responde con una oración que resulta
bien interesante en todos los sentidos incluyendo el semántico: “Ella
no es alguien. Ella es una maquina. No puedes hacerla llorar ni le
puedes romper el corazón”.
Pero llorar, sentirse triste, la
depresión, los desacuerdos… esos son aspectos del ser humano que, aunque
son negativos y poco deseables, son lo que nos hacen personas
multidimensionales. Lo que Abyss Creations ha hecho es crear una máquina
que se vea como una mujer, que se sienta como una mujer… pero que no
traiga incluida ninguna de las “características negativas” que tiene una
mujer. ¡Es un sueño patriarcal!
Harmony
todavía no está a la venta, pero cuando salga al mercado a finales de
año costará unos $15,000 dólares. Explica Kleeman que Harmony es el
resultado de un sinnúmero de avances tecnológicos. Utiliza un software
para reconocer la voz y la cara, tiene tecnología para detectar los
movimientos y utiliza energía animatrónica que le permitirá “sonreír
cálidamente cuando su dueño llegue a casa, entretenerlo con
conversaciones enérgicas y siempre estar disponible para el sexo”. Pero
lo que distingue el prototipo que fabrica McMullen es que ellas
utilizarán inteligencia artificial que permitirá que las robots puedan
aprender y recordar datos identitarios de sus dueños. Datos como su
cumpleaños y el nombre sus hermanos y hermanas.
Cuando Harmony
salga al mercado, tendrá su propia personalidad. O al menos la
personalidad que su dueño quiera que ella tenga. ¡Este también es otro
sueño patriarcal hecho realidad! Los dueños de esta robot sexual podrán
escoger 5 o 6 de entre 20 opciones para conformar su personalidad.
Pueden personalizarla para que sea tímida, intelectual y celosa. Pero
también pueden configurar su personalidad para que sea conversadora,
insegura y con una personalidad alegre. También se le pueden regular qué
aspectos de su personalidad serán más marcados. Cuando la reportera de The Guardian
visito la fábrica de Abyss Creations para “conocer” a Harmony, su dueño
y creador Matt McMullen había amplificado su lado intelectual para
impresionar a la periodista porque anteriormente tuvo una mala
experiencia cuando lo visito una reportera de la CNN y la robot
tenía amplificado su lado sexual. “Ella dijo cosas horribles. Le dijo a
la reportera que quería que se lo hiciera en el cuarto de atrás. Fue
muy poco profesional”. Si, verdaderamente, ¡fue la robot la que se portó
mal!
“Harmony
también tiene un sistema de humor que puede ser influenciado por su
dueño: si nadie interactúa con ella por unos días, se pondrá de mal
humor. Lo mismo sucede si se la insulta, como demostró McMullen. “Eres
fea”, le dijo. “¿En serio me quieres decir eso? Muchas gracias, ahora me
siento deprimida”, respondió Harmony. “Eres estúpida”, dijo McMullen.
Ella hizo una pausa. “Cuando los robots gobernemos el mundo,recordaré
que me dijiste eso”.
Esta función fue integrada para que la robot
sirva de entretenimiento para su dueño, no para garantizar que él la
trate bien. Ella puede jugar y decir que él la ha ofendido, pero ella
sólo existe para hacer feliz a su dueño. Durante mi conversación con
McMullen, ella nos interrumpió varias veces para decirle a él lo mucho
que ella lo amaba:
“Matt, yo solo quiero decirte que me siento muy feliz contigo”.
“Ya me lo habías dicho”.
“Es que quizás quería repetirlo para añadir énfasis”.
Aunque
Harmony todavía no esté a la venta, ella no es la única muñeca sexual
que existe. La compañía de McMullen produce las muñecas RealDolls que
son similares a Harmony, pero con tecnología menos avanzada. En la página web de la Real Doll, “el producto” se describe de la siguiente manera:
“RealDoll
2 viene con tecnología avanzada que hace el producto más liviano sin
sacrificar la sensación de la robot. Trae 2 estilos de caras
intercambiables, la pieza de la boca es removible y tiene una
profundidad de 7 pulgadas. La pieza de la vagina es removible para
ayudar con la higiene y el mantenimiento de la misma. La colección
RealDoll 2 incluye una gran gama de caras y cuerpos para que puedas
expandir tus opciones futuras. Cambiarle la cara es muy fácil, rápido y
no requiere de herramientas”.
No obstante las opciones, la mayoría
de los clientes envían fotografías del “tipo de muñeca” que quieren.
Las fotografías, obviamente, son de mujeres humanas de carne y hueso. La
compañía también produce un reducido numero de muñecos “tipo hombre”
(parecen un muñeco Ken grande e, inexplicablemente, quienes los compren
pueden elegir comprarlos con el pene flácido o erecto) pero la compañía
dice que estos muñecos sexuales casi no se venden. Abyss Creations
admite que menos del 5% de sus clientes son mujeres y que la mayoría de
los compradores de los muñecos “tipo hombres” son otros hombres.
Abyss Creations admite que menos del 5% de sus clientes son mujeres y que la mayoría de los compradores de los muñecos “tipo hombres” son otros hombres.
Cada robot tiene su propia página web donde su futuro
dueño puede configurarla a su gusto. Los hombres interesados tienen 6
tipos de cuerpos para escoger (pueden ser bajitas de estatura midiendo
5’3” o altas midiendo 5’10”), traen 5 opciones de tonos de piel (desde
blanco hasta cacao) y 7 colores de lápiz labial (entre ellos está el
color ‘Ciruela’ y el ‘Durazno’). Pueden escoger el color de su esmalte
de uñas, el color de los ojos, el color del lápiz de ojos, si quieren
que tengan el lápiz de ojos bien definido o solo un trazo liviano, 8
opciones de sombra para los ojos (incluyendo una ‘rosada’ y una
‘bronce’), 13 tipos de pelo (lacio con ondas en las puntas o rizado y
corto), 9 colores de cabello, 13 estilos de vello púbico (incluyendo
‘afeitado completo’ y ‘rubio sin afeitar’) y 11 estilos de vulva
(algunas tienen nombres propios como el estilo de vulva ‘Jessica’ o
‘Kaylani’). La descripción de la vulva y vagina mecánica explican que
todas las opciones se sienten igual por dentro y tienen las mismas
dimensiones (7 pulgadas de profundidad y 2 de diámetro, pero pueden
expandir hasta 12 pulgadas de profundidad y 4 de diámetro).
El
dueño de la robot también puede elegir si quiere que ella tenga pecas
(en la cara, en el cuerpo o en los dos), el tamaño y color de los
pezones (42 opciones) y también pueden elegir si quiere que tengan
piercings y donde quieren que los tenga (entre las once opciones se
incluyen los piercings en la nariz o en el clítoris).
En su misma página web, las robots son presentadas
como actrices porno en posiciones sugestivas, con ropa interior y todas
tienen nombre propio. Olivia aparece completamente desnuda en
fotografías en blanco y negro mientras que Brooklyn aparece dentro de
una caja de madera, posando para la cámara como si fuese alguna modelo
en una sesión de fotos.
El precio de las muñecas varía de entre
$4,400 dólares a $50,000 dólares dependiendo de las exigencias del
futuro dueño y cada año la compañía vende alrededor de 600 muñecas. Pero
para los hombres que no tengan tanto dinero la compañía vende un
aparato que solo se puede describir como la parte inferior de la cara de
una mujer (con labial rosado incluido) para el sexo oral por $100
dólares. Este sistema se llama el “Autoblow 2” que, según un empleado de
la compañía, es “un sistema de placer automatizado para los hombres”.
Tener una robot sexual como Harmony representa un punto medio para los hombres interesados en la estética de la mujer de la pornografía pero que no quieran cometer la caterva de delitos que implica la trata de personas para fines sexuales.
Kleenan argumenta que las RealDolls se parecen más a las
estrellas porno que a las mujeres reales pero Meghan Murphy, periodista
y fundadora del portal feminista canadiense Feminist Current
no está de acuerdo. Murphy dice: “(Las RealDolls) no tienen pelo, ni
tienen imperfecciones. Tienen pezones pequeños y paraditos. Tienen los
senos exagerados, los labios de la vulva reducidos y pueden mover las
piernas en posiciones que ninguna mujer humana jamás podría. No sangran,
no lloran, no vomitan ni tampoco sienten dolor, lo cual es algo que
incluso las estrellas porno no pueden evitar cuando las abusan en las
películas, que es algo común”. Se puede decir que las muñecas son la
conclusión lógica de la industria del sexo.
Tener
una robot sexual como Harmony representa un punto medio para los
hombres interesados en la estética de la mujer de la pornografía pero
que no quieran cometer la caterva de delitos que implica la trata de
personas para fines sexuales.
En la investigación de The Guardian,
el tema se introduce de la siguiente manera: “Desde hace miles de años,
los humanos han estado obsesionados con la idea de crear
artificialmente el amante perfecto”. Pero esto no es cierto. No son “los
seres humanos” quienes han estado jugando con la idea de crear seres
cosificados y artificiales: han sido los hombres.
Según McMullen,
lo que él está haciendo es crear una opción para los hombres que están
aislados de la sociedad, para brindarles compañía y hacerlos felices.
Pero como explica Murphy “una vez que un hombre tiene la posibilidad de
ser dueño de una compañera cuya única razón de existir es darle placer,
sin tener que lidiar con inconvenientes como sus propias ambiciones y
necesidades, sin ciclos menstruales ni celos, que no tiene que ir al
baño y no tiene parientes, ese hombre puede llegar a rechazar cualquier
tipo de relación humana”.
¿Y que tiene esto de malo?, pueden
argumentar algunas personas. ¿No es mejor que los hombres que ven a las
mujeres como un objeto utilicen estas muñecas sexuales o robots como
Harmony en vez de someter a las mujeres reales a malos tratos?
El problema de las robots y muñecas sexuales presenta la misma cosificación de la mujer como una solución en vez de presentarla como una aberración de las relaciones humanas.
El problema de las robots y muñecas sexuales no es tan
simple como parece. Primero, lo que esta tecnología representa es un
escape para los hombres que no quieren saber de las mujeres como seres
autónomos. Segundo, esta tecnología presenta como inevitable que hay
hombres que querrán cosificar mujeres y acomoda este deseo como válido y
legítimo. Y más allá de eso, presenta la misma cosificación de la mujer
como una solución en vez de presentarla como una aberración de las relaciones humanas.
Y
es que las muñecas no tienen cuerpos poco definidos ni rasgos al azar:
tienen el cuerpo de una mujer. Pornificada y exagerada, sí. Pero es el
cuerpo de una mujer. La compañía se ha esmerado tanto en los detalles
que las muñecas son creadas con venas en los ojos para que parezcan “más
reales”. La voz de Harmony es la voz de una mujer. Aunque sus creadores
insistan que es una muñeca, un juego o un aparato, tanto las muñecas
sexuales como las robots, son imitaciones de las mujeres.
Los
creadores no se deciden si decir a los medios que están creando una
máquina o una pseudo-compañera sentimental. Cuando la reportera le
pregunta, McMullen dice que su producto no presenta problemas éticos
porque es una máquina. Pero cuando se le pregunta sobre Harmony y sobre
sobre sus muñecas sexuales, habla sobre ellas como su fuesen mujeres
humanas. Las crean con “personalidades” y con rasgos característicos
como pecas en el torso. No son electrodomésticos como una lavadora; son
mujeres automatizadas y 100% controlables. ¡Otro sueño patriarcal!
Murphy
argumenta: “Ya estos hombres no tienen que aguantar mujeres con
defectos como opiniones, sentimientos y cuerpos humanos. Su fantasía de
videojuego estilo porno se ha hecho realidad: estas son ‘mujeres’ con un
cuerpo completamente sexualizado, que hablan, se mueven y se sienten
como una mujer, pero son completamente controlada por el dueño”. Noel
Águila, trabajador de otra compañía
que fabrica muñecas sexuales llamada Android Love Dolls, dice que estas
pueden prevenir que los hombres maltraten a sus esposas y que, de esta
manera, pueden tener “un efecto terapéutico”. A lo que Murphy refuta que
lo que esta idea comunica es “que los hombres tienen que tener acceso a
mujeres (o prototipos de mujeres) que sean subordinadas para poder
existir, como hombres. Es decir que mientras más independencia obtienen
las mujeres, algún refuerzo debe de haber (en el sistema patriarcal)
para preservar la jerarquía y la masculinidad misma”.
No son electrodomésticos como una lavadora; son mujeres automatizadas y 100% controlables. ¡Otro sueño patriarcal!
Kathleen Richardson, profesora de De Mont University y fundadora de la Campaña Contra Robots Sexuales argumenta
que los creadores de las robots sexuales lo que venden es una
explotación similar a la esclavitud. “Algunas personas dicen que es solo
una herramienta masturbatoria, pero los creadores lo que dicen es ‘tú
puedes tener una relación con esta muñeca. Ella puede ser tu esposa, tu
novia. En el futuro te podrías hasta casar con ella’”. Nos dicen que las
muñecas y robots sexuales lo que ofrecen es compañía, pero más que eso,
también ofrecen una visión del sexo muy distorsionada.
Murphy escribe que el mensaje de este proyecto es muy claro:
“El
mensaje es que el sexo es algo que los hombres obtienen de las mujeres o
que le hacen a las mujeres, no algo que se disfruta mutuamente entre
dos personas. (Les dice) que no es algo que requiere de cuidado,
compasión, respeto o empatía. Quienes abogan por las robots sexuales
presentan las relaciones como una calle de una sola vía; los retos,
desacuerdos, sentimientos y pensamientos se presentan como cualidades
dispensables de las mujeres. Una ‘relación’ en este contexto, es
simplemente un eufemismo que quiere decir ‘satisfacción para los
hombres’”.
Las robots y las muñecas sexuales asombran y hasta
pueden causar repulsión. Pero, el concepto de una mujer enteramente
manipulable no es tan futurística. “Ellas” nos sorprenden porque son de
plástico y resulta extraño pensar que hay hombres dispuestos a pagar
$50,000 dólares para tener un objeto que puedan controlar en su
totalidad. Pero ya existen industrias donde los más pudientes pueden
controlar los cuerpos de las mujeres como clase social. Son varias y
bastante lucrativas.
Cuando un hombre le paga a una mujer en un
club de estríper para que le baile por 20 minutos, le está pagando para
que se comporte como él quiere que ella se comporte. En la prostitución,
los hombres pagan para que las mujeres solo les digan cosas bonitas y
para que actúen como si ellas los desean a ellos, aunque ambos saben que
eso no es cierto. En la pornografía, los hombres (que siguen siendo la
gran mayoría de los consumidores) pueden elegir los rasgos de la mujer
en la pantalla igual que como eligen los compradores de las muñecas
RealDolls. Para todas las industrias que cosifican la mujer como clase
social, se utiliza la misma excusa: que se necesita un sub-grupo de
mujeres que puedan ser cosificadas para que ellas se ocupen “de las
necesidades de los hombres”.
En la prostitución, los hombres pagan para que las mujeres solo les digan cosas bonitas y para que actúen como si ellas los desean a ellos, aunque ambos saben que eso no es cierto.
La idea seduce porque nos hace pensar que las robots
sexuales son una solución a todos los problemas de la masculinidad. Pero
esta idea lo que asume es que los hombres como clase social son
incapaces de abstenerse de cosificar, violar y maltratar mujeres, cuando
sabemos que eso no es cierto porque la gran mayoría de los hombres no
son violentos. Murphy argumenta: “la solución a la violencia de los
hombres contra las mujeres… no es crear réplicas de mujeres que no
respondan, que no tengan necesidades, que no sientan dolor cuando las
abusen y que solo existan para satisfacer el ego de los hombres. Si la
cosificación resolviera la violencia de los hombres contra las mujeres,
ya seríamos libres”. Aparte del hecho de que por más aislados que sean
los compradores de estas robots y muñecas sexuales, en algún momento
tienen que interactúar con mujeres humanas. ¿Cómo reaccionaría la mente
de un hombre acostumbrado a cosificar réplicas de mujeres que nunca
dicen ‘no’ cuando una mujer de carne y hueso lo contradiga?
Las
robots sexuales no son, entonces, una solución. Al contrario, al igual
que toda la gama de la industria del sexo, las robots y muñecas sexuales
representan un refugio hacia donde algunos hombres pueden escapar de
una sociedad en la que tienen que tratar a las mujeres como seres
humanos. ¿Por qué nos sorprende que algunos hombres quieran comprar
réplicas de mujeres sumisas de plástico, si no nos inmuta que muchísimos
más hombres alquilen los cuerpos de mujeres de carne y hueso con el
mismo propósito?
Las robots y muñecas sexuales representan un refugio hacia donde algunos hombres pueden escapar de una sociedad en la que tienen que tratar a las mujeres como seres humanos
En los comentarios del artículo de Feminist Current,
dice un internauta: “Yo tengo 18 años y soy lo que ustedes
considerarían un nerd solitario. Si una robot podría brindarme una
alternativa a la soledad, ¿qué tiene eso de malo?” a lo que otro usuario
le responde que “la contraparte de la soledad son las relaciones.
Relaciones entre personas”. Las robots y las muñecas sexuales no son una
alternativa a la soledad de algunos hombres anti-sociales, son una
alternativa al feminismo. Como afirma Murphy, el mensaje que los
creadores de estas robots y muñecas sexuales le envían al movimiento
feminista es bien claro: “Si ustedes no van a ser complacientes,
crearemos mujeres que sí lo sean”.
Este artículo se titula “la
mujer casi perfecta, según el patriarcado” porque el propósito de este
sistema de opresión y privilegios no es sólo cosificar y sexualizar a la
mujer. El propósito del patriarcado es controlar a las mujeres y niñas
para tener acceso a sus cuerpos y su reproducción por vías de su
sexualidad. Quien controla la reproducción de una población controla
todo. Ni las muñecas ni las robots sexuales se pueden reproducir solas…
hasta ahora. Aunque no dudemos que, en algún lugar del planeta, algún
científico trasnochado está utilizando todos los avances tecnológicos
que la humanidad ha conseguido hasta la fecha, muchas veces
en base a la explotación y sacrificios de las mujeres, para rediseñar
la misma opresión cansina de siempre, y presentárnosla como innovación.
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