(POR UN “PACTO DE ESTADO CONTRA EL MACHISMO”)
La respuesta contra cada uno de los atentados del terrorismo yihadista
es inmediata y contundente, no sólo contra el grupo, célula o persona
que lo haya llevado a cabo, lo es contra todo lo que representa y frente
a todos los que de una forma u otra amparan y justifican ese tipo de
actos criminales.
Nadie interpreta que los autores sean hombres con problemas
con el alcohol o las drogas, ni dicen que tengan un trastorno mental o
enfermedad psíquica que anule o condicione su conducta. En ninguna
ocasión se ha comentado que las organizaciones que trabajan para acabar
con la instrumentalización de las ideas y las creencias que justifican
los ataques o que ayudan a las víctimas, en realidad buscan beneficiarse económicamente con sus actividades y vivir de las subvenciones,
ni menos aún dicen que estas personas en realidad lo que pretenden es
atacar el orden existente y las referencias dadas para convivir en
sociedad. Por eso tampoco se les ocurre plantear que cuando se toman
medidas para abordar el problema del terrorismo yihadista o se llega a
un pacto de Estado contra él, en realidad se trata de una discriminación
frente a otras víctimas, otras violencias y otras formas de terrorismo.
Y si surgiera una voz con alguno de los argumentos anteriores, se
encontraría de manera inmediata con una respuesta contundente
criticándola y, posiblemente, con una serie de medidas policiales y
judiciales para aclarar si forma parte de una acción de “apología del
terrorismo”.
Todo el mundo entiende que cada uno de los atentados yihadistas es consecuencia del yihadismo que los envuelve a todos, pues es este el que permite que se inicie el proceso por el que cada autor planifica y lleva a cabo los ataques.
Con la violencia machista ocurre justo lo contrario, y todo
se reduce a cada uno de los machistas que comete una agresión o un
asesinato, como si fueran seres de otro planeta o cultura, y,
además, con frecuencia son presentados como hombres con problemas con el
alcohol o las drogas, o con algún tipo de trastorno o enfermedad
mental. Y las personas que trabajan para erradicar esta violencia son
atacadas, las llaman “feminazis” y las presentan como interesadas sólo
en obtener beneficios económicos a través de ese trabajo. La crítica
culmina al presentar el compromiso por la Igualdad como una especie de
“adoctrinamiento” llevado a cabo desde la “ideología de género” para
terminar con el orden, la moral, la familia, las creencias y, de alguna
manera, los hombres “de verdad”.
Esta diferente percepción y posicionamiento ante el terrorismo yihadista y la violencia machista, forma parte de las ideas y valores de nuestra sociedad por ser producto de la cultura patriarcal que la define y condiciona.
Ni siquiera el impacto de una y otra violencia son comparables en
cuanto al daño que generan, tal y como demuestran los estudios y
estadísticas, pero da lo mismo, el posicionamiento frente a una y a otra
es completamente distinto.
Según los datos de diferentes organismos y organizaciones internacionales, recogidos por Datagrave y ESRI, el terrorismo yihadista llevó a cabo en 2016 un total de 1441 atentados por todo el planeta, ocasionando 14.356 víctimas. En 2015 cometió unos 16.000 atentados y el número de víctimas ascendió hasta 38.000,
aproximadamente. Sin duda un grave problema que varía en su resultado
en relación con las circunstancias geo-políticas de diferentes regiones,
a pesar de lo cual está siendo combatido con cierta eficacia.
La violencia machista, sólo en el seno de las relaciones de pareja y familiares, cada año asesina alrededor de 42.500 mujeres,
tal y como recoge el “Informe Global sobre Homicidios” de Naciones
Unidas (2013). Una cifra que además se mantiene relativamente constante y
no depende de circunstancias pasajeras ni coyunturales, sino de las
ideas amparadas por la cultura machista que integra la violencia de
género como parte de la normalidad, y que luego se “sorprende” cuando
“se le va de las manos”, y no siempre, pues como hemos apuntado, es
frecuente la justificación del agresor y el cuestionamiento de la
conducta realizada por la propia mujer que ha sido agredida o asesinada.
A pesar de esta realidad objetiva, la percepción es que el yihadismo es un problema grave y una amenaza, mientras que la violencia machista ni es grave ni es amenaza.
Y no sólo eso, sino que es el propio machismo el que establece las
referencias para convivir al amparo de las leyes, las política, las
instituciones, y todo lo demás. Da igual que en Europa cada año sean asesinadas 3300 mujeres por violencia de género (Naciones Unidas, 2013) y que los atentados yihadistas, el año que más víctimas causaron en Europa (2004), asesinaran a 196 personas (192 de ellas en los atentados de Madrid).
La situación es tan perversa que se llega a responsabilizar a las
mujeres y al feminismo hasta de la violencia de género, al afirmar que
se trata de esa estrategia interesada para atacar a los hombres a través
de las denuncias falsas para quedarse con “la casa, los niños y la paga”, conducta que en muchos casos los lleva al suicidio como consecuencia de toda esa manipulación interesada.
Esa idea de responsabilizar a las víctimas y de presentarlas como autoras de una provocación, es la misma que utiliza el yihadismo para justificar sus atentados,
pues al final la violencia que se ejerce en nombre de las ideas, los
valores y las creencias siempre cuenta con apoyos en la propia sociedad
donde esas ideas, valores y creencias forman parte de la normalidad. Por
ello siempre tienen a su lado una razón y un apoyo para ser utilizadas,
ese es el motivo que lleva a considerarlos “crímenes morales”,
puesto que cada uno de ellos no sólo aborda cuestiones particulares,
sino que también da respuesta a elementos comunes a todas esas
creencias, valores e ideas.
Y del mismo modo que se entiende que para acabar con los atentados
del terrorismo hay que acabar con el yihadismo, debe entenderse que para acabar con la violencia de género y sus asesinatos hay que erradicar el machismo, no sólo cuestionar la violencia que se hace visible ni a los hombres que protagonizan estos casos públicos.
Los trabajos de la Subcomisión del Congreso y de la Ponencia del Senado deben concluir en un “Pacto de Estado contra el machismo”,
no sólo contra la violencia de género. Es lo que en su día se hizo
cuando se firmó un “pacto de Estado contra el terrorismo” para combatir a
ETA, y más recientemente un “pacto de Estado contra el yihadismo”. En
ningún caso se firmó un pacto “contra la violencia terrorista” ni
“contra los atentados terroristas”, sino contra el contexto que los
causaba. Si se hubiera hecho sólo sobre el resultado habría sido un
error y nadie lo habría aceptado.
Si el machismo continúa con todo su espacio, poder, credibilidad en
su palabra, hasta el punto de hacer pasar una realidad por otra y de
presentar a los hombres como víctimas de la Igualdad, para así mantener
una equidistancia con la que utilizar la “neutralidad” como cómplice,
nunca acabaremos con la injusticia de la desigualdad ni con todas sus
formas de violencia.
Los machistas quieren mantener la realidad bajo las referencias de
siempre, incluso piden derogar la Ley Integral contra la violencia de
género, ahora se trata de darle la razón al machismo o de quitársela y trabajar definitivamente por la Igualdad.
Por eso presentan el yihadismo como una amenaza para la sociedad y no
ven amenaza alguna en la violencia de género a pesar de ocasionar muchas
más víctimas. Pero hasta en eso se delatan.
Si al machismo le preocupa la violencia en sociedad cuando afecta a
hombres y mujeres, como ocurre con el yihadismo, y no le preocupa la
violencia de género que sólo afecta a mujeres, lo que en verdad
significa es que su preocupación por lo común se debe a que afecta a los hombres,
no porque ataca a las mujeres, pues si les preocupara el impacto de la
violencia sobre ellas tendrían que comprometerse decididamente para
erradicar la violencia de género y el machismo. Y no lo hacen.
Ellos no lo van a hacer nunca, pero la sociedad sí, de hecho ya lo hace y avanzamos de manera decidida. Ahora necesitamos más apoyos, medidas y recursos, y es lo que debe proporcionar el “pacto de Estado contra el machismo”.
fuente : https://miguelorenteautopsia.wordpress.com/2017/05/01/por-que-yihadismo-si-y-machismo-no/
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