José Gil Olmos
CIUDAD
DE MÉXICO (apro).- Carlos Castillo Peraza lo describió de una manera
descarnada: Felipe Calderón es “inescrupuloso, mezquino, desleal a
principios y a personas”. Su mentor político lo conocía muy bien y supo
de su naturaleza cuando resistió sus desdenes y maltratos que al final
llevaron a una ruptura que Julio Scherer García escribió en su libro
“Secuestrados”.
Esta descripción que el propio Calderón rechazó en
su momento hoy podría cobrar vigencia si tomamos en cuenta lo que
ocurrió la noche del pasado 29 de abril en la sede nacional del PAN en
la cual se enfrentaron Juan José Rodríguez Prats con el expresidente de
la República y su esposa Margarita Zavala.
Ese sábado en la noche
los panistas discutían el método de selección del candidato a la
presidencia del partido de cara a la elección del 2018. El tabasqueño
Rodríguez Prats recriminó a Calderón que quisiera imponer –como lo hizo
en 2012—a su gente al frente del partido y a su mujer como candidata
presidencial.
A partir de entonces la mecha se encendió y a pesar
de que el gobernador Javier Corral y otros pidieron discreción, los
diarios Reforma y El Universal, difundieron una grabación que registra
el enfrentamiento verbal entre Calderón, Margarita y Rodríguez Prats.
En
el intercambio de palabras Calderón dijo que gracias a él Rodríguez
Prats estaba en el PAN y ante los embates de este último, amenazó con
salirse del partido si desde la dirigencia a cargo de Ricardo Anaya no
se definían reglas imparciales tanto para la selección del presidente
del partido como para la candidatura a la presidencia de la República en
el 2018 a la que aspira su esposa Margarita Zavala.
¿Pero qué
haría Calderón fuera del PAN? ¿Tendría el mismo peso político en la
campaña a favor de Margarita Zavala? ¿Lo acompañarían sus viejos amigos
Germán Martínez, Ernesto Cordero y Roberto Gil, entre otros, en esta
decisión de separarse del partido que lo cobijó y le dio la base para
que llegara a la Presidencia en el 2012? ¿Sería capaz de tomar esta
decisión que crearía una fractura en el PAN tan fuerte que lo
debilitaría rumbo al 2018?
De salirse del PAN, Felipe Calderón
manifestaría su peso político real ante el electorado que en su mayoría
no simpatiza mucho con él tras la guerra contra el narcotráfico que
inició en el 2006 con las consecuencias fatales que hoy sufre todo el
país.
Calderón no tendría tampoco protección alguna y menos una
base electoral para soportar el ambicioso proyecto de llevar a su esposa
a la silla presidencial dando continuidad de su proyecto personal.
Es
evidente que fuera del PAN Felipe Calderón carece de simpatía social
para sostener un proyecto político como el que necesita su esposa para
competir con posibilidades de ganar en el 2018 ante su principal
contendiente Andrés Manuel López Obrador.
Las palabras tienen una
responsabilidad y Calderón ha hablado precisamente sin tener claras las
consecuencias de un amago como el que hizo el sábado 29 por la noche de
abandonar el PAN si las cosas no se hacen como él quiere que se hagan.
Ante
esta situación, hoy más que nunca cobran vigencia aquellas palabras que
Castillo Peraza emitió para describir a Felipe Calderón, a quien
impulsó en su carrera política en su juventud: Es, dijo, “inescrupuloso,
mezquino, desleal a principios y a personas”.
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